Hablar de Mehdi Nafti es hacerlo de una especie de futbolista en peligro de extinción. De un verdadero líder que se expresa en el campo y es de pocas palabras fuera de él  porque “cuanto menos hables, más importancia cobrarán tus palabras”. De un mito para los amantes del balompié español de los últimos tiempos. Para los jóvenes nacidos en los años 90 que crecieron deseando obtener su cromo con la camiseta del Real Racing Club y lo temieron cuando se enfrentó a España con la selección de Túnez en el segundo encuentro de la fase de grupos del Mundial de Alemania 2006.

La trayectoria de este pivote defensivo resulta espeluznante. Toulouse, Racing, Birmingham, Aris, Valladolid, Murcia y Cádiz. Internacional con Túnez, logró con el país de origen de su padre la Copa de África de 2004. Emocionado, admite interrumpiendo que, sin duda, es “el recuerdo más bonito de mi carrera deportiva”.

Es incluso chocante que alguien con semejante hoja de ruta se exprese de forma tan sencilla y directa. Que hable de Alain Giresse, Goicoetxea, Héctor Cúper, Ronaldinho y otras tantas estrellas sin dar importancia a sus nombres ni al suyo propio. Como si fueran amigos que disfrutan jugando en el barrio y no los responsables de la felicidad de millones de personas.

Dice mucho de él que, tras unos instantes de duda, decidiera realizar la entrevista vestido de corto con la ropa de entrenamiento del San Fernando CD, conjunto del Grupo X de Tercera División que, desde hace unos meses, le ha permitido realizar sus primeras prácticas como entrenador. Se siente cómodo en el césped de Bahía Sur y transmite paz.

El pantalón corto azul marino que luce permite contemplar directamente una profunda herida de guerra en su pierna derecha. La peor que puede sufrir un futbolista: la maldita rotura del ligamento cruzado.

"En el España - Túnez del Mundial 2006 lo pasé fatal"

“Durante mi recuperación lo pasé mal, pero creo que lo peor vino después, cuando nos enfrentamos a España en el Mundial. Fue mi primer partido completo después de la lesión y jugué fatal, en parte por el desgaste físico que conllevaba enfrentarte a una selección con tanto potencial. Fuimos ganando durante 70 minutos, pero se veía que el partido acabaría mal porque el rival nos comía terreno. ¡Cuándo el árbitro pitó parecía que había corrido tres años seguidos! Y eso que todavía España no había implantado ese juego de toque que le llevó a la cima, pero, a nivel individual, contaba con futbolistas espectaculares”

Alemania 2006: de sueño a desilusión

Cualquier aficionado al fútbol ve una  Copa del Mundo como lo máximo a lo que se puede aspirar. Un verdadero sueño. Nafti tuvo la oportunidad de disfrutar la experiencia, pero, sin embargo, terminó con sensaciones encontradas.

Jugar este torneo es lo que más deseas en tu carrera hasta que llegas a Alemania y te ves con posibilidades reales de clasificarte y no lo consigues. Túnez llegaba fuerte al Mundial después de haber ganado la Copa de África y cuajar una gran Confederaciones. Habíamos ganado a Holanda, Portugal, Suecia y solo sumábamos una derrota en tres o cuatro años. Nadie contaba con nosotros en un grupo con Ucrania y España, pero ir de tapados era mejor. Por desgracia, el primer partido nos mató al empatar contra Arabia Saudí (2-2). De haber ganado ese encuentro, la historia hubiera cambiado”.

Foto: dvdadvdr.com.

En definitiva y hablando en claro, como le gusta al protagonista, “sí, fue un sueño, pero me quedará para siempre el regusto amargo de no haber aprovechado la opción de seguir adelante y alcanzar la gloria”

"Guardo un regusto amargo del Mundial de Alemania"

Una gloría que alcanzó dos años atrás, el 14 de febrero de 2004, cuando su selección hizo valer la condición de anfitrión de esta edición de la Copa de África para regalar a su hinchada el primer título de la historia futbolística tunecina al vencer a Marruecos por 2-1 en la final celebrada en el Estadio 7 de Noviembre de Radés.

