En Mestalla, cada temporada reina la ilusión de volver a ser aquel equipo que hacía frente a los grandes gracias al equipo que se había creado. Aunque no existan motivos para creer, los valencianistas siempre tienen esa confianza en que este sí será su año.

Empezar el año con el pie izquierdo

Se acaba un año más, y este 2016 no ha dejado indiferente a nadie que ha llegado a la capital del Turia. El año arrancó con un partido de infarto, loco, ante un Real Madrid que rascó tan solo un punto de Mestalla gracias a la imprecisión de los jugadores. Los de Gary Neville pusieron el toque de emoción a un partido repleto de polémicas en el regreso de Rafa Benítez a la que fue su casa.

Una gran noche para arrancar el año con el pie derecho en la que, además, también aparecía renovada la imagen del autobús oficial. Los siguientes compromisos dejarían al Valencia más tocado de lo que ya acumulaba desde principios de temporada. La victoria no se conoció en el mes de enero y las alarmas volvieron a sonar para los murciélagos.

Dos derrotas, ante Real Sociedad en Anoeta y Sporting de Gijón en Mestalla, y dos empates ante Rayo Vallecano y Deportivo. Resultados a los que cabe sumar el empate inicial con el conjunto blanco de Rafa Benítez. El Sporting, por su parte, logró conquistar el feudo valencianista en el que nadie había logrado imponerse desde noviembre de 2014.

Si algún equipo tiene siempre la ilusión en la Copa del Rey, es el Valencia CF. Una competición en la que consiguieron sellar el pase hacia las semifinales tras imponerse ante Las Palmas en cuartos de final y superar con goleada, al Granada, en octavos. A pesar del mal trago en Liga, Gary Neville consiguió colocar al Valencia CF entre los cuatro mejores equipos a nivel nacional.

Regreso de la dirección deportiva

Suso García Pitarch llegaba al club valencianista para hacer frente a la dirección deportiva, siendo el exvalencianista Vicente Rodríguez el primer fichaje de Suso, para acompañarle en la secretaría técnica. Entre los movimientos de mercado, entre otros, llegó la incorporación de Cheryshev para desatascar la situación así como la marcha de Rodrigo de Paul.

Entre lo amargo, el técnico británico empezó a contar con Álvaro Negredo, que pasó de apartado a ser el segundo capitán del conjunto che. Sin embargo, Gary Neville acumulaba once jornadas sin conocer la victoria en Liga para cerrar el primer mes de un año para olvidar. El míster empezaba a sentir la presión mediática tras cuatro semanas de trabajo en Valencia.

El drama se adueña de Mestalla

Si el año había arrancado con un carácter positivo ante el Real Madrid, y una mala cosecha de resultados, el segundo mes del año empezaba de manera dramática para los valencianistas. El FC Barcelona humilló, catapultó, a un equipo sin recursos que lucía el escudo del Valencia CF en la ida de la semifinal de la Copa del Rey. La ilusión se esfumó de repente y los murciélagos se volvieron benjamines.

La resaca copera pasó factura y una nueva derrota en Liga se adueñó del Valencia ante el Betis, dejando al bloque che en la cuerda floja. Una caída libre que Neville no supo frenar con una pésima preparación. El principal objetivo, que era lograr los puestos europeos, pasaba a ser la lucha por evitar el descenso ya desde febrero.

La afición se volcó con el equipo, recibió a los suyos para darle el aliento en una nueva final después de una docena de partidos sin conseguir la victoria liguera. Mestalla recibía al Espanyol, y a mediados de la segunda mitad el marcador estaba a favor del bloque catalán.

El Valencia no encontró la intensidad necesaria ni tenía las ideas claras, pero logró darle la vuelta al marcador con los tantos de Negredo y Cheryshev, este último empujado prácticamente con los miles de aficionados presentes en Mestalla. La victoria, por fin, podía dar un leve respiro al conjunto blanquinegro.

Los siguientes encuentros se resolverían con una sufrida victoria ante el Granada y una derrota frente al Athletic Club. Además, el Valencia CF se impuso de forma contundente al Rapid de Viena, en Europa League. El camino empezaba a esclarecerse pese al poco fútbol que generaba como bloque.

