La racha de dos meses sin perder un solo partido tenía que acabar en algún momento, eso está claro, pero la forma no pudo ser más frustrante. Los goles en el último minuto son la gloria mayor de este deporte si son a favor de tus intereses, pero todo cambia cuando es en tu contra y sumándole la actuación de un colegiado que pasó más momentos sin las cosas claras que con ellas.

Criterio confuso

En el fútbol hay muchas máximas, y una de ellas es que el árbitro nunca debe de ser el protagonista. El caso de Fernández Borbalán y su actuación en Riazor seguramente no suponga ninguna consecuencia para él o como para tomar alguna medida con el colectivo arbitral en general tras una semana de errores flagrantes, por ese motivo la rabia dentro de los que sí sufrieron las consecuencias de los errores no puede ser mayor.

El árbitro del choque del domingo mostró inseguridad en todo momento, algo que nunca puede cometer un colegiado del máximo nivel. Saques de banda incorrectamente agenciados, tarjetas amarillas aleatorias por momentos y sobre todo el confuso criterio en las faltas y los penaltis desquiciaron a un Riazor que acabó generando música de viento de la de primera clase, mientras se preguntaba, por ejemplo, por qué un contacto de pecho de Fernando Navarro era penalti y una embestida de Aréola a Arribas acababa en nada.

Rival grande, igual actuación

Otro de los motivos por los que la derrota fue de las dolorosas residió en que los de Víctor hicieron todo lo necesario y más no ya para llevarse un punto, sino tres. Y no es la primera vez que el Dépor firma una actuación de nivel frente a un equipo de arriba: ya lo demostró, por ejemplo, en Mestalla o en el Camp Nou, sin olvidar la segunda parte del partido en Riazor contra el Atlético de Madrid.

Y es que parece que este equipo quiere alejarse todo lo posible de los errores de la temporada pasada, como sentirse inferior contra alguien y jugar con esa mentalidad. No, Víctor ha logrado infundir a sus jugadores el positivismo que supone pensar que se le puede ganar a cualquiera, y que trabajando se puede lograr. Desde luego, esta filosofía está yendo que ni pintada dejándonos imágenes de calidad de un Dépor siempre batallador y por qué no, tocanarices.

Volvió el mejor Luis Alberto

Con el bache de esas molestias inguinales ya superado, el del Liverpool está volviendo a mostrar poco a poco lo importante que puede ser en el equipo tal y como había hecho a principio de temporada. Víctor es más que conocedor, además, de su gran relación con Lucas así que una pareja de atacantes así, con este nivel de entendimiento, ofrece unas posibilidades interesantes a la cuestión ofensiva: esta jornada, el coruñés y el andaluz firmaron otro gol con ellos dos de responsables. Es un jugador talentoso y con capacidad de anotar, y si un partido exige más trabajo físico y de presión siempre quedará la baza de Jonathan Rodríguez. Desde luego, este año Víctor no puede quejarse mucho de sus delanteros.