¿Alguien lo sabe? Está como ausente, desorientado. Un chico alegre, jovial, enérgico y que hoy vaga por el verde con rostro serio, agazapado y falto de chispa. Se hace difícil verle así. A él, la personificación de todo eso que gusta a El Sadar: juventud, carácter, calidad, cantera; a él, que tenía todo para ser líder, no solo en el campo, sino también en el vestuario: navarro, de la casa y con mucho potencial. Después de todo lo que sufrió durante la temporada 2012/13, después de todo lo que peleó en sus primeros años en el Promesas, solo tenía que continuar por el camino que el mismo se había construido a base de esfuerzo y trabajo. ¿Por qué se ha apartado del sendero? ¿Por que se ha despistado y perdido en la inmensidad del bosque? Porque esperemos que solo sea eso, un descuido. Pero todo apunta a que hay algo más. Lleva ya mucho tiempo así, toda una vuelta, y no parece dar síntomas de reinserción. El equipo parece que mejora pero él sigue ofuscado. ¿Por qué?

Un hombre que podría ser si quisiera ese jugador franquicia que necesita Osasuna. Está Nino, que ha recuperado el olfato y hoy es el alma del equipo; está De las Cuevas, cuya clase está al alcance de muy pocos, pero que es irregular como él solo; o Neko, un viejo rockero que parecía dispuesto a comerse el mundo y se ha quedado en un decepcionante seis —bien, ni fu ni fa—. ¿Pero él? Era su año, joder. Vale que jugar en Primera y descender no es plato de buen gusto para nadie, pero es joven y Osasuna, por muy mal que esté, es uno de los máximos candidatos en las quinielas para subir de nuevo a la máxima categoría a corto plazo. Eso por no mencionar el cariño que ha recibido en Pamplona a lo largo de todos estos años. Ha tenido momentos difíciles —como todos en esta vida—, pero desde el club rojillo apostaron por él cuando era un pipiolo del Txantrea y el Athletic pasaba de su cara —más adelante volveremos con esto—; le costó entrar en la dinámica del Promesas pero, en cuando lo consiguió, se le hizo un contratazo de estrella y de la grada... de la grada no puede tener ni un solo pelo. A Mendilibar, su gran detractor, se le echó prácticamente porque le tenía tirria —o algo así— al bueno de Torres y a su sucesor casi que lo único que se le exigió fue que pusiera al 21 de Osasuna sobre el césped —algo que aceptó a pies juntillas—. Y antes de eso, cientos de mensajes de socios, periodistas o twitteros en sus diversas formas pidiendo al unísono su titularidad.

El Athletic tanteo al futbolista el pasado verano

Y durante un tiempo Torres correspondió con goles, con pases y, lo más importante, algo que en El Sadar puede salvar al jugador con las peores estadísticas: con entrega. Pero este año algo ha cambiado. No ha sido la opinión de la grada, ni las esperanzas puestas en él, ni su teórico rol en el equipo y, ni siquiera, el favor del entrenador —que es, si cabe, más acusado que con Javi Gracia—. Algo ha cambiado en Roberto, de quien se dice que en verano estuvo demasiado expuesto a los cantos de sirena procedentes del Botxo. En su favor hay que reconocer que el jugador se mostró implicado en la construcción del equipo para la temporada 2014/15 prácticamente desde que terminó el luto del descenso, pero entre las quinielas del mercado al de Arre no se le consideró un fijo en la plantilla hasta bien entrado agosto. Y es que en Pamplona sabían de un cierto interés del Athletic Club; y eso son palos.

Gestionar una oferta de Ibaigane es siempre complicado para todas las partes —y así estamos...—. Lo primero es que siempre es a un canterano —por motivos obvios—, y eso duele. Además, suele ser de los de caché, por lo que para la directiva venderlo suele ser un trago difícil, por el equipo y por la opinión del socio. Luego está el Athletic, que sabe de su reducido mercado y de que, si el propietario de los derechos del jugador está listo, la broma le puede salir por un ojito de la cara, como ocurrió con Kike Sola. Y claro, con la directiva buscando dinero de debajo de las piedras para pagar las deudas, la posibilidad de vender a Torres por un buen montante estaba ahí, independientemente de la opinión del jugador. Y, ¿qué sabemos de esta última parte? Pues, que haya trascendido, nada. El caso es que Torres —y esto no es ningún secreto— desde pequeño pensó en rojiblanco. Formado en el UDC Txantrea, club pamplonés convenido con el Athletic de Bilbao, jugó torneos y entrenó con los de Lezama en más de una ocasión y solo una fuerte apuesta de los rojillos consiguió hacerle cambiar de aires cuando todavía era un chaval.