Amor propio y balones fuera

El Valencia empezó a quererse y la conexión Parejo-Alcácer fue lo más determinante del encuentro y el auténtico Enzo Pérez había aterrizado en Los Cármenes. Era, además, el estreno de Ayestarán como asesor técnico del míster.

La breve racha de victorias para el Valencia era un espejismo que terminaría con la visita de Ernesto Valverde a Mestalla, quien dio una lección táctica y técnica a un Valencia pobre e incapaz de ofrecer un estilo de juego claro. Tres goles, en siete minutos, que devolvían a Neville y los suyos a una cruda e intensa realidad fatídica.

Sin embargo, los siguientes tres puntos conseguidos en La Rosaleda no servían ni de maquillaje para un nuevo mes de marzo repleto de derrotas. Atlético, Levante y Celta pudieron imponerse ante los pupilos de Gary Neville.

Los nervios de los boquerones pudieron con el fútbol mostrado inicialmente y un Valencia que luchó con grandes esfuerzos supo cómo llevarse la victoria. Cheryshev fue el encargado de dar una alegría a la afición, con la ayuda de Kameni.

Poca fortuna tuvo ante el Atleti, que se impuso de forma contundente con tres goles en contra. Plantar cara a uno de los cocos no sirve de mucho si, como equipo, no se funciona sobre el verde. De más a menos y de menos a nada. El Valencia volvía a ser de pequeña dimensión, más al cosechar una nueva derrota en el Ciutat de València. Uno de los eternos rivales le comió gracias a un gol inteligente de Rossi.

El equipo seguía remando a contracorriente. Y sin rumbo. El Celta también saborearía los tres puntos ante un Valencia desastroso que empezó a escuchar, desde la grada, los gritos en contra del técnico. Las fallas habían vuelto a Mestalla y los directivos encendieron la cremà. Gary Neville dejaba la dirección del Valencia tras ser destituido cuatro meses después de su llegada a Mestalla.

La situación deportiva rozaba el ridículo para ser el Valencia, siempre caracterizado por su lucha constante por los puestos más altos de la tabla. Solo tres victorias en cuatro meses y ubicado en la parte media de la tabla. Ayestarán se haría cargo del equipo como primer entrenador hasta finalizar la temporada.

Sin embargo, una nueva derrota en el debut de Ayestarán en el Insular acercaría a los murciélagos a Segunda. La presión era elevada y un temprano gol daba al Valencia una confianza que pronto se esfumaría. Los locales llevarían el peso del partido y con ello lograron dar la vuelta al marcador para que, los tres puntos, se quedaran en las Islas.

Reencuentro de sensaciones en Mestalla

No obstante, los próximos cuatro compromisos se saldaron de forma positiva. Un empate ante el Getafe y dos importantísimas victorias ante Sevilla y FC Barcelona, así como el Eibar, daban un importante, como necesario, respiro para los valencianistas.

Mestalla empujó a los suyos desde el recibimiento y el equipo se echó todo el peso a las espaldas para conseguir la victoria ante los de Unai Emery. La actitud del Valencia en el Camp Nou los dejaba con el marcador a su favor al finalizar la primera mitad, siendo el bloque catalán incapaz de remontar un partido que significaba decisivo en la lucha por el título liguero.

La victoria ante el Eibar significó un impulso de autoestima y reivindicación de un delantero, Paco Alcácer, que consiguió el hattrick sobre el verde de Mestalla. El Valencia estaba convenciendo con actitud, fútbol e intensidad. El juego colectivo volvía a aparecer.

Y con tanto y con tan poco, el Valencia CF llegó a Getafe con hambre de puntos. Después de meses de incertidumbre, parecía seguir una racha positiva para mantener la máxima categoría del fútbol español.  Dani Parejo y Paco Alcácer volvieron a ser determinantes en un mismo partido y arrancaron dos puntos de cuajo que complicaban la situación al club azulón.

Con ganas de terminar

El mes de mayo fue de transición para el conjunto dirigido por aquel entonces por Pako Ayestarán. Con nada que hacer en la competición regular, pues ya era imposible clasificarse para competiciones europeas  y también perder la categoría, los valencianistas no consiguieron ni una victoria en los tres partidos que disputaron.

