Una derrota, que pese a tener consecuencias de cara a una hipotética clasificación para la lucha por la Stanley Cup, no va a emborronar en su primera temporada en la liga, el brillante futuro que tiene por delante la franquicia si se gestiona bien. De hecho, los Kraken todavía tienen 15 partidos por disputar y buscarán acabar lo mejor posible de cara a su afición, la cual ha estado apoyando masivamente desde el principio.

Sin embargo, muchos aficionados esperaban que este año le pasara a los Kraken lo que en su día le pasó a Vegas Golden Knights, es decir, llegar a la final de la Stanley Cup en el año de su debut. Hay que decir en este aspecto que lo que sucedió a Vegas es algo inesperado y completamente inédito, además, se debe tener en cuenta que una franquicia entera construida desde cero siempre puede tener algún problema de compenetración entre la plantilla puesto que todos son nuevos.

Además, es de justicia decir que Vegas tuvo más y mejores opciones de elección de jugadores, no así los Kraken.

La elección de jugadores por parte de la dirección de Seattle Kraken no salió como se esperaba y pocos jugadores han resaltado en esta temporada de debut. Ni siquiera su portero, el alemán Philipp Grubauer, que firmó un contrato de seis años y más de 35 millones de dólares, ha estado a la altura de su valía. El ex guardameta de los Colorado Avalanche fue finalista del Trofeo Vezina la temporada pasada. Ahora, su realidad pasa por encajar más de tres goles por partido y tener un pobre porcentaje de paradas, el 89,9%.

Futuro esperanzador

La venta de jugadores antes de la fecha límite de intercambio, ha supuesto para los Kraken hacerse con muy buenas rondas de draft, que de hecho usarán para mejorar la plantilla de cara a la próxima temporada. Este hecho también va a redundar según aclaró su gerente general, Ron Francis, para que Seattle Kraken esté muy activo en el mercado de intercambios y en el comercial.

Otro aspecto que llama a la esperanza es que, si la lotería del draft es benévola con la franquicia, quizá Seattle pueda quedarse con el número uno, es decir, el mejor jugador joven elegible del año.

Sin duda, esto alimentaría el optimismo de su afición de cara a un futuro que se prevé a priori  muy prometedor.