Sin embargo, el interés de los leones durante el último mercado de verano se quedó en un simple tanteo, ni siquiera hubo una oferta en firme; pero Torres no ha vuelto a ser el mismo desde entonces. Es difícil saber si esto tuvo algo que ver, si terminó decepcionado o disgustado entre tantos rumores o si el motivo de su bajón se debe a cuestiones de índole personal o confianza en sí mismo. Lo que está claro es que, sea lo sea lo que quiera hacer con su carrera, pasa por volver a ser el hombre que encandiló a la afición con su exquisito golpeo de balón, desparpajo y distribución de juego. Si lo logra, volverá a ser dueño de su destino, como cuando se sobrepuso a dos temporadas decepcionantes —en cuanto a minutos jugados— con el Promesas o como cuando regresó del ostracismo tras la marcha de Mendilibar para convertirse en el 10 de Osasuna.

A los datos

Tiene contrato hasta 2016 y una cláusula de rescisión de 12 millones

Y es que la trayectoria de Torres no ha sido fácil. Tras dos temporadas discretas en el filial —apenas 1.549 minutos repartidos en 38 partidos—, se asentó definitivamente en la temporada 2009/10, pero no fue hasta dos cursos después cuando explotaría con el Promesas y como futbolista: capitán del B, máximo goleador con 16 tantos, debut con el primer equipo —el 11 de diciembre de 2011 en La Rosaleda— y renovación de crack. Osasuna apostó fuerte por el joven Torres al que amplió su contrato hasta 2016, con una cláusula de rescisión de 12 millones de euros. No obstante, su logro más importante llegó nada más terminar su curso consagración: Mendilibar, que había quedado gratamente sorprendido con sus cualidades, decidió hacerle —junto a Manu Onwu y Raoul Loé— miembro de pleno derecho de la plantilla de Primera División. Pero algo debió ocurrir entre el de Zaldivar y el de Arre. En la 2012/13, Torres apenas disputó ocho partidos entre liga y copa, en su mayoría, partiendo desde el banquillo. Y eso que en los pocos minutos que estuvo sobre el verde aquella temporada —422 para ser exactos— lo hizo de fábula, mandando incluso un recadito al técnico con su primera diana como profesional en el último partido de liga en el Santiago Bernabéu. Aquel gol y su gran actuación en el coliseo blanco daban la razón a la parroquia rojilla, que se había pasado la temporada pidiendo a gritos la entrada del dorsal 21.

Pero en esto del fútbol el míster manda —casi siempre...— y el míster decía que no. Mendilibar se negaba en rotundo a darle oportunidades y, al termino de la temporada, Osasuna puso su ficha y la de Manu Onwu —en idéntica situación— a merced del mercado bajo la misma premisa de siempre: cesión a un Segunda para curtirse y ganar enteros de cara al próximo curso —aunque casi nunca hay "próximo curso" para ellos—. Pero las bajas, las dificultades para encontrar recambios y la lesión de Nino —ligamento cruzado, AKA 'Mínimo seis meses fuera'— obligaron a la dirección deportiva —y no así al técnico— a dar marcha atrás y hacer ficha a los dos navarros. Ambos tenían una nueva oportunidad, pero Mendilibar lo tenía claro: no eran válidos, o, por lo que sea, no iban a entrar en el once.

Mendilibar le dio la aternativa teórica, Gracia la práctica

En la primera jornada ante el Granada, Torres no fue más que un espectador de lujo, mientras que en las dos siguientes fechas, ante Athletic y Villarreal, tan solo gozó de algunos minutos en la segunda parte —Manu, ni eso—. Pero la mala racha del equipo y los equilibrismos de Mendilibar en la cuerda floja desde al temporada anterior terminaron por pedir la cabeza del técnico, que al término de la jornada 3, tras la derrota 0-3 frente al submarino amarillo, era destituido, dando paso a Javi Gracia y abriendo para Torres un nuevo horizonte de oportunidades.

La primera decisión del nuevo comandante de la nave rojilla fue darle a Torres la titularidad en su primer partido al mando. Fue en el Coliseum Alfonso Pérez, ante el Getafe, y el canterano tardó 10 minutos en anotar su segundo gol con la camiseta del primer equipo. Desde aquel momento, su participación entre los 13, 14 jugadores de referencia del técnico fue indiscutible —hay que tener en cuenta la competitividad que existía en su línea con Armenteros, Cejudo, De las Cuevas y el propio Torres para tres puestos—. El canterano terminó la temporada con un duro golpe, el descenso, pero definitivamente asentado en el primer equipo y como uno de los jugadores más queridos de la afición por su calidad, entrega y origen: Navarra y Tajonar. Un total de 37 partidos —28 de ellos de inicio— y seis goles le avalaban. Pero si la titularidad absoluta todavía no era un hecho, la nueva temporada, con el equipo en Segunda, no dejaba duda alguna de que sería la de la consolidación de Torres como uno de los hombres más importantes del equipo, líder en el vestuario y uno de los jugadores con más calidad del campeonato.

