Punto insuficiente el que Sestao y Castilla han cosechado sobre el irregular césped de Las Llanas en la tarde del sábado. El empate final frustró el objetivo común de dos conjuntos que aspiraban a revertir sus rachas de partidos sin conocer la victoria: cinco ya en los vizcaínos, y tres en los madrileños. La pérdida del hábito de sumar de tres en tres penaliza al filial merengue, que pierde comba en la lucha por el liderato, y no menos a los verdinegros, que malgastaron su cuarta oportunidad de estrenar por fin su casillero de victorias como local.

Ese ánimo previo y el planteamiento inicial de ambas formaciones hacían presuponer un partido con más ritmo y alternativas de lo que luego deparó el choque. Bien es cierto que tanto Zidane como Sarriugarte se veían condicionados por las ausencias en sus convocatorias, de tal suerte que el conjunto blanco alineaba de salida un tridente formado por Álvaro Borja Mayoral y el colombiano Narváez ante la baja por lesión del goleador Mariano, al tiempo que Marcos Llorente repetía como central formando tándem con el austríaco Linehearrt. Su homólogo en el banquillo local recomponía su mediocampo con Kurbus y Abaroa, un doble pivote inédito, hacía debutar como titular a Dani Mateos en el lateral derecho, y, sobre todo, recuperaba para la causa a Jito Silvestre, el Cid Campeador de los de la Margen Izquierda, tras cuatro semanas en el dique seco.

Jito contra todos

No defraudó el veterano goleador del Sestao, la gran esperanza de los locales para paliar su déficit de goles a favor, convirtiéndose en la referencia ofensiva de los suyos, tanto por su dominio del juego aéeo como del cuerpo a cuerpo. El juego directo era el recurso de salida de los pupilos de Sarriugarte, que ya avisaron con un balón al laguero a la salida de un córner rematado involuntariamente por un defensor blanco.

Con un Castilla a verlas venir, los verdinegros consiguieron su propósito de adelantarse en el marcador al primer cuarto de hora. Fue, cómo no, Jito el que se hacía con un balón en su hábitat natural, el área rival, donde es intocable. La joven zaga merengue fue víctima del contrastado ariete catalán que forzaba el contacto y el primer penalti a favor de la temporada, que, como de costumbre, se encargaría él mismo de transformar con absoluta frialdad para deleite de su afición.

La ventaja permitió a los de Sarriugarte replegarse y juntar más las líneas para contrarrestar el dominio del esférico del conjunto visitante. Pasados los veinte minutos de juego, el Real Madrid disponía de una doble oportunidad tras un saque de esquina, primero con un disparo de Álvaro que repelía con acierto Raúl entre una maraña de jugadores, y posteriormente Odegaard, que recogía el balón despejado para buscar con mucha intención la escuadra del marco del Sestao.

Otro disparo desde fuera del área, en este caso de Narváez, ponía a prueba al meta cántabro del Sestao con una ágil estirada cubriendo su lado derecho, pero sería la última vez que el de Sarón tendría que lucir sus habilidades en este primer tiempo.

No así sucedió en el área contraria, donde el Sestao empezó a volcarse por oleadas a partir del desgaste colectivo en la presión, personalizado en un Kurbus mucho más entonado en las labores de destrucción en la zona ancha y un Silas generosísimo en su esfuerzo desde la banda derecha.

La conexión en la otra banda del ataque local entre Canario y el lateral Arnáez propició buenas llegadas desde el costado izquierdo, desde donde se originó una buena jugada de lado a lado que culminaba Abaroa con un fuerte disparo de Abaroa que se marchaba alto, aunque las mejores ocasiones de este tramo de partido llegaron de la mano de Jito, que literalmente trajo ‘de cabeza’ mientras le duró el fuelle a la zaga merengue.

Suyo fue el cabezazo picado a un buen centro desde la banda derecha que ya se cantaba como gol en la grada antes de que Carlos Abad demostrara sus felinos reflejos en la mejor parada del partido, y posiblemente de lo que se lleva de temporada en Las Llanas.

Otra vez de cabeza, tras un preciso servicio a balón parado del especialista Canario, pudo el pichichi verdinegro sentenciar el encuentro antes del descanso. Su golpeo, anticipándose en las mismas narices del guardameta de visitante, acabó con el balón y con el propio jugador fuera, tras un encontronazo involuntario.

El River mengua tras el empate

Acababa el primer tiempo con la sensación entre los locales de haber perdonado la vida a su rival, y tampoco el descanso evidenció cambios en el guión del partido al menos en sus primeros quince minutos. Ante el ritmo cansino, tedioso, de un Real Madrid que no encontraba resquicios en la defensa vizcaína, la presión adelantada en la zona ancha de un terreno de juego que tampoco se prestaba a florituras permitió rápidos contrataques que el Sestao no supo culminar por indefinición en los metros finales.

Especialmente clara fue la oportunidad de Silas, que tras romper el fuera de juego se presentó mano a mano con Carlos Abad. Lamentablemente para su equipo el saharui se adelantó demasiado el balón en el último momento, permitiendo la rápida salida del cancerbero que desbarataba el peligro. Minutos más tarde el propio meta canario vovería a hacer gala de su rapidez con una salida fuera del marco para abortar la llegada franca de Jorge Hernández al área madridista.

Nuevamente Jorge tuvo otra oportunidad con una internada en el área que no encontró compañero, pero que encendió las alarmas en el equipo de Zidane, que ya había reaccionado sacrificando a su vástago Enzo, desaparecido todo el partido, por un Febas que le dio más criterio al juego blanco.

No fue sin embargo en jugada combinativa sino a balón parado como el filial merengue iba a encontrar el insesperado premio del empate. Un saque de esquin botado por Odeggard desde la derecha encontraba la cabeza de Linehert, que libre de marca, batía a bocajarro a Raúl Domínguez. El Sestao pagaba con creces el único lunar defensivo de todo el encuentro y con media hora por delante empezaría a acusar en la cabeza y las piernas de sus jugadores el jarro de agua afría.

A pesar del bajón de los locales, el Castilla no terminó de volcar el partido a su favor. Apenas en un par de ráfagas pudo advertirse un cambio de ritmo en el juego demasiado previsible de los de Zidane. Un disparo flojo de Odegaard y algunos escarceos dentro del área fueron los escarceos de un Castilla que merodeaba el área local con balas de fogueo.

El Sestao por su parte recuperó frescura con los tres cambios, y, aunque Kurbus echó el freno tras recibir la tarjeta amarilla, emergió la figura de Abaroa para sostener el centro del campo en el tramo final del encuentro. Un cabezazo de Tarantino tras un córner y un centro chut que no encontró rematador del infatigable Silas reactivaron el ataque local y sirvió para volver a dar algo de preocupación a una zaga visitante que llevaba varios minutos demasiado tranquila.

Ya en el descuento, y con los dos equipos casi conformándose con el empate como mal menor, Borja Mayoral, más activo como delantero centro desde la marcha de Narváez, protagonizó una bonita jugada personal que acabó con un disparo desde fuera del área que se marchaba fuera para alivio de una tribuna que ya pedía la hora para evitar mayores sufrimientos, y que al menos valoraba la imagen dada por el equipo en el a priori partido más complicado que el calendario les había deparado hasta el momento.