El Mundial de ciclismo es el único evento del año en el que se dejan a un lado los equipos, patrocinados por marcas comerciales, para defender los colores de un país, como antaño era tradición. Esa época en la que el Tour o la Vuelta se corría por selecciones pasó a mejor vida y el Mundial es el único resquicio que queda de aquel ciclismo.

En esa semana se puede ver a ciclistas de distintos equipos, rivales durante todo el año, que compiten de la mano, en pos de un objetivo común: que el arcoiris viaje a su nación. Aun así, siempre hay excepciones y alianzas entre corredores de distintas selecciones pero que comparten conjunto durante el resto del año. Pero esto no resta demasiado aroma de antaño a esta competición. Al igual que en otras disciplinas, el Mundial es una fiesta de este deporte pero, ¿os imagináis que, por ejemplo, en el Mundial de fútbol habilitaran una prueba para que compitan el Barça, Madrid o Bayern?

Algo parecido sucedió en 2012 con la inclusión de la contrarreloj por equipos. Esa esencia clásica que tienen los Mundiales se vio algo dañada con la adición de esta prueba al programa de la competición. Los equipos comerciales lograban hacerse su hueco en este evento por selecciones nacionales con esta disciplina. Por fin, los sponsors conseguían visibilidad también en el Mundial.

La idea, como innovación, es perfecta. Una nueva prueba que consigue alargar un día más este evento. Todo lo que sea más ciclismo y más variado es positivo, qué duda cabe. Y más aun con la novedad de que son seis los integrantes de cada escuadra que luchan por el oro. Pero, ¿por qué hacer un hueco a los equipos que el aficionado ya puede ver todo el año en este evento? ¿Por qué no esta misma prueba pero con selecciones nacionales?

El atractivo de la prueba sería el mismo, o incluso mayor. Se podrían ver a ciclistas que no suelen competir en esta disciplina juntos luchando por ganar un oro grupal, no individual. Y, sobre todo, el Mundial seguiría siendo una semana dedicada íntegramente a las selecciones nacionales, sin la aparición de los equipos comerciales.

Sería un elemento más para hacer más grande aún la semana más diferente del calendario ciclista. Y una vara de medir qué país es más potente contra el reloj. Además, se facilitaría la concentración del ciclista de modo que el primer domingo de competición lucha codo con codo con determinado corredor que apenas días después será su rival.

Sin duda, una contrarreloj por equipos por selecciones sería el broche ideal para cerrar el círculo de los Mundiales. Eliminar la presencia de los conjuntos comerciales potenciaría ese elemento vintage que tiene este evento y que poco a poco se va perdiendo. Es una semana para disfrutar de ciclistas defendiendo los colores de un país y no de una escuadra.