El derbi de la Comunitat Valenciana entre Valencia y Villarreal lo ganó el conjunto amarillo, con goles de Samuel y Adrián en la primera mitad y con un Valencia sin ideas y sin ganas.

Los dos últimos partidos de liga se saldaron con dos derrotas, pero ambas injustas. Los valencianistas plantaron cara a todo un Real Madrid en el Santiago Bernabéu, en un encuentro que ganaron los de Zinedine Zidane por 3-2. El Valencia fue superior a los blancos en la segunda mitad, pero un gol en fuera de juego de los blancos, tres disparos al palo y una discutible expulsión de Rodrigo privaron a los ches de puntuar en feudo blanco.

Y en el último partido de temporada terminó con una dura derrota en el minuto 94, donde Oyarzábal dió los tres puntos a los txurri-urdin con un gol en una jugada aislada. Con este encuentro, el Valencia puso punto y final a una temporada desastrosa, donde no se consiguió ninguno de los objetivos marcados a principio de temporada.

Planeando la temporada

Finalizado el curso, la actualidad valencianista estaba marcada por los nombres que sonaban para entrar y para salir del equipo. Como siempre, muchos rumores de jugadores que podían reforzar el equipo que se quedaban en rumores: Kostic, Diawara, Albiol o Gustavo Gómez. Estos nombres estuvieron en la agenda valenianista, pero finalmente no recalaron en la capital del Túria.

Pero si que hubo salidas, como la de Feghouli al West Ham, o las de Barragán y Negredo –que se fue por la puerta de atrás después de no haber cumplido en Valencia-.

Quién si que llenó la parroquia valencianista de ilusión fue el primer gran fichaje del verano: Nani. El jugador luso vino procedente del Fenerbache turco, y fue uno de los artífices de la victoria portuguesa en la Eurocopa de Francia.

Foto: Valencia
Foto: Valencia

El medio del campo che fue un auténtico quebradero de cabeza para la secretaría técnica. Durante el mes de julio, se especuló mucho de las salidas de los dos pilares del centro del campo valencianista. Parejo estuvo apartado del equipo y llegaron ofertas interesantes de equipos como el Sevilla, pero finalmente, el madrileño se quedó en Mestalla.

Por otra parte, André Gomes marchó del club rumbo a Barcelona, después de que le fichara el club azulgrana por 35 millones más veinte de variables. También se fue a la ciudad condal Javi Fuego, que junto a Piatti, se unieron al nuevo proyecto del Espanyol.

Además, el Valencia decidió no realizar la opción de compra por Danilo, que volvió al Benfica, De Paul se marchó a Italia para reforzar al Udinese y Cheryshev se fue al Villarreal.

Para suplir estas bajas, vinieron Mario Suárez, Medrán y Fede Cartabia –que volvió después de la cesión al Deportivo de la Coruña-, además de Montoya como sustituto de Antonio Barragán.

Movimientos en los últimos días de mercado

Eran mediados de agosto y la plantilla no estaba confeccionada. Faltaban centrales, dar salida a Aderlan Santos y Abdennour y traer a un delantero referencia. Y por si fuera poco, llegó la “bomba”. El FC Barcelona se interesaba por Paco Alcácer, y pese a que la presidenta del Valencia CF declaró que Alcácer "no se vendía", el conjunto valencianista traspasó al delantero de Torrent al Barça por 30 millones de euros, haciendo enfadar a los aficionados ches. El icono valencianista se había ido a otro equipo, y el Valencia se sentía huérfano.

Además de la venta de Alcácer, el Arsenal también se hizo con los servicios de otra parte de la columna vertebral del esquema del Valencia: Mustafi. El club londinense abonó más de 40 millones por el central alemán.

Los últimos días de mercado fueron una auténtica locura. Hasta los últimos minutos no se terminó de definir del todo la plantilla valencianista. Rubén Vezo fue el elegido para abandonar el barco valencianista, y se marchó rumbo a Granada. Garay y Mangala, procedentes del Zenit y del Manchester City –este último en calidad de cedido- fueron los centrales que reforzarían la zaga che.

