La campaña de Osasuna no ha sido la más meritoria de la historia del club, algo que ha propiciado que el conjunto pamplonés abandone la categoría antes de tiempo y con varias jornadas de antelación. Esto se puede deber a varios factores, cómo una mala planificación de la temporada al principio de la misma, el hecho de que hayan pasado tres entrenadores por el banquillo osasunista desde el mes de agosto hasta la fecha -Enrique Martín a principio de temporada, Joaquín Caparros a mediados y Vasiljevic hasta la fecha-, la prácticamente nula eficacia en ataque o simplemente atribuirlo a la mala suerte que ha tenido el equipo en momentos puntuales de la campaña en ciertos encuentros. Cabe destacar partidos ante el Málaga, en el que un error del guardameta privó a los navarros de obtener los tres puntos, o el hecho de desaprovechar ciertas ventajas en el electrónico por falta de tensión.

Pero si hay algo a lo que echarle la culpa es al tremendo y pésimo balance de goles encajados en las treinta y seis jornadas disputadas hasta la fecha. Y es que tras los cuatro goles encajados el pasado domingo ante el Valencia, el equipo dirigido por Vasiljevic cuenta con un total de ochenta y ocho goles encajados, una auténtica barbaridad. Detrás de esta estadística se encuentra algo aún peor, ya que hay que remontarse hasta la temporada 50/51 para ver a un equipo encajar más goles que Osasuna. Aunque bien es cierto que la escuadra catalana pulverizó este antirécord, al hacerlo en tan solo 26 encuentros. Y en el olimpo de esta sección de récord negativos encontramos al Lleida, que en 30 encuentros disputados llegó a encajar la monstruosa cifra de 134 goles, algo inaudito. Lejos del promedio de 2'44 goles por partido y un descenso más que merecido de los navarros.