La caprichosa suerte ha convenido que los caminos de Valencia y Barcelona en Copa del Rey se cruzasen a la altura de semifinales. El cartel suena prometedor, pues sería la tercera vez que se repite este duelo en la historia de este torneo, pero el momento que atraviesa cada equipo no podría ser más diferente. El Barcelona impera - aunque faltos de la contundencia de otras temporadas - la tabla en Liga BBVA y se clasificó con éxito a la ronda de dieciseisavos de la UEFA Champions League. A grandes rasgos, está cumpliendo las expectativas propuestas. Por otro lado, el Valencia acumula una racha de once partidos sin conocer victoria en Liga BBVA y pasó sin pena ni gloria por la UEFA Champions League, por lo que de su estado de forma no pueden hacerse grandes elogios. Sobre el papel, el caballo ganador es de la Ciudad Condal. 

No obstante, todo es cuestión de perspectiva. Que el Valencia está firmando una de las temporadas más inconsistentes que se le conocen, es innegable, pero si despejamos la niebla podremos ver que todo ese potencial competitivo que no se dejó ver en UEFA Champions League y que se desinfla en Liga BBVA, parece haber ido a parar a la Copa del Rey. En dicha competición registra 5 victorias y un empate, con un total de 14 goles a favor y tan sólo 2 en contra. El club azulgrana suma también 5 victorias y un empate, con 17 goles a favor y habiendo encajado 4 goles. A la luz de unos números, la balanza vuelve al punto muerto. Bien es cierto que los rivales del Valencia eran teóricamente inferiores a los del Barcelona, pero es harto frecuente que el coraje de once jugadores se sobreponga al estatus de algunos escudos. En la guerra y en las eliminatorias todo vale. 

El arrabal ofensivo que propone el juego del Barcelona será el mayor quebradero de cabeza para los hombres de Neville, que tendrán que sudar la elástica si quieren darse una oportunidad. El margen de error es inexistente cuando tienes delante a los mejores futbolistas del momento. Es más que probable que los azulgrana sean amos y señores de la posesión, hilvanando el juego con su paciencia característica y con el agravante de que a esa filosofía se suma el vicio anotador de Luis Suárez y el desequilibrio constante de Neymar. La oportunidad del Valencia pasa por realizar un partido perfecto en que todas las piezas que ahora están esparcidas por la mesa, encajen durante 90 minutos. Durante ese tiempo, la eliminación de la UEFA Champions League tendrá que ser un mero deja vu y el esperpento de la Liga BBVA, un mal chiste. Sólo puede quedar uno y ambos han realizado el trabajo necesario para llegar hasta ese punto. Es cuestión de creérselo.