Sin chispa, sin ese carácter ganador que le ha hecho convertir su pabellón en un bastión de resistencia frente a grandes equipos, y sin una motivación que les hiciera practicar su mejor juego. El BM Benidorm perdió un partido en el que siempre fue a remolque, manejado por el Helvetia Anaitasuna que a falta de objetivos claros en la clasificación, salió encorajinado para vengar su dolorosa derrota de la primera vuelta en casa frente a los alicantinos.

Polivalencia, frescura, rapidez de manos y capacidad para correr al contraataque fue lo que diferenció a unos y otros. El equipo benidormense acusó el hecho de venir de encadenar dos derrotas contundentes ante dos equipos muy superiores a ellos, como Barcelona y Rioja, y no supieron canalizarlas para ponerse el mono de trabajo. Lo desangelado de la grada tampoco contribuyó a que los alicantinos se engancharan al partido, por lo que la conclusión solo podía ser una: la derrota.

Anaitasuna llevó la batuta

Inicio fulgurante de los navarros, que con un parcial de 0-3 en los primeros minutos, sentaron las bases de su dominio. Salieron muy intensos en defensa, echando el cerrojo y minando la moral del Benidorm, que acusó la baja de David Cuartero en el ataque. Los centrales no encontraban a Salinas; tan solo dos veces pudo tirar a puerta el chilena, ambas saldadas con gol, pero fue insuficiente.

El BM Benidorm no fue por delante en el marcador en ningún momento

La reacción de los últimos minutos de la primera parte del Benidorm, fue un mero espejismo, ya que de nuevo fue Anaitasuna el que salió más intenso en los primeros compases del segundo parcial, abriendo una brecha que no haría más que ensancharse. Monteiro Da Silva fue el máximo goleador, con siete tantos, secundado por Costoya y Chocarro.

Triunfo más que merecido de los pamplonicas, que acceden así al séptimo y se pueden permitir soñar con el alcande de puestos europeos. Jugarán sin presión lo que queda de liga, pudiendo disfrutar y haciendo que su juego fluya libre y sin ataduras.