Sin embargo, lo peor llegó en semifinales. La selección de Nafti se jugó el pase al choque decisivo en la lotería de los penaltis ante Nigeria. “Fue de auténtico infarto. Si me llegan a elegir para tirar yo creo que me hubiera caído de los nervios”, dice entre risas.

Identidad como clave del éxito

Por suerte para la salud cardiaca de los aficionados al fútbol en Túnez, Nafti no tuvo que lanzar aquel día. Su función era otra. Siempre lo tuvo claro. Cuestión de mantener la identidad. “Como persona no me voy a definir yo, mejor que lo hagan mi familia y amigos. Y como jugador, ya se me conoce: toda mi vida en el centro del campo, con las ideas claras. Era agresivo y jugaba fácil, siempre bien ubicado intentando manejar los tiempos del juego. Yo no era capaz de hacer bicicletas o regates espectaculares. Eso era función de otros".

"Alain Giresse me dijo en agosto que no contaba conmigo y con 20 años tuve que emigrar al Racing"

Así comenzó y acabó su carrera. Manteniendo su estilo, algo vital para alcanzar el éxito. No fue fácil. Claro que no. De hecho, tras debutar muy joven en el Toulouse en la Ligue 1, “el entrenador, Alain Giresse, un pilar de la selección de Francia en los ochenta, me comentó en una pretemporada que no contaba conmigo. Estábamos en agosto ya. Fue muy honesto conmigo, pero imáginate la situación. Yo no tenía ni veinte años y tuve que buscarme la vida, salir de Toulouse. Emigrar”.

Las opciones de encontrar acomodo en Francia, por esas fechas, eran escasas. Nafti eligió marcharse al Mar Cantábrico. O mejor dicho, el Cantábrico lo eligió a él. Su destino fue Santander. El Real Racing Club. Decisión más que acertada. Y eso que comenzó a prueba y en el filial. “Salió la opción de ir a prueba al Racing. Entrené con el primer equipo a las órdenes de Goicoetxea, el gran Goiko. Por suerte, todo salió bien y así fue como debuté en Primera”.

Quizás, solo quizás, el gran Goiko se enamoró futbolísticamente de ese chaval que venía de Francia. Por su agresividad. Por su carácter. La misma con la que, curiosamente, durante este pasaje de la entrevista, Nafti pateó a una avispa que intentaba posarse en su bota derecha. Y por el mismo que demuestra hablando. Decidido, ambicioso, claro. Profesional. Intimidatorio.

Foto: Real Murcia 1919.

Al término de su segundo año en El Sardinero, Nafti tuvo que tomar otra decisión difícil en su vida. Nació en Toulouse, Francia, pero fue convocado por Túnez para la Copa de África de 2002 por su ascendencia africana por parte paterna. Para Nafti fue difícil porque “me siento cien por cien francés y tunecino. Elegir entre ambos es como elegir entre mi padre y mi madre. Jugué en las categorías inferiores de la selección de Francia (Sub-18 y Sub-19), pero en la Absoluta no tenía hueco.

“En mi puesto -continúa- había gente muy importante: Makelelé, Luccin, Vieira, mi compañero en el Racing Dalmat...Túnez me llamó muy joven para aquella Copa de África y no podía decir que no”.

"Santander me hizo como futbolista y como hombre"

Algo estaba haciendo Nafti muy bien en el Racing. Cinco años después de su desembarco en Santander, en 2005, la Premier llama a su puerta. Sin problema alguno, Mehdi se marcha al Birmingham con palabras únicamente de agradecimiento al Racing, algo que perdura a día de hoy: “A Santander voy mucho y me siguen parando por la calle. Guardo muchísimos amigos y recuerdos allí. El Racing es mi club de corazón, junto al Toulouse”. Con nostalgia y haciendo hincapié, destaca que “en esa ciudad me hice como futbolista, como hombre, y por ello le tengo un cariño especial”.

