La NBA tiene nuevo campeón. Golden State Warriors, mejor equipo de la temporada regular y favorito desde el primer día de competición, ha culminado la titánica travesía que comenzó en octubre de 2014 con la victoria que supone el 4-2 definitivo en las Finales contra Cleveland Cavaliers. A pesar de luchar en territorio hostil y contra un equipo que se jugaba la vida a una carta, el conjunto de Oakland fue una noche más liderado por Stephen Curry y el flamante MVP de las Finales, Andre Iguodala, para certificar el triunfo definitivo de una escuadra que prevalecerá en la memoria de la liga. 40 años después, el trofeo Larry O'Brien regresa a la Bahía de San Francisco.

Golpes por partida doble

Pocos tanteos hicieron falta después de cinco partidos previos, y ambas escuadras arrancaron con la intensidad de unas Finales inyectada en vena. Repitiendo la fórmula del small ball con Iguodala como ala-pívot y Green como pívot, los Warriors continuaron por la línea del éxito de los últimos enfrentamientos. Cleveland, por su parte, apostó por un esquema más tradicional utilizando a un pívot puro como Mozgov para ganar presencia en la pintura.

Curry e Iguodala lideraron la primera ofensiva de los Warriors para cerrar el cuarto inicial con un parcial de 7-20 Locales y visitantes entraron en contacto con el parqué ligeramente imprecisos, y los Cavaliers aprovecharon la situación para encontrar la inspiración en el calor de la grada. Lo lograron, pero la dinámica negativa de Golden State apenas duró seis minutos, lo que el dúo Curry-Iguodala tardó en aparecer. Con nueve y siete puntos respectivamente en el cuarto, contrarrestaron el impulso inicial de los locales y devolvieron el golpe con contundencia.

Un parcial de 7-20 en el que 12 puntos llevaron la firma de la pareja estelar de los Warriors favoreció la aparición de la mejor versión del equipo: rápido, preciso, con alternativas e intenso hasta dejar exhausto al rival. Así, el cuarto inicial finalizó con 15-28 en el marcador.

James aprovecha las fugas

Sin apenas concesiones y el cuchillo entre los dientes, los Warriors lograron asentarse en el liderato del marcador con un colchón de puntos que se movió alrededor de los diez tantos. Thompson cometió su tercera falta temprano en el segundo cuarto, y la posición de Iguodala como segunda espada a la retaguardia de Curry se reforzó. Mientras, en el otro bando los Cavaliers optaron por una filosofía mucho más individualista. Aferrados a LeBron James, el alero anotó 11 puntos en el segundo cuarto y monopolizó las jugadas ofensivas del equipo de Ohio, que jugó por y para él.

Cleveland sacó ventaja de la carga de faltas de Thompson e Iguodala para volver a aproximarse antes del descanso gracias al protagonismo ofensivo de JamesEl balón no fue amigo de los Cavaliers durante la primera mitad, y prueba de ello fueron las diez pérdidas que registraron los hombres de David Blatt en los dos primeros cuartos. Estas segundas oportunidades dieron alas a Golden State, que volvió a imprimir sobre el parqué la adrenalina con la que el equipo se desenvuelve como nadie. El resultado de la suma de una defensa activa y un ataque dinámico fue la permanencia de las diferencias en el electrónico. Los locales, sin embargo, reaccionaron atacando a dos pilares fundamentales de los rivales: si primero había sido Thompson el que sumó tres faltas, Iguodala también fue radicalmente desactivado con su tercera personal en el segundo cuarto. Cleveland sacó las garras para hacer daño a un rival mermado, y al liderazgo de James se sumó la aportación desde la pintura de Thompson y Mozgov para contrarrestar el mal inicio de partido de los locales.

Todos contra uno, uno contra todos

El paso por vestuarios no interrumpió el crecimiento de los Cavaliers, que dieron la vuelta a la contienda e incluso se pusieron por delante en los compases de apertura del tercer cuarto. Sin embargo, los visitantes, también curtidos en contiendas basadas en idas y venidas, reaccionaron con un fugaz parcial de 0-8. No fue un farol: al final del tercer periodo, Golden State mandaba por 12 puntos y había reducido el potencial ofensivo de Cleveland a 61 puntos tras 36 minutos de juego.