Por último, Munir fue fichado como el nou 9, procedente del FC Barcelona, y en parte siendo moneda de cambio del traspaso de Paco Alcácer.

La plantilla se cerró el 31 de agosto, pero a todo esto, la Liga ya había empezado y de muy mala manera para los intereses de los hombres de Pako Ayestarán, pues perdieron por 2-4 ante Las Palmas dejándose remontar y por 1-0 en el campo del Eibar.

El adiós de un referente y los malos resultados marcaron el inicio del curso

La competición no había empezado bien para el Valencia CF, y las dos semanas de parón se presentaron como un descanso más que necesario. Las dos derrotas en los dos primeros encuentros ligueros, ante equipos teóricamente inferiores al conjunto che, empezaron a sembrar las primeras dudas en la capital del Turia.

En los despachos, la situación empeoró todavía más con la venta de Paco Alcácer. El que hasta el momento se había convertido en el referente del proyecto valencianista, por sus indudables raíces a la tierra y al club, abandonaba la que había sido su casa des de su infancia. Todo esto después de que la presidenta Lay Hoon Chan afirmara públicamente que el de Torrent no saldría de Mestalla, ya que el Valencia CF no tenía ninguna intención de venderlo. Este hecho agravó todavía más el desconcierto y el enfado de la hinchada blanquinegra con la entidad y con el propio Alcácer. Además, el club no reparó en un sustituto para el canterano, pieza clave durante las últimas temporadas.

El fuego por la salida del ‘9’ valencianista se fue apagando con el paso de los días y con la vuelta de la liga al feudo che. Con el casillero todavía en blanco, los de Ayestarán estaban obligados a ganar en casa ante el Real Betis, otro rival con aspiraciones menores a las del conjunto blanquinegro. No obstante, una nueva derrota, esta vez en los minutos finales, golpeó a jugadores y aficionados, y el ambiente se volvió a enrarecer.

La afición empezó a pedir responsables por el devenir del equipo, que andaba sin rumbo fijo y en la cola de la clasificación. Las críticas se centraron especialmente sobre el técnico vasco, que fue el primer señalado. En la tercera jornada, y todavía sin sumar ningún punto, Ayestarán empezaba a caminar por la cuerda floja. Y entonces llegaba San Mamés, una prueba que no admitía ningún error más. La victoria supondría un respiro para el entrenador che; pero por el contrario, una cuarta derrota consecutiva supondría tensar demasiado esa cuerda.

El Valencia CF seguía sin levantar cabeza y el técnico fue el primero que tuvo que abandonar el barco 

Y la cuerda se rompió. El Valencia CF seguía sin levantar cabeza y el técnico fue el primero que tuvo que abandonar el barco. La tensión entre la directiva, la plantilla y los aficionados provocó la destitución de un recién renovado técnico. Tras la venta de Paco Alcácer después de ratificar que no saldría del club, el adiós precipitado de Ayestarán evidenció de nuevo las dudas que sembraba el proyecto en su tercer año.

Entonces llegó Salvador González ‘Voro’. Como ya hizo en otras ocasiones, el delegado valencianista asumiría por un breve período de tiempo el cargo de entrenador. Sus estancias en el banquillo che no habían ido nada mal, pero esta vez la situación era más delicada que nunca. Aun así, el ‘hombre de club’ asumió el cargo con la misma humildad que siempre, dispuesto a reflotar a un equipo que se hundía cada vez más con el paso de los partidos.

Fue aterrizar Voro y con él las victorias. En tan sólo cuatro días, el nuevo inquilino del banquillo blanquinegro ya había conseguido seis puntos de seis posibles. Dos victorias seguidas en liga que suponían mucho más que eso. Suponían recuperar la confianza que se había ido perdiendo, la esperanza de empezar a escalar puestos en la tabla y, por ende, apaciguar el ambiente que se vivía en torno al club.

Fue el momento entonces de presentar al que se haría cargo oficialmente del equipo. Después de tres apuestas arriesgadas con entrenadores sin gran trayectoria a sus espaldas como Nuno, Neville o Ayestarán, llegaba a Valencia todo un técnico consagrado como Cesare Prandelli. El italiano fue el escogido para seguir la buena dinámica empezada por Voro y devolver al equipo a zona europea.