La eterna duda

El hecho de que disfrutara de las que, a priori, son las dos mejores ligas del mundo dio lugar, más que a una entrevista, a un periodo de debate sobre el césped del estadio de Bahía Sur. Lo principal para el entrevistado es que en Inglaterra “te sientes verdaderamente un profesional del fútbol. Allí sí. Para un jugador, yo creo que jugar en la Premier es tocar el techo”.

"Para un futbolista, jugar en la Premier es tocar el techo"

¿Y la liga española? Nafti no duda en cuanto ambiente, pero sí matiza en cuanto al nivel futbolístico: “el fútbol inglés es más atractivo para el espectador porque hay más espacios y se corre más por los numerosos contragolpes que se producen. Y todo ello provoca más goles. Pero si hay más goles es porque existen más despistes defensivos y menos trabajo táctico que en España, que, en este sentido, sí supera al fútbol inglés”.

En las islas británicas, el tunecino vivió una auténtica montaña rusa deportiva en el Birmingham. En sus cuatro años en St. Andrew’s participó activamente en dos descensos a la Championship (segunda división) y dos ascensos a la Premier League.

“Ambas categorías no tienen ni punto de comparación”, afirma rotundo. "Prefiero mil veces verme abajo en la Premier. No tiene comparación con absolutamente nada, de verdad. Estar arriba es bonito para un futbolista, pero como esa competición...ninguna”.

Foto: Premier League

Es vox populi en el planeta fútbol el respeto que se le tiene a un entrenador en los clubes ingleses. La figura del mánager es fundamental en el ecosistema de la entidad y las aficiones respetan enormemente a su técnico aunque los resultados no acompañen. Confianza en un proyecto. Esa es la clave.

Nafti lo vivió en el Birmingham y lo compara con el agobio constante al que se ve sometido un entrenador en España. “Aquí, el concepto de mánager no está asociado al entrenador. El técnico cuenta con sus ayudantes, pero tiene como superior al director deportivo, figura que se está poniendo de moda ahora en Inglaterra por lo que me cuentan, pero lo tradicional es que el mánager sea una fusión entre entrenador y director deportivo”.

"Un mánager ficha, vende y da el once el domingo, pero no pisa el terreno de juego"

Y, a continuación, Mehdi hace un ejemplo claro de la función de este cargo. “Yo tenía a Steve Bruce, excapitán del Manchester United, y lo hacía todo menos esto (plantando un pie en el terreno de juego). Fichaba, vendía y daba el once el domingo, pero no pisaba el césped. Venía de vez en cuando a ver los entrenamientos, pero tenía gente de total confianza para realizar el trabajo diario. Eso sí, te puedo asegurar que en el aspecto psicológico era un genio para gestionar el grupo”.

Nafti concluye con una frase clarividente: “Sí, yo creo que el mánager se parece más a un presidente que a un entrenador en España”.

Grecia nunca más

Durante este periodo de la entrevista se ve a un Nafti nostálgico. Sin decirlo, se le nota a la legua que sus años en la Premier han sido, como él mismo dice, el techo de su carrera. Pero, cuando llega el turno de hablar de su fichaje y estancia en la disciplina del Aris de Salónica griego, baja la voz. Pasa un mal trago. Recuerda lo que para él está prohibido en su código ético: el fanatismo extremo.

Foto: UEFA

A Nafti le gusta la presión, el ambiente hostil, pero no lo que día tras día sufría en su propio club. Se arrepiente y lo dice bien claro. No volvería por nada del mundo. “Fichar por el Aris fue un error. Yo acababa contrato con el Birmingham y me llegó una oferta económica irrechazable de este club. Había fichado a doce o trece futbolistas y querían meterse en Champions. El reto era bonito, pero ahora lo pienso y tengo claro que me equivoqué”.

