Fiel a su estilo Diego Pablo Simeone salió al terreno de juego con el ya clásico 4-4-2 formado por Vrsaljko, Giménez, Lucas y Filipe Luis en la defensa, el medio del campo para Saúl y Thomas, que era la novedad dejando a Gabi en el banquillo, en las bandas estaban Koke y Correa y en la punta de ataque la pareja de moda formada por Diego Costa y Antoine Griezmann.

La primera parte fue un tanteo por parte de ambos equipos que no querían arriesgar demasiado por si se les ponía el partido cuesta arriba. El Atlético llevó las riendas del partido controlando el juego y creando espacios con balones a las bandas que solían terminar en centros laterales. Saúl y Thomas eran el corazón de este Atlético repartiendo juego a todos sus compañeros y no había ninguna jugada que no comenzara en sus botas.

Poco a poco el Athletic se iba cerrando atrás y los ataques del Atlético de Madrid se intensificaban según avanzaba el cronómetro en el Metropolitano, pero el gol se seguía resistiendo, llegando al descanso con un cero a cero que reflejaba una primera parte conservadora por parte de ambos conjuntos.

En el comienzo de la segunda parte se produjo el primer movimiento de banquillo por parte de Simeone, entro de manera obligada Godín por Lucas que se retiró con molestias al terminar los primeros cuarenta y cinco minutos.

En el minuto sesenta el Cholo vio como el Athletic estaba totalmente cerrado atrás y leyó perfectamente que el equipo necesitaba pólvora para dinamitar la defensa vasca, y para ello sustituyó a Koke por Gameiro, de tal forma que el francés se colocó en la delantera junto a Diego Costa y Girezmann cayó a la banda izquierda, formando una delantera potente que garantizase el primer gol del partido.

Siete minutos después de su entrada al terreno de juego Gameiro abría la lata y colocaba al Atlético de Madrid por delante en el marcador. La pizarra del Simeone había funcionado a la perfección con una lectura impecable de la situación que atravesaba el partido.

El equipo tenía el control del partido, pero al Cholo le gusta agarrar el encuentro con las dos manos, y para ello metió a Gabi por Correa, de tal forma que el conjunto rojiblanco se hizo con el centro del campo y no dio opciones al Athletic de Bilbao para progresar con éxito hacia la portería de Oblak.

El Atlético era amo y señor del partido, y lo demostró con el gol del Diego Costa tras un mano a mano en el minuto ochenta. De este modo el conjunto local cerraba un partido muy bien planteado tácticamente por Simeone, que supo interpretar perfectamente las situaciones del juego. Como cada partido el peligro llegó por las bandas y con pases en profundidad a la carrera de los hombres de arriba.