La primera semifinal masculina del XXIII Campeonato Mundial Universitario de Balonmano enfrentaba a dos selecciones que habían completado la fase de grupos con dos victorias y una derrota, resultado que había servido al combinado rumano para obtener la primera plaza del grupo B y a la selección española para lograr la segunda del grupo A.

El Pabellón Fernando Argüelles, escenario del encuentro, había albergado minutos antes el enfrentamiento entre los equipos femeninos de ambos países en la final del torneo, en la que las Guerreras se habían impuesto con claridad a sus rivales (20-14). El encuentro podía ser la oportunidad de los rumanos de tomarse su particular vendetta y de los españoles de continuar la racha triunfal ante los combinados del país de Europa oriental.

Rumanía supera con claridad a su adversario

En el comienzo del partido, al conjunto español parecía costarle sentirse cómodo y encontrar su lugar en el terreno de juego. Gran parte de culpa tuvo en ello la asfixiante presión que ejerció la defensa adversaria sobre las transiciones de balón entre el central David García y los laterales Borragán y Requena, que se traducían en robos de balón y lanzamientos desde posiciones poco propicias para anotar.

El cuadro rumano se sirvió del desconcierto que mostraba su adversario para tomar rápidamente las riendas del partido. Empezaron a mostrar las que serían sus principales bazas a lo largo del partido de cara a engrosar su cifra goleadora: el lateral izquierdo Sandru se mostró muy activo en ataque, tanto en el plano anotador como en el asistencial, ya que sus conexiones con el pivote Rotaru eran letales.

Grigoras y Rotaru fueron los máximos goleadores del partido

Este estuvo especialmente activo durante todo el partido, inclusive en los momentos esenciales. El pivote se encargaba de devolver al fondo de la red todos los lanzamientos que el meta Ernesto Sánchez rechazaba y sobrepasaban la línea de seis metros. Dejó varios detalles de calidad, entre los que destaco una jugada en la que consiguió anotar cuando se encontraba de espaldas a la portería y agarrado por dos defensores rivales.

Ambos consiguieron hacer un roto a la defensa 'hispana' en apenas unos minutos (8-4, minuto 11), situación que llevó a Guillermo Plaza a solicitar un tiempo muerto que no tuvo efectos inmediatos sobre el juego de sus huestes.

La demostración del potencial con el que contaba este combinado continuó con la aparición de Grigoras y su potente lanzamiento exterior que dejó boquiabierta a la grada. El conjunto rumano se veía favorecido por una eficacia en los lanzamientos de penaltis que no compartía con la bancada adversaria.

Los porteros rumanos realizaron numerosas paradas que acabaron decidiendo el encuentro

El ataque español siguía sin carburar y no conseguía sobrepasar la muralla defensiva del conjunto dirigido por Ion Mihaila. Los principales estiles y referencias ofensivas con las que contaba estaban personificadas en Borragán, que destacaba en el lanzamiento exterior y en penetración, y en el pivote del Balonmano Granollers Adrià Figueras.

Pasado el ecuador de la primera mitad, se produjo una mejora ostensible en este ámbito, que no se vio traducida en una reducción de la distancia en el marcador entre ambas selecciones, debido a que la defensa seguía haciendo aguas para frenar las acometidas de los artilleros rivales (13-10, minuto 19).

Borragán y Figueras fueron los máximos anotadores 'hispanos'

Plaza decidió entonces dar entrada al guardameta del Balonmano Guadalajara, Carlos Barbero. El cancerbero anticipó su buena actuación en la segunda mitad realizando una gran parada en los minutos finales del primer periodo, al lograr desviar con el pie el lanzamiento ejecutado por Militaru tras un contraataque.

Sin embargo, el equipo español entró de nuevo en una racha negativa de cara a puerta, por la cual fue incapaz de anotar durante diez minutos. Rumanía aprovechó esta circunstancia para abrir una importante brecha en el marcador, dejando muy encaminado el partido con el 18 a 11 del descanso.

La esperanza de la remontada inunda el Argüelles

Los siete goles que separaban a ambos conjuntos parecían un mundo teniendo en cuenta lo visto en el terreno de juego durante los primeros treinta minutos. Sin embargo, en este campeonato estamos acostumbrados a ver cómo los equipos son capaces de dar la vuelta con parciales rápidos y rotundos a partidos que se adivinaban resueltos en favor de un equipo pocos minutos antes.

Esta circunstancia ocurrió en el comienzo de la segunda parte. Los 'Hispanos' se reencontraron con su juego y lograron un parcial de 7 a 0 a su favor para lograr empatar el partido.

En la consecución del mismo fue esencial el acierto de los extremos, cuya actuación no había tenido hasta el momento gran trascendencia. Sergio Mellado en el lado izquierdo y Manuel Catalina en el derecho consiguieron revitalizar el ataque español y anotar goles que permitían al público creer que la remontada no era un imposible, por lo que este se afanó en meter presión al ataque rumano. En esta ocasión competían en estruendo con los gritos de apoyo del combinado femenino, que tras perder la final del campeonato ante las Guerreras, habían vuelto a las gradas del pabellón para presenciar la posible vendetta.

La afición local no pudo ver a su guardameta Maireles en acción

Los robos de balón y los posteriores contraataques, los lanzamientos precipitados y las intervenciones de Barbero permitieron que Figueras pusiera la igualada a 18 desde el punto de penalti en el minuto 39.

La sequía de la bancada adversaria en ataque duró nueve minutos y fue rota por el extremo izquierdo Bejinariu. Tras anotar, tuvo un encontronazo con la afición del Argüelles tras mandar a callar al público.

Los rumanos despertaron tras el empate a 18

El cuadro de Europa Oriental volvió a tomar la delantera con una renta de dos goles (20-18, minuto 40). Las brillantes acciones culminadas con éxito por el central David García y el extremo Cuenca permitieron a los 'Hispanos' perseguir a su rival hasta llegar a ponerse por delante a falta de diez minutos para el final (minuto 50, 23-24). Sin embargo, un nuevo parcial de 3-0, protagonizado por Sandru y Roturo, consiguió neutralizar la superioridad en el luminoso del cuadro peninsular (26-24).

Habrá duelo euroasiático en la final

En los últimos minutos, Iancu consiguió rechazar los lanzamientos adversarios en los ataques que podían decidir el partido. Sus compañeros no fallaron y pusieron una diferencia de tres tantos entre los dos equipos a falta de minuto y medio, distancia que a la postre constituyó un obstáculo mayor para conseguir que la remontada se consumara (29-26).

La selección de Europa del Este se verá las caras en la final del día 3 de julio con Corea del Sur, que se impuso a Japón por 30 tantos a 33, en un encuentro igualado que también se decidió en los momentos finales.