"En Grecia se vive el fútbol de una manera que yo ni entiendo ni comparto"

En ese momento, quizás uno de los más decisivos de la entrevista, uno de los utileros del San Fernando interrumpe para hablar con el entrevistado. Nafti quiere marcharse del estadio con ropa del club y no de vaquero. No quiere ser diferente al resto del cuerpo técnico y le obliga a preguntar en vestuarios despidiéndole con un “gracias pisha que hace sonreir a todos los allí presentes.

¡Me lo habéis pegado ya! Estoy totalmente adaptado”, dice entre risas. Un francés con dialecto gaditano. Cosas que solo el fútbol puede hacer posible.

Era difícil volver a retomar la seriedad para abordar un momento espinoso, pero Nafti lo consiguió sin problema alguno, reconociendo nuevamente su error: “Allí viví la otra cara del fútbol. La más radical. En Grecia se vive el fútbol de una forma que yo ni entiendo ni comparto. Llegar al extremo de recibir amenazas a diario no entra en mi cabeza”.

Foto: José Manuel Gallardo

El hombre serio, tranquilo y pausado que arrancó la entrevista se muestra, por primera vez, inquieto reviviendo una auténtica pesadilla, tartamudea de rabia al ser preguntado sobre qué tipos de amenazas recibía. Revivir algo así un lustro después debe ser complicado: “Si no ganaba querían romperme el coche, no pagarme durante meses y cortarme la luz y el agua en mi casa. Lo peor es que los aficionados estaban controlados por el presidente. Allí todos van de la mano. ¡Y menos mal que, a pesar de todo, hicimos buenos años!”

No le falta razón. El Aris llegó a ser tercero en la Superliga griega en la 2009-10, clasificándose finalmente para la Europa League de la siguiente temporada, competición en la que derrotó en la fase de grupos al Club Atlético de Madrid tanto en el Calderón (2-3) como en el Kleanthis Vikelidis de Salónica (1-0).

"Me río pensando en Grecia cuando aquí dicen que tienen demasiada presión por ganar un título"

Además, a Nafti lo eligieron como mejor pivote de la liga, por delante de Gilberto Silva, que por aquel entonces culminaba su carrera en el Panhatinaikos. “Pero nada de eso era suficiente”, relata el entrevistado. “Siempre querían más. Yo no podía jugar bien con tanta presión. Me hace gracia que aquí en España se diga que ciertos equipos tienen presión por ascender o ganar una liga. Yo me río y pienso en Grecia”.

La única sonrisa que se le escapa a Nafti sobre su estancia en el país heleno es cuando se le pregunta sobre su entrenador en aquella época. O mejor dicho, sobre el gafe de Héctor Cúper en las finales.

¿Cómo gestionó el preparador argentino aquella semana previa a la final de Copa que disputó el Aris contra el Panhatinhaikos en abril de 2010? “¡Héctor nos lo decía en el vestuario! En broma nos comentaba ‘Chicos, no sé para qué jugamos, con mi gafe en el banquillo no tenemos nada que hacer’. Y, en efecto, perdimos y nos quedamos con la miel en los labios. De todas formas, te aseguro que Héctor es un buen tipo, un gran hombre con el que todavía mantengo algo de contacto”.

Un líder sin sitio

Mehdi Nafti salió del túnel y vio la luz en enero de 2011. El Valladolid reclamó sus servicios para disponer de un hombre con galones sobre el césped. Nafti ya era por entonces un veterano de guerra, un jugador necesario en un vestuario. Un líder, aunque se resista a aceptar el calificativo. “Bueno, podría decirse que sí. Cuando llegué a Zorrilla, el vestuario estaba un poquito roto y el equipo rozaba el descenso. Tuve la suerte de aterrizar junto a Juanito y Sergio Matabuena y entre todos levantamos la situación. Sí, supongo que algo tuvimos que ver con eso”. Tanto que el Valladolid ascendió a Primera División con Miroslav Djukic como técnico.

"Djukic me demostró que las promesas en el fútbol no se cumplen"

Sorprendentemente, el entrenador serbio decidió no contar con Nafti, a pesar de ser el tunecino una pieza fundamental en su esquema. “Djukic me demostró que las promesas en el fútbol no se cumplen. Él quería una plantilla más joven para Primera, pero yo no tenía ningún problema con él y quería seguir. Lástima que fuera más un problema de oficina que deportivo”.

