Zinedine Zidane no pudo tener mejor estreno el día que se ponía, por primera vez, a los mandos del Real Madrid en el Camp Nou. Quizás en uno de los mejores momentos del F.C Barcelona y en uno de los peores para los blancos, el técnico supo dar con la tecla para vencer en territorio enemigo.

Y eso que el partido se podía torcer si Luis Suárez, tras ese balón de Neymar, hubiese conectado bien con la pelota, a portería vacía, para poner el 1-0 a escasos minutos de que comenzará el encuentro. Pero los hombres de Zizou aguantaron el marcador e hicieron una gran labor defensiva ante los Messi, Iniesta y compañía. Y así, lograron dejar un partido muy abierto. Incluso hubo fases de la primera mitad en la que el Madrid creó peligro, gracias, sobre todo a Benzema y a un participativo Cristiano Ronaldo.

La historia si que cambió cuando Gerard Piqué remató un córner, adelantando a los locales y dando el primer golpe en el partido. Parecía que podía ser un golpe definitivo pero Zidane, incansable desde la banda, fue el que puso la primera piedra de la remontada madridista. Seis minutos más tarde, Benzema, que estuvo completamente impreciso en la primera mitad consiguió rematar un centro de Kroos y empatar el encuentro. El galo también supo dar el vuelco al partido cuando sacó al campo a Jesé. Retiró a Karim Benzema y dio ese aire nuevo con la velocidad del canario que, definitivamente, le dio las llaves del encuentro al Real Madrid, que gozó de las mejores oportunidades del partido.

Un gol de Bale anulado, un remate de Cristiano al palo, Zidane veía como se marchaban las oportunidades y su tensión aumentaba junto a los minutos, hasta cayó al suelo cuando se lamentó por una oportunidad fallida. Finalmente, Cristiano ponía el 1-2 y el entrenador francés vio la luz al final del túnel, aunque no perdió el nerviosismo, una vez que llegó el pitido final.

Sin duda, ganó la partida a su homónimo Luis Enrique y, algo que no se le puede reprochar, es su carácter y su forma de vivir el encuentro. Se pasó el partido entero levantado en su área técnica dando indicaciones y no se vino abajo cuando todo se puso cuesta arriba.

En definitiva, demostró que puede dejar su huella en la historia del Real Madrid y que, ha significado un soplo de aire fresco en el banquillo del equipo blanco.