Llegaban los Clippers a Sacramento envueltos en un aura de negatividad y con ganas de darle la vuelta a la situación. La mala racha de resultados, los rumores de traspaso de Jordan y las lesiones de Danilo Gallinari y Patrick Beverley (fuera el resto de la temporada) habían mermado a una franquicia cuyos objetivos a principio de curso eran más ambiciosos. Parecía que Sacramento era el lugar idóneo para cambiar dicha dinámica y empezar de cero.

El encuentro comenzó de la peor manera posible. Dos primeros cuartos muy serios de los Kings hicieron que el tanteador al descanso fuera de 61-47 para los locales. Sin embargo, tras el descanso, los Clippers empezaron a carburar y un parcial de 29-10 en el tercer cuarto dió la vuelta a la tortilla. De este modo, el partido llegaba vivo al último cuarto.

Tras otro inicio dubitativo de cuarto, los Clippers consiguieron mantener distancias hasta los últimos instantes de encuentro. A partir de ahí, un Buddy Hield desatado puso contra las cuerdas a los angelinos.

A falta de 14.8 segundos para el final, un triple descomunal del Buddy Hield puso el 95-95 en el electrónico. El bahameño lanzó sin reparos con la mano de Blake Griffin encima, y la bola entró. Con este panorama, Doc Rivers pidió tiempo muerto para diseñar una jugada para el "Cyborg". Y ocurrió lo siguiente:

Con este lanzamiento, y el posterior fallo de Buddy Hield, los Clippers consiguieron reengancharse a la senda de la victoria y poner un poco calma en la tensa situación en la que estaban sumergidos.

Blake Griffin, una vez más, lideró a su equipo y firmó una actuación colosal cuando más le necesitaban sus compañeros. Los números del alero nacido y formado en Oklahoma fueron brutales: 33 puntos (13/25 en TC) acompañados de cinco asistencias, cuatro rebotes y un robo de balón. Definitivamente, el "Cyborg" está de vuelta.