Foto: El Día de Valladolid

La mala suerte, a partir de aquí, se cebó con el internacional por Túnez. Continuó en Segunda División con el Real Murcia en un año que cataloga como “feo, muy feo. Nos salvamos por el descenso administrativo del Guadalajara. Para mí fue horrible por las lesiones, por el entorno...Por todo. Es más, después de aquello yo ya estaba cansadísimo a nivel mental y tenía decidido dejarlo”.

Sin embargo, apareció el Cádiz y todo cambió. “Yo estaba en Murcia de vacaciones, preparando la mudanza junto a mi padre. Raúl Agné me llamó y me pidió que le echara una mano en Segunda B. Pedí tiempo para pensármelo y hablarlo con la familia y me propuse disfrutar un último año, aun sabiendo la obligación que había por ascender”.

Y la cosa salió bien”, continúa. “Me gustaba ese tipo de presión, el ambiente en el Carranza. Pero llegó Quique Pina con su gente y sus ideas. Sin problemas, llegamos a un acuerdo para rescindir y ahí terminó mi trayectoria como profesional”.

Y los ganadores son...

Siete clubes en dieciséis años de carrera profesional.  Un Mundial y un título de Copa África. Con este bagaje es imposible no hacer balance y elegir los mejores momentos. Teniendo en cuenta la inercia de la entrevista, en la que el ambiente en los estadios era protagonista, la pregunta de cuál ha sido el mejor en el que ha jugado era evidente.

"Guardo un gran recuerdo del 3-0 que le metimos al Barça: Ronaldinho ni la tocó"

Y a Nafti le cuesta decidirse: “Hay miles muy buenos. En cuanto a la animación, el Vicente Calderón me encanta, pero el mejor creo que ha sido el Allianz Arena de Múnich. Si lo que se ve en la tele ya es de por sí espectacular, ni te imaginas cómo es por dentro. Una auténtica locura. Tienes que verlo para creerlo”.

¿Y el partido perfecto? Como buen profesional de este deporte, el tunecino se niega a elegirlo en primera instancia: “¡No hay! Es muy complicado no tener ningún error”. Pero tras insistirle un poco, recuerda una gran victoria al FC Barcelona en El Sardinero y cuál era su cometido en aquel choque: “Le metimos tres al Barça con Lucas Alcaraz en el banquillo del Racing y mi misión era que Ronaldinho no participara. Prácticamente, un marcaje individual sobre él”.Tocó un balón y Nafti se fue a la cama orgulloso.

“Fue de estas veces que te dices ‘No he participado mucho en el juego, pero he cumplido con lo que me han pedido’. Ronaldinho no la tocó en 90 minutos y se cansó y se peleó con sus compañeros. Yo veía que no estaba cómodo y por eso guardo un gran recuerdo de aquel partido”.

"¿Mejor jugador? ¡Dios! ¡Dios Zizou!"

El capítulo de mejor jugador al que se ha enfrentado merece un capítulo aparte. Al ser cuestionado, Nafti casi se enfada por dudarlo. “¡El mejor es Dios! ¡Dios Zizou!”. Pronuncia el apodo de Zinedine Zidane con respeto. Con admiración. Con ese “Sisú” que denota sus orígenes porque solo un buen francés puede decirlo así. “No hay más que discutir. Ni Cristiano ni Messi. Zizou y solo Zizou. Era una cosa distinta. Primero él y ya después vienen los demás”.

Y se ríe con la ilusión de un niño que nombra a su ídolo. Por desgracia para él, Zidane no se encuentra en su lista de mejores amigos en el mundo del fútbol. A pesar de ello, Nafti asegura tener muchos en el mundillo, aunque no íntimos. “Los de verdad son del colegio y el instituto y, por tanto los tengo en Toulouse”.

