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Rajon Rondo y la tierra de Transilvania

Algo sucedió en la cabeza de Rajon cuando dejó Boston. Y todavía sigue peleado con aquellos fantasmas.

Rajon Rondo y la tierra de Transilvania
Rajon Rondo con los Celtic. nba.com
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Por Diego Souto

El príncipe Vlad, el empalador,  pierde parte de su magnetismo y poder cuando se aleja de su tierra natal. Es por ello que, para seducir a Mina y recuperar su amor eterno, viaja a Londres en un barco cargado con tierra extraída de las cercanías de su castillo. Se trata de darse un baño de barro de vez en cuando y mantener su aspecto lozano y jovial. Y su poder para controlar la tormenta, las bestias y los sentimientos de quien le mira.

La NBA sabe mucho de jugadores que pierden su poder cuando se alejan de su tierra natal o, en este caso, su franquicia original. Como si un nexo cósmico los mantuviese atados a unos colores y perdiesen su esencia alejados de ellos. Kemp tenía poder en Seattle, Scottie en Chicago y Iverson en Philly. Fuera de su tierra hubo de todo, pero no conservaron su grandeza inicial.

Rajon Rondo, caretos tétricos aparte, es el último Drácula en sumarse a este club. Deslumbró en Boston en su año de rookie y parecía, después del anillo en 2008, destinado a convertirse en el ser supremo de aquel castillo durante años. Paul, Kevin y Ray ya estaban mayores y el novato parecía un valor seguro a largo plazo. Excelente dominio de balón, inmejorable capacidad de pase y buena anotación. Sus números en su año “sophomore” son incontestables: 25,6 puntos, 4,2 rebotes y 7,1 asistencias. Y con Sam Cassell en el banquillo.

Traspasado a los Mavericks en 2014 ha dado tumbos por la liga. Y no ha vuelto a ser el mismo. Alejado de su Boston inicial ha ido perdiendo fuelle, y parece que cabeza, con el paso de los años. Destellos, pases para recordar y poco más. Sin consistencia, sin fuerza, sin garantía. Como un Drácula avejentado lejos de su castillo a los pies de un risco en el Collado de Borgo.

Algo sucedió en la cabeza de Rajon cuando dejó Boston. Y todavía sigue peleado con aquellos fantasmas

Esta semana Rajon Rondo ha sido noticia. Hace tiempo que dejó de serlo por sus números que, sin ser malos, no han vuelto a ser los mismos desde que abandonara Boston, muy a su pesar, en vísperas de la navidad de 2014.

El de Louisville prepara un fiestón para el verano próximo. Resulta que se cumplen diez años del anillo que conquistara con aquellos Celtics al lado de Kevin Garnett, Paul Pierce y Ray Allen. Y es aquí donde está el "quid" del asunto. El caso es que Rajon, que no suele morderse la lengua, no le perdona al bueno de Ray que abandonase Boston camino de su enemigo mortal. Sí, aquel episodio en el que Allen decidió poner rumbo a Miami para ganar anillos al lado de Lebron y Wade.  Es como si Ojo de Halcón dijese adiós a Los Vengadores para enrolarse en las filas de Hydra. Y no le invitará. Porque le cae mal, no le perdona y porque, al parecer, el resto de Celtics de aquella hornada, están de acuerdo. O cuando menos, se callan. Y el bueno de Ray, que nunca dijo una palabra más alta que otra, se quedará sin fiesta de aniversario.  Sólo Leon Powe parecía dispuesto a compartir alegrías con Allen. A P.J.Brown ni siquiera han podido localizarle y, parece, también se perderá los festejos.

Rondo ha anunciado que la fiesta se celebrará fuera de Estados Unidos. Ni siquiera ha pensado en Boston. Tal vez ha pensado en el desfiladero aquel de los Cárpatos. Tiempo. 

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Sobre el autor
Diego Souto
De Alderaan. Periodista por convicción. Trabajador por necesidad. .En la esquina para el triple. Cinéfago. Se acerca el invierno..