A simple vista puede parecer tosco, torpe con la pelota en los pies. Incluso hay quien lo tilda de antiestético en sus acciones. Sin embargo, a día de hoy ocupa el puesto de Pichichi en la liga española, galardón que premia al jugador más realizador del campeonato. El momento de forma de Diego Costa no ha pasado desapercibido para nadie. De hecho, tanto Vicente del Bosque como Luiz Felipe Scolari siguen de cerca sus pasos desde sus puestos seleccionadores de dos de los países más potentes del mundo futbolístico. 

Portugal, primera parada

El FC Penafiel fue el primer club europeo en darle una oportunidad

Nadie ha regalado nada a Diego Costa. Quizás por eso se vacía en cada partido y no entiende de relajaciones. Criado en la humilde ciudad de Lagarto, Diego dio sus primeros pasos en la élite de la mano del Penafiel portugués. Trece partidos en la Liga da Honra fueron suficientes para dar el salto a la máxima categoría lusa. Diego Costa sería presentado en el Sporting de Braga como un prometedor delantero cuya experiencia profesional se reducía a trece partidos y cinco goles en segunda división. Sin embargo, el brasileño no pudo emular el acierto goleador que obtuvo en el Penafiel y apenas logró convertir un tanto en nueve partidos.

A pesar de no ser un jugador con demasiado gol, el carácter que imprimía Diego Costa en cada jugada - a veces desmedido - fue uno de los motivos de peso que llamaron la atención de Pitarch. El cuestionado Director Deportivo del Atlético de Madrid fue el principal valedor del aterrizaje del ariete de Lagarto al Vicente Calderón. Tenía diecinueve años y todo un futuro por delante

Una espiral de cesiones

Cuatro veces tuvo que hacer las maletas para lograr un hueco en el Atlético

Dicen que los inicios nunca son fáciles. Que se lo digan a Diego Costa. El brasileño llegó a Madrid ilusionado con vestir la camiseta del club de la ribera del Manzanares. Sin embargo, se encontró con un escollo muy difícil de superar. No se trataba de su impulsivo caracter ni de su dificultad para definir. Se trataba de una de las mejores delanteras que han pasado por el Vicente Calderón en los últimos tiempos: la dupla Forlán - Agüero.

Diego Costa aceptó salir cedido al Celta de Vigo, por aquel entonces en Segunda División. Balaídos fue testigo de cinco goles en treinta partidos, un registro algo escaso para un delantero que luchaba por hacerse un hueco entre dos estrellas de talla mundial. Sería la primera de sus cuatro salidas. La temporada siguiente Diego tampoco vestiría la rojiblanca. Albacete sería su nueva casa. Sus actuaciones mejoraron y Diego evidenció una mejora tanto técnica como táctica que se tradujo en diez tantos, el doble que la temporada anterior. 

Con el paso del tiempo el nombre de Diego Costa iba sonando con más fuerza en la zona noble del Vicente Calderón. Su progresión cumplía el proceso previsto y sus condiciones cada día estaban más cerca de Primera División. Y ahí fue donde el brasileño demostró que quería y debía jugar. Nueve goles en treinta y cuatro partidos con la camiseta del Real Valladolid terminaron por convencer a los encargados de la parcela deportiva atlética. Su capacidad para definir seguía siendo mejorable, pero mostraba credenciales suficientes para ocupar un puesto en la primera plantilla colchonera.

La primera oportunidad

El verano de 2010 fue el detonante para que Diego Costa se enfundara la camiseta del Atlético por primera vez en partido oficial. Tras una dura pelea con Salvio por la única plaza de extracomunitario libre, el brasileño se ganó en los campos de entrenamiento el derecho a disfrutar del ambiente del Calderón. No obstante, no sería una temporada fácil para el ariete. Firmó ocho goles a lo largo de toda la campaña, pero las sensaciones fueron de que pudo hacer muchos más. Su comportamiento, cuestionado por muchos, no encontraba ningún pero, todo lo contrario que su capacidad goleadora

Diego Costa no encontraba continuidad en el Vicente Calderón. Sufría en cada partido el murmullo de una hinchada que no confiaba ciegamente en él. Todo lo contrario que en Vallecas, última parada en el camino de hacerse un nombre con letras rojiblancas. Diez goles en dieciseis partidos y una velocidad endiablada y vertical fueron su carta de presentación en el Rayo Vallecano. Sus méritos con la camiseta franjirroja reabrieron una puerta que nunca se cerró del todo en el Vicente Calderón.

La explosión como rojiblanco

Veinte goles la pasada campaña fueron su respuesta a la confianza del Cholo

Veinte dianas entre las tres competiciones fueron el registro de Diego Costa en su regreso al Atlético de Madrid. Muchos de ellos en la segunda etapa del campeonato, poniendose el traje de goleador que Radamel Falcao dejó de vestir por momentos. La irregularidad de Adrián y la falta de chispa del colombiano contrastaban con el hambre y la entrega de Costa, quien se convirtió en uno de los referentes de la parroquia colchonera. Tal era su momento de forma que terminó de encandilar - aún más - a los hinchas atléticos con el gol del empate en la Final de la Copa del Rey ante el Real Madrid, primer ladrillo del triunfo rojiblanco.

Diego Costa se está encargando de demostrar que la temporada pasada no fue fruto de la casualidad. Tanto es así que a día de hoy, con apenas diez jornadas ligueras disputadas, ya registra los mismos goles que en todo el curso anterior. De hecho, el brasileño encabeza la lista de goleadores en el campeonato local, por delante de delanteros como Messi o Cristiano Ronaldo.

Pichichi sin hacer ruido

Cuando en la calle se pregunta sobre las debilidades de Diego Costa, la falta de puntería se lleva el mayor número de respuestas. Sin embargo, las estadísticas lo desmienten. Un total de diez goles en veintiocho disparos sitúan al brasileño por delante de Leo Messi, quien registra ocho goles en treinta y cuatro lanzamientos, y de Cristiano Ronaldo, quien promedia siete tantos de sesenta y ocho intentos. Su porcentaje de acierto es del 35'7, lejos del 23'5 que promedia el astro argentino y aún más distanciado del 10'2 que presenta la estrella portuguesa. 

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