Foto: José Manuel Gallardo

En cuanto a excompañeros “me llevo bastante bien con Javi Guerrero, con el que coincidí en el Racing y ahora está de segundo míster en Las Palmas. También con algunos de cuando debuté en el Toulouse y, sobre todo, con Juanito, el ex del Betis que compartió vestuario conmigo en el Valladolid. Incluso he ido a verle esta temporada a Lepe aprovechando que está dirigiendo al San Roque en Segunda B”.

En ese momento, el utillero del San Fernando vuelve a la carga. “¡Vete con vaqueros!” grita desde la otra banda de Bahía Sur. Nafti, en el mismo tono confirma la recepción del mensaje.

Curiosamente, parecía que la escena estaba totalmente preparada. Llegó en el momento justo. Nafti cuelga las botas. Elimina, siempre en sentido metafórico, de su taquilla la ropa de corto y se enfunda el vaquero para hablar de su nueva vida lejos de los terrenos de juego. Lejos entre comillas, claro. Porque la posibilidad de entrevistarlo surgió cuando comenzó a prepararse el curso de entrenador en el San Fernando.

Ambición como forma de vida

¿En qué ha cambiado la vida de Nafti? La respuesta es sorprendente. “Vivo igual. Tengo un carácter muy fuerte tanto en el campo como en la vida”. Sin embargo, sí que reconoce haber modificado su actitud. “Ahora estoy algo más templado. Le dedico tiempo a mi hija y a mi familia con la que vivo en El Puerto de Santa María y no estoy nada mal. Es más, lo agradezco. No tengo esa presión por estar en forma rendir día tras día”.

Se muestra tal y cómo habla. Relajado. Tranquilo y afirmando para qué acude a diario a las instalaciones de Bahía Sur en San Fernando. “Intento aprender cada día de Pepe Masegosa (actual técnico del equipo azulino) y así construirme otra vida, esta vez en los banquillos”.

"Soy muy ambicioso: quiero entrenar al Madrid o al Barça "

Después de una trayectoria muy completa en lo futbolístico, la duda de cuál es ahora el objetivo de Nafti en la vida la despeja él mismo. Y lo hace tan confiado de sí mismo que incluso asusta. Afamados futbolistas han admitido que su carnet de entrenador es más para matar el ‘gusanillo’ del fútbol que otra cosa. Pero el protagonista de esta entrevista es más ambicioso. Muchísimo más.

“No me corto en absoluto. Tengo una ambición tremenda como entrenador. Soy así. Quiero entrenar al Madrid o al Barça y voy a hacer todo lo posible por conseguirlo”. Escrito queda.

Por suerte para ellos, ni Rafa Benítez ni Luis Enrique estaban presentes en el momento de pronunciar Nafti esta frase. De lo contrario, a buen seguro que hubieran temido por su trabajo por la seguridad de su rival.

Su nueva casa

Sin embargo, la realidad es bien distinta. El presente es el San Fernando y Nafti ya está más que capacitado para evaluar la situación de este club, máximo candidato del Grupo X de Tercera para lograr el ascenso a Segunda B. “El San Fernando todavía está lejos del profesionalismo, pero dentro de la categoría, el míster intenta profesionalizar el vestuario al máximo”. De hecho, los jugadores entrenan por la mañana y solo se dedican a esto. Viven y piensan solo en el fútbol”.

Una ventaja muy importante en Tercera, pero que también conlleva una responsabilidad. “La plantilla tiene una presión enorme por conseguir el ascenso, pero tienen potencial de sobra para lograrlo”.

"El San Fernando es el lugar idóneo para aprender"

Cuestionado por su llegada al conjunto cañaílla, queda claro que el mundo del fútbol es un pañuelo. “Mi amigo Alessandro Gaucci es también muy amigo de Canito. Yo únicamente quería empezar en el Cádiz o en el San Fernando para no tener que desplazar a la familia. Además, se daba la circunstancia de que conocía la manera de trabajar de Masegosa por su etapa de ayudante de Lucas Alcaraz, con el que coincidí en el Racing. Es un lugar idóneo para aprender y, además, entrenamos por la mañana y eso me permite, por ejemplo, poder recoger a mi hija del colegio mientras mi mujer está trabajando”.

