Diez años después, al Bilbao Athletic se le vuelve a presentar la oportunidad de ascender a la segunda categoría del fútbol nacional. En una temporada en la que el primer equipo no ha traído muchas alegrías a su hinchada, los cachorros se han empeñado en darle una despedida como se merece a San Mamés, y qué menos que con un ascenso.
La temporada
Sin fisuras, sabiendo lo que querían y sin dejarse vencer por la presión. El comportamiento de los jugadores rojiblancos ha sido ejemplar durante toda la competición, en la que han tenido en todo momento posibilidades de ascenso, incluso posibilidades de lograr la primera plaza pero, de alguna manera o de otra, estas se han diluido y el equipo ha tenido que conformarse con una nada desdeñable tercera posición.
Un dato esclarecedor de esta cuestión es que la peor posición de los pupilos de Ziganda ha sido la novena plaza, en la que se vieron emplazados en la jornada 2, nada más comenzar la liga. Dos jornadas después, el equipo ya marchaba segundo y no se iba a apartar de las posiciones que dan derecho a playoffs.
En la jornada 34 el Alavés se mantenía líder con 2 puntos de ventaja sobre Eibar y Bilbao Athletic. Teniendo en cuenta de que los cachorros recibirían en San Mamés a los babazorros, la ilusión se disparó entre los aficionados bilbaínos que fantaseaban con la posibilidad de ver al filial en el primer puesto de la clasificación. No obstante, tres derrotas seguidas ante el Barakaldo, Alavés y Real Unión acababan con cualquier posibilidad de liderar el grupo y se tenían que resignar con una tercera posición.
El equipo
Precisamente lo mejor que tiene el filial rojiblanco es que son un equipo. La mayoría de los jugadores, acostumbrados a jugar juntos en categorías inferiores se conocen a la perfección, lo que ha permitido el juego de esta temporada. Dirigidos por un entrenador de categoría, los jugadores no han puesto fin a su imaginación, lo que se ha traducido en buen juego y mejores resultados.
Empezando desde abajo, el Bilbao Athletic cuenta con un bloque muy sólido. Magunazelaia guarda la meta de Lezama, presionado por Kepa, el portero al que todos esperan en Bilbao para sustituír a Gorka Iraizoz cuando llegue el final de su etapa en el botxo. Dos porteros de garantías que apuntalan la meta vizcaína.
Albizua y Bustinza son los encargados de formar el corazón de la zaga rojiblanca, que está flanqueada por dos jugadores de clase, como Jonás Ramalho y Enric Saborit. Aunque el primero ha estado ausente durante gran parte de la temporada debido a la llamada de Marcelo Bielsa, su baja ha sido bien cubierta por Jon García. Estos laterales han sido el motor del equipo, que ha tenido preferencia por mover la pelota por las bandas aprovechando la rapidez de dichos jugadores. Partidos tan importantes como el que enfrentó a los cachorros con el Lleida Esportiu se ganaron gracias a estos jugadores.
Nada tiene que envidiarle el mediocampo a la retaguardia vasca. Nombres como Eguaras, Erik Morán, Aketxe y Goti mucho han tenido que ver en la tercera plaza local. El modelo del filial es parecido al que Marcelo Bielsa emplea con el primer equipo, pero en este caso, el sistema funiciona. Jugadores talentosos, capaz de abrir espacios y marear al rival moviendo la pelota de arriba abajo. Un quebradero de cabeza para todos los equipos que visitan las instalaciones de Lezama.
Arriba dos son los nombres que destacan por encima del resto. Jonxa Vidal y Guillermo. Dos auténticos diablos que saben aprovechar cualquier ocasión. Rápidos, polivalentes y potentes, la pegada de estos jugadores ha permitido al Athletic ser el segundo equipo más goleador de la Segunda División B con 64 dianas, dos menos que el máximo goleador, el Hospitalet (66).
Es por ello que el Bilbao Athletic se ha convertido en un rival a tener en cuenta de cara a los playoff. Un equipo sin complejos, joven y con mucho margen de progresión, lo que unido a la ilusión de los cachorros podría ser una baza muy interesante para que Bizkaia pueda contar de nuevo con un equipo en la Liga Adelante.