Otro año más, Valencia ha puesto punto y final a una apasionante temporada de MotoGP donde ha habido de todo. Si se echa la vista atrás y se compara el inicio de temporada de la Yamaha con su final, más de uno se pondrá las manos a la cabeza. Pese a que el comienzo de temporada fue arrollador, dos victorias en las primeras tres carreras para Viñales y tres podios consecutivos de Rossi, los problemas eran más que latentes, y es que pese a dominar las primeras carreras, el chasis de la Yamaha no era lo esperado, y sí a ello se le suma que Zarco, con el chasis del año anterior estaba volando en cada carrera, algo no se estaba haciendo bien dentro de la fábrica del diapasón.

A vueltas con el chasis

Los problemas que vienen arrastrando con el chasis durante toda la temporada no han hecho más que acentuar un final de temporada decepcionante. Valencia, no ha sido un punto y aparte en este sentido, una vez más los problemas se han ido sucedido durante todo el fin de semana y para encontrar la última victoria de Yamaha hay que remontarse hasta Assen, donde a finales de junio Valentino Rossi consiguió subirse a lo más alto del cajón.

La combinada de tiempos del viernes dejó dos cosas claras. Ni la Yamaha de Rossi, quien marcó el mejor undécimo tiempo con 1:31.488, ni la de Viñales, que fue apenas dos décimas más lento no funcionan bien, pero que ambas motos oficiales se queden a casi medio segundo de la M1 satélite de Zarco es algo incomprensible, al igual que es impensable que esto, ya no sea una novedad.

Sin embargo, el sábado la moto funcionó algo mejor y pudo recuperar tiempo con los de arriba, pero esa leve mejora no le sirvió para meterse de lleno entre los mejores. El italiano se clasificó para la Q2 de puro milagro y, como era de esperar, se quedó muy lejos de los tiempos de cabeza. Pese a mejorar casi seis décimas con respecto al tiempo del viernes y bajar de 1:31, Valentino Rossi solo pudo marcar el séptimo mejor tiempo, un 1:30.848 que se quedó muy lejos del 1:30.246 de Zarco, que firmó un tiempazo colándose en segunda posición de parrilla.

Séptimo mejor tiempo

Al final de la sesión y a pesar de salir desde tercera fila, el italiano se mostró positivo: “Estoy bastante contento porque pude llegar directamente a la Q2, al final estaba mejorando mis tiempos y podría haberme quedado en segunda fila, pero cometí un error en la última curva al llegar demasiado rápido. De todos modos, teniendo en cuenta cómo ha ido el fin de semana, el séptimo lugar no es tan malo. Creo que tendremos una carrera muy difícil mañana, nuestro ritmo no es fantástico, así que tenemos que intentar hacer algo para mañana, ya veremos”, zanjaba el piloto de Tavullia.

Los constantes problemas de la Yamaha y la insistencia del italiano en usar el chasis de 2016 trajeron una novedad que nadie esperaba en la mañana del domingo. Los japoneses cedieron y el sábado por la noche se montó el nuevo chasis con varios ajustes de última hora. Valentino Rossi tuvo un buen inicio de carrera, consiguió mantener su posición y después de varias vueltas luchando con Miller consiguió abrir algo de hueco. Pese a no tener mayores problemas durante la carrera, el italiano se vio superado por la Suzuki de Rins, y tras tener sus más y sus menos con su amigo Iannone, se pudo beneficiar de la caída de los dos pilotos de Ducati, colocándose en la quinta posición con la que cruzaría finalmente la línea de meta. Un quinto que coincide con la posición final del italiano en la clasificación general.

La mente puesta en 2018

Justo a su llegada al parque cerrado, el piloto de Yamaha se mostró contrariado: “Queríamos hacerlo mejor. Sabía que teníamos que sufrir porque mi ritmo durante el fin de semana no era fantástico. No hemos tenido suficiente agarre, así que tuvimos bastantes problemas”. El mundial ya ha bajado el telón y el italiano ya piensa en 2018: “Ahora hay que centrarnos en las pruebas de pretemporada, ya que serán muy importantes, tenemos que reducir la brecha, mejorar el entorno y tratar de llegar listos para la próxima temporada”.