Foto: José Manuel Gallardo

Como se puede apreciar, Nafti es ahora mismo una persona normal con un pasado glorioso que todavía colea y que tuvo que sufrir en sus últimos coletazos como jugador. “Me pedían la camiseta en todos los campos de Segunda B a los que fui con el Cádiz y también en Grecia. Claro, te la piden siempre cuando vas como estrella y con un equipo grande. Nadie en el Bernabéu con el Racing me la pedía”.

De ídolo a ¿rival?

Y ahí Nafti sonríe, como invitando a que le pregunten el motivo de esa alegría repentina. Con alguien como él delante, resulta casi imposible rechazar el ofrecimiento. Otra vez vuelve a la palestra el nombre de Zinedine Zidane. Explica, quizás, el verdadero motivo por el que siente tanta adoración por el actual entrenador del Real Madrid Castilla.

A Zizou le he robado todas las camisetas que he podido”, confiesa. “Pero, un día me ocurrió una anécdota a la que guardo especial cariño. Justo al terminar un encuentro en el Bernabéu me regaló su camiseta del Madrid, pero también le pedí una camiseta suya de la selección francesa”.

Foto: José Manuel Gallardo

La cara de Zidane, en ese momento, según Nafti, era de incredulidad. “'Pero, ¿cómo lo hago?', me preguntó retirándonos al túnel de vestuarios. Yo le pedí que me la enviara firmada a casa”. Minutos después, Nafti se encontraba cambiándose en el vestuario visitante del coliseo madridista. Un utillero del Madrid le llamó para conducirlo al vestuario local.

"Ojalá me enfrente a Zidane en un banquillo...y pueda meterle cuatro"

Allí, Zidane esperaba con bolígrafo y papel para apuntar su dirección. “Me la mandó a mi casa. A mi casa, tío. No sé cómo serán hoy en día Cristiano o Messi porque no los conozco, pero él me demostró que era un caballero. Un crack”.

Fuera de los terrenos de juego asegura que se ha encontrado con él un par de veces en París. “Charlamos un poquito, pero esa gente vive en otro mundo, casi inaccesible para el resto”.

Cuando se le pregunta por un hipotético duelo en los banquillos con su ídolo, Nafti vuelve a demostrar su ambición. “Ojalá. Sería estupendo enfrentarme a un equipo entrenado por él...”. Su tono de voz va perdiendo fuerza, como no queriendo culminar la intervención con el impulso que uno lleva en los genes. Finalmente, dicho impulso es insostenible y es recogido por la grabadora: “...y meterle cuatro. Sí, eso sí que sería perfecto”.

La voz de la experiencia

Como si de un guión programado se tratase, la entrevista se encamina al final con un tono moralizador. Con 37 años, diecisiete más que su entrevistador, se ve totalmente capacitado para darle consejos. A él y al resto de jovenes. “Lo más importante es que nunca pierdas la identidad. Ser siempre tú mismo”.

"Me veo reflejado actualmente en Nigel De Jong"

Yo actualmente me veo reflejado en el holandés del Milan”, explica refiriéndose a Nigel De Jong. “Es un tío con carácter, que te intimida, y, a pesar de las críticas que se llevó por su acción con Xabi en la final del Mundial, no ha cambiado su estilo. Además, para triunfar es necesario mucho trabajo. Pero, sobre todo, humildad. Humildad, trabajo y más humildad siendo tú mismo

En el momento de la despedida, la meteorología hace un guiño a Mehdi Nafti. El viento de la Bahía de Cádiz arrecia. Se vuelve agresivo, como el tunecino en el terreno de juego, y ayuda a dar un carácter emotivo a la última cuestión: ¿Qué es el fútbol para él?

“Mi vida. Vivo, respiro y como fútbol. Fútbol: vida”. La respuesta fue seca. Tranquila. Concisa y clara. Un calco a Mehdi Nafti.