El pasado 29 de febrero, Tom Brady y los New England Patriots, llegaron a un acuerdo por el cual, el quarterback franquicia de Boston, jugaría dos temporadas más en el equipo, hasta 2019 y lo que colocaría a Brady jugando con 42 años.

Más allá del hecho de que esta extensión de contrato significa que, muy probablemente, Brady jugaría la totalidad de su carrera en los Patriots, también da aire a las arcas del equipo, especialmente este año con el salary cap del equipo en una de sus cifras más bajas de los últimos tiempos, alrededor de unos 13 millones de dolares en espacio salarial, y sumado al hecho de que que este año no tiene ninguna selección de primera ronda en el Draft, les dejaba con muy poco margen de maniobra a la hora de renovar a jugadores clave como Jamie Collins, Malcom Butler o Dont’a Hightower o de mejorar la plantilla.

Pese a que las cifras exactas del acuerdo siguen sin hacerse públicas a fecha de hoy, diferentes medios han establecido que el importe económico seguiría siendo el mismo que Brady firmó en su contrato de hace dos años pero repartido en más tiempo. Las ganancias previstas para el quarterback este año eran de nueve millones y de diez el que viene y se ha calculado que el ahorro sería de entre cinco y seis millones repartidos entre 2016 y 2017. Brady recuperaría esa cantidad en su ficha de los dos siguientes años.

A quien también afecta de lleno esta extensión de contrato es Jimmy Garoppolo, visto por muchos hasta ahora como el más firme candidato de los últimos años para sustituir a Brady, casi todas las fuentes aseguran su continuidad estas dos próximas temporadas, pero complican su renovación en el 2017.

Con todo Brady y los Patriots ha llegado a un acuerdo que los beneficia mutuamente, Brady se asegura de su continuidad en la franquicia y los Patriots mantienen a su mas valioso jugador con unas condiciones más que ventajosas para sus cuentas.