Han pasado ya muchos meses desde que el Tenerife de Pep Martí cayera derrotado en la final de la promoción de ascenso ante el Getafe de Bordalás. Aquel era un equipo reconocible, que descansaba en la solidez defensiva que le otorgaba la pareja Jorge Sáenz-Carlos Ruiz desde la zaga y que explotaba al contragolpe con las galopadas de Amath y Lozano. En la presente temporada, el preparador balear no encontró el botón que accionara la maquinaria de su nueva y talentosa plantilla y dejó su puesto a Joseba Etxeberría, que trabaja para dar con la tecla. 

El Tenerife 2016/17 de Martí: haciendo posible lo imposible

El entrenador que había salvado al equipo del descenso la campaña anterior comenzaba su primera temporada completa al frente del banquillo insular. Con el objetivo de no pasar apuros, el Tenerife de Martí comenzó a sacar resultados y sensaciones que invitaban al optimismo. A mitad de temporada, y bien posicionado para pelear por la promoción de ascenso, desde la dirección deportiva se cambió el objetivo y se trabajó para ello. La llegada de Gaku Shibashaki dio un salto de calidad a un conjunto que andaba escaso de creatividad en tres cuartos de campo.

Solidez defensiva y vértigo ofensivo

El conjunto de Martí se construía desde atrás. Las paradas salvadoras de Dani Hernández dieron tantos puntos como los goles de Amath. El portero venezolano hizo una temporada que le colocó, aunque ya lo estaba, entre los mejores porteros de la categoría. 

Dani Hernández. | Foto: LaLiga 1|2|3
Dani Hernández. | Foto: LaLiga 1|2|3

La pareja formada por Jorge Sáenz y Carlos Ruiz fue uno de los grandes pilares sobre los que se asentaba el equipo. La experiencia, liderazgo y contundencia tanto en duelos aéreos como en balones divididos del '14' blanquiazul aportaban garra y carácter a la defensa chicharrera. Sin duda, el veterano central ayudaba a brillar a uno de los centrales más prometedores del fútbol español. Jorge Sáenz es un central del siglo XXI. Muy aseado con la pelota en los pies, con buena salida de balón, capacidad para batir líneas tanto en conducción como a través del pase y una punta de velocidad clave para poder realizar un presión alta. Además, los dos centrales aportaban también al equipo en materia ofensiva en las jugadas de estrategia. 

En la sala de máquinas, Aitor Sanz y Vitolo eran el pulmón del Tenerife de Martí. El mediocentro canario es de esos jugadores que se echan en falta cuando no está, y el equipo le extrañaba cuando se perdía algún partido. Si bien es cierto que a nivel creativo su aportación bajaba, su importancia en el esquema defensivo era clave. Sus coberturas en las subidas de Cámara y Camille, su capacidad para el robo y su intensidad hacía imposible que los rivales pudieran encontrar pasillos interiores para hacer daño. Por su parte, Aitor Sanz era la prolongación de Martí en el terreno de juego. El madrileño llevaba la manija, era el pase de seguridad en la salida de balón y el que iniciaba los ataques, tanto en transición como en estático. Su visión de juego permitía activar a Aarón Ñíguez y Gaku Shibashaki para que conectaran con la delantera. 

Amath y Lozano. | Foto: LaLiga 1|2|3
Amath y Lozano. | Foto: LaLiga 1|2|3

La dupla ofensiva de este Tenerife la formaban Amath Ndiaye y Anthony "el Choco" Lozano. Cuando llegó, parecía que el canterano del Atlético de Madrid jugaría escorado a una banda, pero con el paso de los partidos se convirtió en el hombre gol del equipo. Su punta de velocidad y su talento en el uno para uno le convirtieron en la punta de lanza perfecta para un conjunto que buscaba aprovechar los espacios del rival. Las continuas caídas a banda del senegalés abrían espacios interiores donde Gaku y Aarón se manejaban a la perfección. Además, fue el máximo goleador del equipo. El Choco Lozano, por su parte, era el encargado de potenciar las virtudes de su compañero en ataque. Si bien su cifra de goles se resentía, el nivel de ambos cuando compartían terreno de juego crecía. La capacidad para ganar balones aéreos y para combinar entre líneas y fijar centrales del hondureño, facilitaban la libertad de Amath, que se convertía en un jugador indetectable para la defensa rival. 

El Tenerife 2017/18 de Martí: irreconocible, incapaz e... ¿irreparable?

Una vez asumida la derrota ante el Getafe, la dirección deportiva se puso manos a la obra para darle al entrenador balear los mimbres que le permitieran conseguir el objetivo: ascender a LaLiga. A diferencia del año anterior, este año el objetivo estaba claro desde el minuto uno y se trabajaba para ello. Para suplir la marcha de Amath, Lozano o Gaku llegaron Samuele Longo, Malbasic, Victor Casadesús o Juan Carlos Real. Además, jugadores como Bryan Acosta, Luis Pérez o Lucas Aveldaño también reforzaron al equipo tras las bajas de Germán o Rachid. A priori, la plantilla del CD Tenerife era, por talento y por variantes, muy superior a la que se quedó a las puertas del sueño.

Portería

Por primera vez desde que aterrizó en la isla, Dani Hernández ha visto cuestionada su titularidad en la portería. Los malos resultados, algunos errores y el talento y juventud del canterano Carlos Abad, de vuelta tras su cesión al Real Madrid, han hecho que ambos hayan rotado durante algunos partidos. 