Solo 13 partidos como titular en lo que va de temporada

Sin embargo, en lo que va de curso, Torres no ha cambiado el rol que mantuvo la temporada pasada. Una vez finalizada la primera vuelta, el de Arre acumula 17 partidos de los 21 posibles —siendo titular en tan solo 13 encuentros—, con un balance de 2 goles y 4 asistencias. Y aunque fuera nombrado en el once ideal de septiembre de la Liga Adelante, su rendimiento está dejando mucho que desear. La LFP calificó al jugador como "emblema de Osasuna" y "comandante del centro del campo navarro", un futbolista que "se ha hecho notar en el ataque del equipo con sus dos dianas en el triunfo por 6-4 ante el RCD Mallorca". Pero es que ahí está el truco. Torres cuajó su mejor encuentro ante el equipo balear con, no solo dos dianas —de empujar—, sino también otros tantos pases de gol. No obstante, estadísticas aparte, el centrocampista navarro no jugó ante los de Karpin su mejor encuentro. Evidenció los mismos problemas que llevaba arrastrando durante las primeras citas de la presente campaña; problemas que le llevaron a reconocer en rueda de prensa sus nefastas sensaciones: "Soy el primero que sabe que estoy muy lejos de mi nivel. Soy consciente de ello. Más que yo no hay nadie que sufra por ello. A pesar de que el equipo lo ha hecho bien, yo me he ido a casa con la cabeza gacha".

EQUIPO TEMPORADA DIVISIÓN PJ PT GOLES
Osasuna B 2007/08 Segunda B 18 8 1
Osasuna B 2008/09 Segunda B 20 10 1
Osasuna B 2009/10 Segunda B 28 26 3
Osasuna B 2010/11 Segunda B 31 23 2
Osasuna B 2011/12* Segunda B 35 35 16
Osasuna 2011/12* Primera 6 3
Osasuna 2012/13 Primera 8 4 1
Osasuna 2013/14 Primera 37 28 6
Osasuna 2014/15 Segunda 17 13 2

¿Y el Torres de siempre?

Y es que esa imagen, la de Torres con la cabeza gacha, es perfectamente ilustrativa de que algo le ocurre al futbolista. Acostumbrados a ver un jugador hiperactivo, en constante movimiento y con una sonrisa en la cara, el público de El Sadar se ha encontrado con un futbol lento y carente de alegría, reflejado en el gesto airado del futbolista. A finales de 2011, en plena efervescencia de su fútbol, cuando su juego dejaba perplejos a los aficionados y entrenadores que se acercaban a Tajonar a ver al Promesas, VAVEL.com entrevistó al joven futbolista navarro, que se autodefinía de la siguiente manera: "Soy un jugador que intenta darlo todo siempre. Me gusta no pasar desapercibido y participar en todas las jugadas, porque yo soy un jugador de balón y lo tengo que demostrar y aprovechar". Y si por algo está destacando Torres esta temporada es por pasar desapercibido, incluso en los mejores partidos de los de Urban —incluido el del Mallorca, salvo en las acciones puntuales que engordaron sus estadísticas—.

Por enésima vez: Osasuna necesita a Torres; y Torres a Osasuna. Sin él enchufado el equipo pierde enteros, pero si está bien gana en desborde, verticalidad y gol. Afortunadamente para él, Torres tiene algo que los otros jugadores de la mediapunta —Sisi, Cedrick, Ansarifard, De las Cuevas o incluso Kodro— no tienen: su condición de canterano y una partida de nacimiento que dice "Navarra". De entrada no necesita estadísticas para ganarse de nuevo el favor de la grada, solo actitud y los valores que le enseñaron en Tajonar —que se lo digan a Oier...—; y eso está al alcance de su mano. Con dos encuentros peleones e inteligentes que cuaje el de Arre obtendrá el perdón de El Sadar que —muy importante—: no castiga con sus silbidos, abronca. Y es que la grada soberana sabe que el jugador lo necesita, que debe reaccionar porque, si es así, Torres será el mejor fichaje de Osasuna para esta segunda vuelta.

Torres celebra un gol la pasada temporada. Fotografía: Chema Díaz [As].