Épico, heroico, grandioso, legendario, glorioso… Cualquiera de estos adjetivos podría calificar lo vivido el pasado domingo en el Nuevo Pasarón. El Mensajero vuelve por la ‘puerta grande’ a la categoría de bronce del fútbol español. Pocos eran los optimistas el día 18 de mayo cuando se produjo el sorteo que deparó el enfrentamiento entre el Pontevedra CF y el CD Mensajero. Tocaba el ‘coco’, el que nadie quería, por presupuesto, por institución, por plantilla… un equipo creado únicamente para ascender. Además la vuelta de la eliminatoria se jugaba en Pasarón, un estadio de 12.000 espectadores.

Ya lo dijo en su momento Yeray Pérez en una entrevista después del sorteo en la que el ariete rojinegro afirmó que "Pasarón es un campo espectacular para lograr el ascenso". Palabras de sabio ya que, solo doce días después, el tiempo le dio la razón tras 210 minutos de juego disputados y una tanda de penaltis. El Mensajero lograba la ‘machada’, defendió el 1-0 cosechado en la ida con un equipo mermado por las lesiones y físicamente roto, tras encajar un gol en el 87 y después de acabar con dos futbolistas menos por las expulsiones de Fede e Iray. Por si fuera poco, en la tanda de penaltis Rayco fallaba el primer lanzamiento. Esto hizo que Kylian se convirtiera en el héroe tras detener dos penas máximas.

Otras de las imágenes difíciles de borrar y que de una manera u otra pueden resumir el partido (o la eliminatoria) es el último penalti; Silvano, con un vendaje en la cabeza tras haberse abierto la ceja durante el partido, anotó el quinto y definitivo penalti. Quiso correr para celebrarlo con sus compañeros, pero apenas dio tres pasos, los calambres le impedían avanzar. Dicen que 'una imagen vale más que mil palabras', y esta es una de ellas.

El fútbol se la debía al Mensajero. Atrás queda ese 7 de junio del pasado año en la que caían derrotados en la segunda ronda del playoff frente al Astorga, en penaltis, tras desperdiciar una renta de 4 a 0 traída desde La Palma. Ese día, pese a que Luís Arellano se erigía como figura al detener dos penaltis, al Mensajero no le salió nada, fallando hasta en tres ocasiones y siendo precisamente Silvano quien enviaba fuera el último lanzamiento ya en la muerte súbita.

Han tenido que pasar trece años para que el Mensajero retornase a la segunda B, a su segunda B, y esta vez haciéndolo como único representativo en la categoría del archipiélago. Por tanto, el ‘Mensa’ vuelve a convertirse en lo que es: el tercer club de Canarias. Duro, pero ilusionante reto el que tiene por delante. Sin duda, el club partirá con la consigna de salvar la categoría para escribir de nuevo con letras de oro la extraordinaria etapa de los 90.

Francisco Antequera recogía en su libro “Fútbol en La Palma” una copla de Nicolás Sosa que sirvió como colofón a la pasada época dorada del club:

“Mano”, no voy a llorar

por lo que el Mensa perdiera;

llegará otra primavera

en que flores vuelva a dar…

Pues bien, parece que ya comienza a dar flores.