Defensa

La línea menos retocada y, sin embargo, la que parece más debilitada respecto a la pasada campaña. Las continuas rotaciones del técnico no han permitido el asentamiento de una pareja de centrales fija y la llegada de Luis Pérez ha generado competencia a Raúl Cámara en la banda derecha. Las continuas lesiones de Samuel Camille han generado también inestabilidad en el flanco izquierdo.

El equipo se ha mostrado frágil en defensa y los rivales le han hecho daño con muy poco. Las rotaciones han provocado que no se generen automatismos entre ellos y los errores han condenado al equipo. Además, la adaptación de Lucas Aveldaño y la vocación ofensiva de Luis Pérez, así como el bajo rendimiento de Raúl Cámara han vuelto muy vulnerable al equipo defensivamente. 

Centro del campo

Aitor Sanz y Vitolo continuaron siendo piezas clave para Martí. La llegada de Bryan Acosta aportó variantes a los sistemas del técnico balear. El hondureño encaja en el perfil de box to box británico. Con capacidad para trabajar en las dos áreas y con su buen golpeo, le condena su desorden táctico, lo que ha hecho prácticamente imposible su alineación en el doble pivote habitual del técnico balear. 

Juan Carlos Real. | Foto: clubdeportivotenerife.es
Juan Carlos Real. | Foto: clubdeportivotenerife.es

En la línea de tres cuartos de campo, el CD Tenerife sumó a Juan Carlos Real, Victor Casadesús, Paco Montañés y Juan Villar, todos ellos jugadores contrastados que debían dar un salto de calidad al equipo. Sólo Juan Carlos Real ha podido cumplir las expectativas. Partiendo desde banda izquierda como hacían Gaku o Aarón, su aportación goleadora, su facilidad para combinar entre líneas y su clarividencia en el pase han sido de las pocas alegrías que ha tenido la afición blanquiazul este año.

Las lesiones han lastrado por completo a Paco Montañés y Juan Villar, que solo han podido dejar destellos de su talento, mientras que Casadesús, que empezó la temporada lesionado, ha ido asentándose como el mediapunta titular del equipo. Suso Santana y Tayron, los dos hombres que se mantenían de la temporada pasada, y al igual que el resto de sus compañeros, parecen no encontrar el punto de forma adecuada que les permita rendir como en el pasado.

La delantera

Para suplir la marcha de sus dos máximos goleadores, la dirección deportiva no reparó en gastos. Samuele Longo, uno de los máximos goleadores de la categoría la temporada anterior, y Filip Malbasic llegaron para abastecer de goles al conjunto chicharrero. El inicio no pudo ser mejor. Los dos delanteros parecían entenderse y complementarse a la perfección, pero, con el paso de los partidos, el nivel del serbio bajó y Longo, que sostenía al equipo a base de goles, sufrió una lesión que dejó al equipo huérfano de goles. 

Samuele Longo celebrando un gol. | Foto: clubdeportivotenerife.es
Samuele Longo celebrando un gol. | Foto: clubdeportivotenerife.es

¿Juego de posesión o contragolpes? 

Los malos resultados y el no cumplimiento de las expectativas son los factores que han acabado con el ciclo de Martí en el Tenerife, pero estos han venido propiciados por un factor determinante: el entrenador no ha podido, o no le han dejado, desarrollar una idea clara de juego. Ha pasado por distintos sistemas, desde el 4-2-3-1 al 4-3-3 pasando por el que parecía su favorito, el 4-1-2-1-2, aunque sin dar con la tecla ni asentar ninguno. 

Con la llegada de tanto talento en la zona de tres cuartos, parecía que el equipo blanquiazul estaba destinado a implantar un fútbol de asociación y a dominar los encuentros en campo contrario. Sin embargo, los mejores partidos de la temporada llegaron cuando el equipo disfrutó de espacios

Los partidos en el Heliodoro Rodríguez López se convirtieron en una agonía para un equipo que, cuando el rival decidía replegarse en campo propio, se ahogaba en la posesión. La falta de un mediocentro organizador y de unos extremos que rompiesen por fuera convirtieron al equipo en un conjunto previsible con la posesión, y que sólo desequilibraba a través de la verticalidad. El técnico no ha sabido ofrecer alternativas o variantes a sus jugadores que abriesen los encuentros.

La llegada de Etxeberría... ¿a tiempo?

La llegada del técnico vasco ha cambiado el horizonte de la afición chicharrera. En los dos partidos disputados, el equipo no ha perdido, si bien es cierto que fuera de casa, ante el Alcorcón, repitió muchos de los vicios que ya tenía con Martí. Defender mejor, es, sin duda, la cuenta pendiente de este equipo y su nuevo entrenador lo sabe. Su trabajo, aún imposible de valorar, parece que ya traza unas líneas claras: implicar defensivamente a todo el equipo, mejorar las fases de posesión y mejorar los hábitos diarios de los futbolistas para que así les ayude a aumentar su rendimiento.

La principal novedad, hasta el momento, es el cambio a un sistema fijo de 4-2-3-1 y a un once tipo con ocho o nueves futbolistas clave, sin excesivas rotaciones. Además, cuenta con la llegada de Luis Milla, mediocentro procedente del Fuenlabrada, y que desde su llegada ha cogido la manija del equipo. Su capacidad para batir líneas en conducción y a través del pase, y su trabajo ofensivo y defensivo han dado vitalidad a un centro del campo apagado. También ha aterrizado Álex Mula, desde Málaga, para aportar el desborde y el uno para uno que tanto ha echado de menos el conjunto blanquiazul. Ambos apuntan a ser fijos en los esquemas de Etxeberría.