"Las finales no se juegan, se ganan", "Solo hay un campeón y va de rojo y blanco", "Ganar, ganar, ganar y volver a ganar....". El mundo rojiblanco tendrá en mente las frases que tú, como amante del club de tus amores, acabarás de leer. Unas palabras, un discurso totalmente cuidado, que en su momento un genio del fútbol utilizó para defender a un club que en vez de seguir creciendo, por desgracia cae en picado sin detenerse.  

La insostenible situación rojiblanca y el injusto trato que da una afición que no recibe nada a cambio, a pesar de apoyar en las malas y en las peores, provoca en la hinchada rojiblanca un picor en sus cabezas al recordar las palabras que un día relató  'El Sabio de Hortaleza'.

A día de hoy, vender humo no es necesario, para ello ya están los grandes medios, aquí te ofrecemos la verdadEl Club Atlético de Madrid se encuentra, en este momento, en el peor momento de su 'era moderna'. Una etapa que se inicio un ya pasado 21 de diciembre de 2011. 11 años han pasado ya desde aquel momento. 11 años inolvidables. 11 años de éxitos. Pero lamentablemente 11 años que parecen haber acabado. 

La afición está cansada y es normal, porque no solo aquellas palabras que Luis Aragonés pronunció parecen haber desaparecido, si no que, el discurso del que ha sido, y de forma indiscutible, su gran sucesor también lo ha hecho. Pero, y a pesar de todo, la afición aguanta, recuerda, anima y vuelve a animar sin nunca pedir nada a cambio, hasta que, y de forma merecida, se ha cansado.

Cierto es que los ciclos se acaban, y este parece haberlo hecho. Pero otra cosa también muy cierta es que el respeto y el recuerdo es algo que nunca se ha de olvidar. Y en estos últimos tiempos, el circo interno en el que vive el técnico, la afición y la directiva del Atlético de Madrid parecen haberlo hecho.

Este fin de semana, y después de 119 años de historia, durante la primera parte del partido liguero habitual la afición ha decidido quedarse en los aledaños de un Metropolitano, que sin faltar respeto a Civitas, ha sido vendido al mejor postor, que en este caso ha sido la deslealtad a una afición que, insisto, sin pedir nada a cambio, lo ha dado todo por el rojo y blanco al que ama.