Leonardo del Cristo Ramírez Rodríguez (Telde, 20 de junio de 1992) es uno de los jugadores amarillos que tuvieron que buscar soluciones a su falta de minutos fuera de las fronteras isleñas. Desde que se consumara el ascenso, el proyecto para Primera División se fraguaría desde la apuesta por la cantera. No obstante, la gran cantidad de jugadores en posiciones de mediocampo restaría visibilidad a Leo, que tendría que verse obligado a competir con activos de la talla de Roque Mesa, Vicente Gómez, Hernán, etc.

El futbolista -que ha cumplido 24 años esta semana- y la entidad consensuaron que su salida sería una idea de futuro y una manera de buscar su madurez dentro del terreno de juego. Una experiencia que ahonda en el plano personal y profesional del jugador y que en el caso de Ramírez ha servido para "valorar muchas cosas". Así lo confirmaba en declaraciones recientes a la emisora oficial del club. Además, admitió: "Uno nunca quiere salir de casa porque si puede jugar con el equipo de su tierra y en la máxima categoría no piensa ni en salir. Pero en cuanto a lo personal me ha servido mucho y tengo como ejemplo a Roque".

"Tiene un gran nivel técnico, le gusta tener el balón y tiene mucha llegada a gol"

Pero hay que retrotraerse al momento de su llegada al club extremeño, ya que su futuro no se dirimió hasta el último instante. Su incorporación fue oficialmente confirmada dos días antes del cierre del mercado estival. Hasta el 29 de agosto con la incógnita abierta y su destino, pendiendo de un hilo. Pero finalmente la operación se saldó con éxito tras haber llegado las partes a un acuerdo para su cesión. Desde entonces, su nuevo entrenador, Ángel Marcos, avaló su contratación: "Como a muchos jugadores canarios, lo que le hacía falta era salir. Tiene un gran nivel técnico, le gusta tener el balón y tiene mucha llegada a gol. Cuanta más calidad tengamos en el centro del campo, mejor, porque eso nos dará mucha más posesión del balón".

Así, Leo Ramírez comenzó la temporada con expectativas altas de poder triunfar. Y oportunidades no le faltaron. Disputó 33 partidos, 30 de los cuales como titular, como consecuencia de sus 2638 minutos. Asimismo, fue amonestado hasta en diez ocasiones con tarjeta amarilla y castigado con una expulsión. De este modo, su mayor lastre fue no haber sido más efectivo de cara de portería. Su rol quedó reducido al ámbito creativo en la medular, pero haciendo gala de su envergadura (1'93 metros) aprendió, según sus propias palabras, a adquirir "la garra, jugar cada balón como si fuera el último".

Su empeño y ahínco no fueron suficientes para que el Cacereño mantuviera la categoría

El talentoso futbolista grancanario evolucionó dentro y fuera del verde. Cada fin de semana emitía vibraciones positivas en tanto que su esfuerzo y tesón eran constantes. Aprendió que el fútbol actual requiere sacrificio, constancia y en ocasiones dejar atrás el entorno más próximo. Hasta que la temporada, en un alarde de fugacidad temporal, llegó al desenlace. Tras varias jornadas cosechando resultados negativos, el Cacereño resurgió y consiguió eludir el descenso directo; no así el puesto de playout o playoff por la permanencia. Dos eliminatorias que constan de sendos enfrentamientos entre los equipos que hayan quedado en decimosexto lugar de cada grupo. Así, tras el cruce ante el Linares Deportivo, el Cacereño vio consumado su descenso a Tercera.

Su futuro, aún por resolver

Después de una temporada en que sus objetivos personales se vieron cumplidos, era turno de regresar a las islas. El centrocampista ya se encuentra ejercitándose en días alternos con un preparador físico para ponerse a punto de cara a la pretemporada. En este sentido, afirma: "Mis compañeros están un paso por delante y yo tengo que llegar al mismo nivel que ellos. Si llegas con un plus de más va a costar bastante menos y tengo que llegar con el nivel que tienen mis compañeros". Una cuestión que relacionó a su futuro: "Me queda un año y hasta ahora no sé nada de lo que va a pasar. Hablará el club con nosotros y se nos dirá lo que piensan".

Ramírez es consciente de la dificultad que aclimatarse al ritmo de una plantilla de Primera, pero no desiste en su ilusión de pugnar por un puesto en el proyecto de Setién. Esa es la intención del jugador, que sabe que el técnico cántabro ha estado observándole y analizando qué podría aportar su presencia al grupo. Lo que es seguro es que Leo ha ganado confianza, seguridad y el desparpajo que le proporciona la experiencia lejos de su casa. Cada vez falta menos para el comienzo de la pretemporada y todos quieren apuntalar detalles para dar el gran salto. La revolución de los cedidos.

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