A pesar de su fichaje, el delegado reconvertido en entrenador todavía tuvo que dirigir un encuentro más. La escasa preparación de la que dispondría el nuevo fichaje de cara al choque ante el Atlético de Madrid provocó la prolongación de la estadía de Voro en el banquillo. No obstante, este último no pudo alargar su buena racha, y el Valencia CF cosechó una nueva derrota.

Tras esta, Prandelli se puso manos a la obra. Con mucho trabajo por delante, el italiano disponía de quince días sin competición para transmitir su idea de juego a la plantilla. Su primera prueba al frente del equipo tuvo lugar lejos de Mestalla, en Gijón, donde consiguió estrenarse con tres puntos. El recién llegado hizo buena la dicha de a entrenador nuevo, victoria segura. No obstante, hasta el momento no ha podido volver a sumar de tres en tres en competición liguera.

A entrenador nuevo, victoria segura

Con un mejorado ambiente, Mestalla recibía a uno de los aspirantes al título, el FC Barcelona. Después de estrenarse en liga, la afición tenía ganas de ver qué aportaba el equipo con la llegada del nuevo técnico. Entonces el feudo valencianista se vistió de gala para volver a vivir otra gran cita, que contaría además con la vuelta a casa de dos exjugadores, André Gomes y Paco Alcácer, que no fueron bien recibidos en la ciudad del Turia. En este encuentro tan señalado, el Valencia CF peleó y plantó cara a uno de los grandes, pero una vez más, los puntos se le escapaban en los últimos compases del partido.

Solo la copa alegró al valencianismo

Desde este momento, el equipo che ha vivido una situación de hundimiento constante, apaciguada sólo por las victorias coperas. En las dos salidas consecutivas a Riazor y Balaídos, los de Prandelli sólo consiguieron sacar un punto. De nuevo en Mestalla, el conjunto che recibía al colista con la intención de resarcirse y volver a levantarse, pero la victoria tampoco estuvo presente en esta ocasión. Ni en la siguiente, en la que el equipo blanquinegro volvía a enfrentarse a un club andaluz. Ante el Sevilla en el Sánchez Pizjuán la derrota fue de nuevo la protagonista en un equipo que se hundía por momentos.

En esta situación de desesperación, llegó la hora de la Copa del Rey. Visto el devenir del conjunto en la competición regular, esta se presentaba como una oportunidad a la que aferrarse con fuego, ya que suponía una posible vía para llegar a Europa. Para ello, el primer paso sería superar al Leganés. En el encuentro de ida, los de Prandelli consiguieron un buen resultado al imponerse por un gol a tres en Butarque. Pese a no realizar un gran partido, los tres goles conseguidos suponían una clara ventaja de cara al encuentro de vuelta.

La buena noticia copera, sin embargo, se disolvió con el retorno de la liga. En casa, el Málaga consiguió rascar un punto en los últimos instantes de partido, como ya habían hecho demasiados equipos las veces que se veían las caras con el Valencia CF. Lejos de Mestalla, la Real Sociedad superó en todas las facetas del juego a los visitantes, que aun así consiguieron que el resultado final (3-2) no reflejara lo visto en el campo. Esta derrota en Anoeta supuso el punto final a la liga en 2016. La siguiente jornada, en la que los de Prandelli se medían al Real Madrid, era aplazada por la disputa del Mundial de Clubes por parte del club blanco.

Tuvo tiempo entonces el conjunto valencianista de preparar la vuelta copera. El encuentro en Mestalla era el último del año, y la obligación de terminarlo con buen pie pesaba en el ambiente. Y de nuevo la Copa se convirtió en una victoria balsámica con la que cerrar un año que había ido empeorando por momentos.

Llegados al período navideño, el protagonismo vuelve a estar en los despachos, donde la cúpula valencianista dispondrá de una breve oportunidad para recuperar la ilusión en el proyecto. Los movimientos del club en el mercado invernal serán analizados con lupa por parte de una incansable afición que necesita respuestas inmediatas para volver a creer.