La jornada del viernes concluyó con uno de los duelos más esperados del día: Inglaterra – Estados Unidos. Los ingleses llegaban a este partido con la goleada que consiguieron en la primera fecha, ante Irán, al que vencieron por 6-2, mientras que Estados Unidos había jugado un muy buen encuentro contra Gales, pero un penalti infantil le arrebató los tres puntos.

Gareth Southgate apostó por los mismos once titulares de la goleada anterior, destacando la presencia de Harry Kane, quien tuvo que realizarse estudios en uno de sus tobillos por una posible lesión, la cual tuvo en vilo a todo Inglaterra. Finalmente, el delantero del Tottenham dijo presente.

El partido comenzó con unos minutos de mucho estudio entre ambas selecciones, sabiendo que son equipos muy similares. Recién a los 10’ llegó una ocasión clara, con Harry Kane desviando su remate luego de una buena jugada de Saka por la banda derecha. Con esa chance, se empezó a notar una Inglaterra mucho más asentada en campo rival que Estados Unidos, aunque los norteamericanos proponían un juego de salidas rápidas y directas.

Por la derecha estaba la clave de Inglaterra, con asociaciones entre Saka, Bellingham y Trippier que eran demasiado para que Robinson, lateral izquierdo estadounidense, llegara a controlar. Sin embargo, la intensidad inglesa bajó cerca de la media hora de juego y ahí creció Estados Unidos, con una clara chance de gol de McKennie, a la altura del punto de penalti y, unos minutos después, un remate de Pulisic que se estrelló contra el larguero.

Grealish cambió un poco la cara de Inglaterra en el segundo tiempo | Foto: FA
Grealish cambió un poco la cara de Inglaterra en el segundo tiempo | Foto: FA

De ahí en más, fue todo para los norteamericanos, ganando la batalla en el mediocampo y con mucha más energía que los ingleses, especialmente cuando se soltaban futbolistas como Pulisic o McKennie. El propio futbolista del Chelsea volvió a tener su oportunidad, a poco del final del primer tiempo, con un cabezazo que no logró conectar apropiadamente.

Jesús Valenzuela, colegiado venezolano, decretó el final de la primera etapa y todas las esperanzas de goles se guardaron para el complemento, con una ligera ventaja física por parte de Estados Unidos, que parecía tener el partido controlado desde lo físico, pero sabiendo que enfrente estaba una Inglaterra con un poderío ofensivo inmejorable.

Un complemento muy similar

En el inicio del segundo tiempo, volvió a avisar McKennie con un remate lejano, que se perdió muy por encima del larguero. Del otro lado, Inglaterra sufría en la creación de juego y Harry Kane se alejaba demasiado de su área de mayor incidencia, cerca de la portería rival, intentando dar una mano en la elaboración.

Mientras Maguire agigantaba su figura en defensa, con varios bloqueos fundamentales para evitar la caída de su valla, Southgate comenzó a mover un poco el banquillo para intentar darle un nuevo aire al equipo inglés. Ingresaron Henderson y Jack Grealish para reemplazar a un erratico Bellingham y a Sterling, que poco había logrado gravitar en el encuentro.

Con sus primeras intervenciones, Grealish mostró que su regate corto podía ser una gran ventaja a su favor, especialmente contra una defensa estadounidense que comenzaba a sentir el desgaste de tan vertiginoso ritmo que habían mostrado en la primera etapa.

Finalmente, con una ocasión que Harry Kane definió de cabeza y se marchó muy cerca del larguero, el partido concluyó con el empate sin goles en el marcador. Con este resultado, Inglaterra continúa líder del Grupo B, con cuatro unidades y una diferencia de +4 a su favor, mientras que Irán es su escolta, luego del triunfo ante Gales.

Por su parte, Estados Unidos se tendrá que jugar el todo o nada en la próxima jornada, enfrentando ni más ni menos que a Irán, ya que los dos empates lo dejan en una posición desfavorable. Debajo queda Gales, virtualmente eliminado ante la combinación de resultados que se tienen que dar para que pueda clasificar a la próxima fase.