Ahora, el Atlético de Madrid se encuentra en la que muchos califican, mejor etapa de su historia, o, al menos de su historia reciente. A Simeone, el ideólogo de lo que se llama 'cholismo', se le ha dado el crédito que se merece por el camino que ha dado al equipo rojiblanco, que está en el lugar que se merece, entre los mejores equipos del mundo. Pero si alguien abrió ese camino, sin duda ese hombre fue Luis Aragonés. El 'Sabio de Hortaleza' fue quien vio el enorme potencial que tenía el equipo de sus amores y empezó a explotarlo para poder ver al club de la capital de España ganando títulos y peleando por absolutamente todo, que es algo que está sucediendo en la actualidad, con uno de sus sucesores, Simeone, que es el hombre en el que ha recaído la tarea de levantar al Atlético de años de caídas.

Dice un dicho, valga la redundancia, que los buenos plagian y que los genios roban. Pero, en el caso del jugador/entrenador madrileño, hubo otro tipo de genios. Los que se atreven a soñar y llevar a puerto los sueños y las esperanzas de miles de aficionados que creyeron, que tuvieron fe en el trabajo de un auténtico mito, de una leyenda del Atlético de Madrid que dejó momentos para el recuerdo, imborrables para cualquier generación de aficionados colchoneros, que cuatro años después de su muerte, siguen pensando en Luis, lo que supone una parte del gran legado que dejó el hombre que devolvió la ilusión a España, trayendo la que ya es mítica Eurocopa del 2008, con actuaciones dignas de los más grandes, que lo es el nacido en Hortaleza en 1938, forjado a base de trabajo y sacrificio.

La búsqueda de lo mejor para el Atlético hicieron que en varias ocasiones, Luis tuviera que marcharse, y volver a empezar para que Madrid volviese a latir de rojiblanco. Uno de los mejores jugadores que ha tenido el cuadro colchonero en su centenaria historia, al cambiar a entrenador se convirtió en un enorme formador de jugadores, muchos a lo largo de su dilatada experiencia, pero uno de ellos sobresalió de forma extraordinaria, y fue un jovencito delantero de Fuenlabrada que estaba llamado a formar parte, junto a Aragonés, de la historia del Atlético: Fernando Torres. Luis le hizo jugador, y persona, con un cariño y un tesón encomiables, desde que por aquel ya lejano 2001, Torres se pusiera por primera vez la camiseta del equipo de su vida, y se ha convertido en una parte más de las leyendas, del escudo del equipo, junto a su maestro y mentor.

Luis marcó el camino, abriendo las puertas del club a muchos canteranos, que persiguieron sus sueños, desde que un hombre, ya más que eso, un símbolo rojiblanco, les diese paso de forma continuada, y fuese su mejor mentor. Muchos, en los últimos años, como seleccionador español, le criticaron, entre otras cosas, por su mal carácter ante los medios de comunicación, pero los que le conocieron, destacaron su buen corazón y su eterna predisposición a ayudar a sus amigos y familiares, mostrando un espíritu de sacrificio que fue envidiado por muchos, de forma positiva, los mismos que le echan tanto de menos, ahora que ya no se encuentra en la tierra, pero se le recuerda de igual manera que se le animó a las orillas del Manzanares: con coraje y corazón.