En el fútbol, como en la vida, hay que ir de frente, aceptar los errores, reconocerlos y procurar no repetirlos. Paralelamente, el nivel de autoexigencia debe ser acorde a los objetivos fijados y al potencial que se pueda desplegar para alcanzarlos. Esto, que parece tan obvio, está muy lejos de cumplirse en el actual Granada CF.

El club rojiblanco venció con contundencia el jueves pasado al Sporting en Los Cármenes con un rotundo 5-0 que hizo olvidar la pésima imagen ofrecida en el anterior encuentro en casa y la mala racha lejos del Zaidín. Pero no nos llamemos a engaño: aunque el Granada cuajó un partido soberbio y cargado de acierto, evidenció graves carencias en defensa que los gijoneses no supieron materializar, topándose en varias ocasiones con Raúl Fernández.

Lógicamente, el abultado resultado, inédito en Los Cármenes desde 2010, desató el delirio de una afición que celebró por fin una plácida victoria. Esa placidez dio paso a los “olés” en la grada tras cada pase local completado, a la petición de una ‘manita’ y a la más que discutida ‘ola’ recorriendo las gradas del feudo nazarí.

El fútbol es un espectáculo y como tal hay que vivirlo, qué duda cabe. Sin embargo, da la sensación de que la afición rojiblanca mostró el jueves cierta falta de madurez y no gestionó con solvencia la borrachera de goles. Hay que celebrar, sí, pero también hay que ser exigente con un equipo que por plantilla y presupuesto está llamado a ser uno de los mejores de la categoría. La afición juega un papel importante en ese sentido y debe ser consciente de ello de cara al futuro. A mediados de octubre, la afición del Granada CF ha de exigir a un equipo capaz de dar mucho más de lo que está dando. De conseguirlo, ya habrá tiempo de ‘olas’ y “olés” en junio.

Del éxtasis del jueves pasamos a la debacle del domingo en Tenerife. Otra más lejos de casa, donde este Granada muestra su peor cara tanto colectiva como individualmente. No sabemos con claridad cuál fue el plan de partido previsto por Karanka, pues el duelo se jugó de cabo a rabo a lo que quiso el ‘Tete’ y el cuadro nazarí fue un pelele en manos de los chicharreros, que incluso pudieron marcar alguno más.

Lo que sí sabemos es que el entrenador vasco estuvo muy desafortunado en la rueda de prensa posterior. Achacó las rotaciones, muchas de ellas inexplicables, la mala imagen y la derrota al cansancio y al riesgo de lesión de algunos futbolistas, poniendo en la diana a los encargados de la preparación física del plantel.

Un equipo como el Granada no puede andar echando balones fuera y tirando de excusas después de cuatro derrotas en once partidos. La situación todavía es reconducible y hay tiempo de sobra, pero todos los estamentos del club han de centrarse y establecer como prioridad única la mejora inmediata sobre el césped.