Un día como hoy, pero en el 2019 el fútbol argentino sufrió la pérdida de uno de los jugadores más emblemáticos de la historia: José Luis Tata Brown. 

Marcador central fuerte y con un gran capacidad en el juego aéreo, destacado por su gran actuación en el partido de la final del Mundial de México 86, en donde la Selección Argentina se medía frente a  Alemania. Luego de retirarse, intentó incursionar como entrenador, pero no tuvo tanto éxito como cuando se lo veía en la cancha como jugador.

El Tata Brown nació futbolísticamente en Estudiantes de La Plata y luego de 8 temporadas allí, se fue a préstamo al Atlético Nacional de Medellín hasta el año 1984. Un año después, regresa a Argentina y el 24 de febrero de ese mismo año, debutó en Boca Juniors donde jugó algunos meses.

En el Xeneize, Brown disputó 29 partidos oficiales, todos de titular, convirtió 5 goles y jugó un total de 2510 minutos. Sumado a esto, es uno de los jugadores más recordados por su garra dentro de la cancha. Esto queda demostrado en la icónica fotografía donde se lo ve en la Bombonera con la cabeza vendada y sangrando luego de un choque con su compañero Hrabina y que a partir de esto, tuvieron que darle tres puntos de sutura. "Para irme de la cancha tenía que tener muy poco margen de vida" declaraba El Tata hace varios años en el programa Agenda Fox Sports.

Luego de jugar en Boca, fue al Deportivo Español y además, recorrió otros clubes como el Stade Brestois, Real Murcia y en el último periodo de su carrera como jugador profesional se fue a Racing, jugando en la Primera División Argentina hasta 1990, año de su retiro.

José Luis Brown fue una pieza fundamental en la Selección Argentina. En total jugó 36 partidos y convirtió uno de los goles que le dio el título mundial al conjunto albiceleste en México 86. Además, en el mismo partido de la final frente a Alemania, El Tata jugó con un hombro dislocado demostrando una vez más su vigor dentro de la cancha. Para que su dolor sea un poco más soportable, mordió su camiseta e hizo un agujero en ella para insertar allí su dedo pulgar y fue así  como siguió jugando lo que restaba del partido.

Definitivamente, el Tata es recordado como uno de los símbolos del fútbol argentino. Aquel jugador que rompió su camiseta para soportar el dolor y decidió no salir de la cancha en una final del mundo, se convirtió en un referente nacional que gracias a su fortaleza y dedicación, regaló alegría a todo un país que lo recordará por siempre.