El ahora ex-entrenador del Valencia comenzó su andadura en la campaña 2015-2016 con la disposición del pasado año - que tan bueno resultado produjo - y, sin embargo, la distancia entre la expectativa y la realidad este año no puede haber sido mayor. 

Nuno demostró desde su primer día allá por julio del 2014, que era un hombre de ideas fijas y con carácter suficiente para implementarlas. En la noche del domingo se vio a alguien merodear el área técnica, pero no se vio a un entrenador convencido de su proyecto y con capacidad para capear la tormenta. Y, como ocurre con los equipos errantes, el Valencia sufrió uno de los peores partidos desde que comenzase la Era Nuno. 

El Sevilla, que recordemos viene de ser eliminado de la UEFA Champions League y no consigue dar con la fórmula para enfrentar esta temporada, salió a por el partido. No hiló fino como en otras ocasiones pero tuvo el dominio del balón casi por completo y el Valencia, como un perro obediente y sumiso, se rindió a la voluntad ofensiva de los locales y se dejó vencer. 

La primera parte alcanzó su término y el cuadro de Nuno ni se había acercado a ver de cerca a Sergio Rico (que acabaría teniendo una noche sumamente plácida). Uno pensaría que en el descanso el entrenador portugués aprovecharía para dar un último aliento a sus jugadores. Ya que él mismo vaticinaba que ése sería el final, por lo menos arengaría a los suyos una vez más para dejar el club de manera positiva. Pero no. El Valencia prosiguió el guión de la primera parte y dejó el papel activo a los hispalenses. De no ser por el afán defensivo de los centrales ché y alguna que otra intervención de Matthew Ryan, podía parecer que el Sevilla jugaba contra sí mismo. 

Para terminar de catalogar el partido del domingo como una de las noches negras de este Valencia, por sexto año consecutivo se quedó en inferioridad numérica ante el Sevilla, con las expulsiones de Cancelo y Javi Fuego. Lo cual no hizo sino reflejar la realidad que se estaba viviendo, y es que el Valencia deambulaba por el terreno de juego sin cohesión ni ideas. 

Nuno Espírito Santo dio entrada a Rubén Vezo, a Bakkali y a Feghouli con la esperanza de que los dos últimos, en alguna jugada individual, lograran poner el empate en el marcador - porque sólo era un gol el que los separaba de sumar en el Sánchez Pizjuán -, pero tampoco se daría. El de Sao Tomé arrugaba el gesto en el área técnica sabedor de que la situación no tenía vuelta atrás y que había perdido la confianza del club. Si el Valencia quiere aspirar más alto, no puede permitirse partidos como el del domingo. Y Nuno lo sabe. Sabe de la exigencia que recae sobre sus hombros y llegados a este punto, no puede soportar esa carga ni un día más.

No obstante, el mal sabor de boca que dejó el juego del Valencia contra el Sevilla y la ulterior marcha forzada de Nuno deja al club con una inexorable duda capital: ¿y ahora qué?