El tercer cuarto fue el perfecto reflejo de las Finales: una orquesta imponiendo su sinfonía coral sobre una perfecta actuación solista sin acompañamientoEl tercer cuarto fue el perfecto reflejo de la historia de las Finales: una orquesta imponiendo su sinfonía coral sobre una perfecta actuación solista sin acompañamiento. James anotó siete de los 18 puntos de su equipo en el periodo, mientras que los Warriors repartieron la anotación gracias a las múltiples alternativas que brindaron Ezeli, Iguodala y Green, con ocho, siete y cinco puntos respectivamente. Unos podían permitirse dar descanso a Curry y Thompson, anotadores por excelencia, para dar paso a unas alternativas de garantías. A los otros no les quedaba más remedio que exprimir hasta el límite las fuerzas de su estrellla. Con 61-73 y los doce minutos finales por disputar, Golden State ya sentía el tacto del anillo.

Sentencia de campeón

James no quiso dar su brazo a torcer tan pronto. Los suyos necesitaban un arreón que diera motivos para la esperanza, y lo encontraron en un parcial de 7-0 en los primeros minutos que rompió la barrera de los dobles dígitos de diferencia entre ambos equipos. En los ojos de The King no se leían ansiedad o temor ante la adversidad, solo había determinación por sobrevivir.

Con el brillo del trofeo Larry O'Brien de fondo, la contienda subió el escalón final de intensidad. Y fue entonces cuando la maquinaria de campeón de Golden State carburó a las mil maravillas. Frente a la aportación irregular de los locales, los Warriors abrieron varios frentes en la defensa de los Cavs con su arma más letal: el triple. Curry, Thompson e Iguodala aprovecharon los espacios surgidos de la agresividad atrás de Cleveland para masacrar a la franquicia de Ohio desde el perímetro y sumir a The Q en un profundo silencio.

La desesperación se apoderó de los Cavaliers a medida que el reloj les quitaba el hilo de vida al que se aferraban. Las distancias, a falta de pocos minutos, se movían en los dobles dígitos, y Cleveland solo supo enfrentarse al avance del tiempo con acciones individuales sin criterio colectivo. Como respuesta a las prisas, el aro escupió varios lanzamientos de los de blanco.

Frente a unos Cavaliers desesperados y exhaustos, Golden State finiquitó la contienda con varios triples mortalesCurry anotó una bandeja a falta de dos minutos que puso un 85-98 en el electrónico que fue mucho más que una sentencia virtual numérica: las sensaciones sobre el parqué también daban a entender que la NBA ya tenía nuevo campeón. Los Cavaliers, exhaustos, apenas defendieron la jugada. En el tiempo muerto posterior, James se llevó las manos a la cara y se tapó con una toalla, reflejando la desesperación de quien pierde sus cuartas Finales de seis disputadas. Ya no había nada que hacer: Golden State, los aplastantes favoritos, los que han firmado una temporada 2014/2015 de puro baloncesto ganador, ya se podían imaginar con el anillo en el dedo.

Los Cavaliers no vendieron su piel hasta el último segundo: tres triples de JR Smith acercaron a los locales, pero no evitaron que la remontada dejara de ser una utopía inalcanzable. Los seguidores visitantes, ruidosos incluso en territorio comanche, se hicieron notar mientras la afición de Cleveland abandonaba por segunda vez unas Finales con las manos vacías. No sin antes rendir tributo a su Mesías, LeBron James, que recorrió el banquillo rival felicitando a los nuevos campeones mientras la grada le dedicaba cánticos al grito de "MVP, MVP".

Un año de oro para cerrar cuarenta de espera

Tras el bocinazo final, el delirio y los colores amarillo y azul invadieron The Q para celebrar la coronación de los nuevos campeones de la NBA. Golden State Warriors, justo 40 años después de su último anillo, regresan a la cima del baloncesto mundial por la puerta grande. Es el triunfo de una idea atrevida, con el desparpajo por bandera y la ilusión como combustible. Es la confirmación de Curry, un jugador destinado a marcar una época, y la cúspide de la carrera de Iguodala, un luchador en la sombra que hoy besa el premio al MVP de las Finales. De San Francisco al Olimpo se llega de triple en triple, espalda contra espalda, con un baloncesto eléctrico, un equipo para el recuerdo y una temporada de récord.

Los mejores del partido

Cleveland Cavaliers: LeBron James (32 puntos, 18 rebotes y nueve asistencias), Timofey Mozgov (17 puntos y 12 rebotes) y JR Smith (19 puntos y cinco rebotes).

Golden State Warriors: Stephen Curry (25 puntos, ocho asistencias y seis rebotes), Andre Iguodala (25 puntos, cinco rebotes y cinco asistencias) y Draymond Green (16 puntos, 11 rebotes y diez asistencias).

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