Los dos gallos de la NFC Norte se dieron cita anoche en el U.S. Bank Stadium en la ocasión perfecta para estrenar nuevo estadio en Minneapolis. Tal y como se presagiaba, la rivalidad entre ambas franquicias fue la guinda para el partido de Sunday Night Football que finalmente se llevaron los locales. Así, se mantiene la racha ganadora de los Vikings ante los Packers, afianzando su posición como líderes de la división.

En Minnesota sabían lo que había: inauguraban estadio ante su hinchada y ante sus máximos rivales. Y lo tenían claro, el choque exigía intensidad y rigor y los de Mike Zimmer no defraudaron. Con una defensa a un nivel estelar y un ataque dinámico, los Vikings derrotaron a los Packers pese a las adversidades que se les presentaron a lo largo del partido.

Empezaron a remolque tras un touchdown de Jordy Nelson, quien tras una temporada en apartado de los campos por lesión, volvía con fuerza bajo los mandos de Aaron Rodgers. Posteriormente ocurrió el momento que dejó helada a la afición vikinga: Adrian Peterson abandonaba el campo sin poder apoyar la pierna derecha. El running back, All-Pro y estrella del equipo, se dolía del menisco mientras era retirado por las asistencias médicas. No era el mejor momento de los Vikings, quienes no conseguían encontrar huecos en la defensa de Green Bay y afrontaban el final del partido en una situación comprometida, pero los locales siguieron su juego, poniendo en severas dificultades a Aaron Rodgers con una secundaria que terminó con 5 sacks y provocando 4 fumbles, además de una intercepción a Rodgers en uno de los momentos decisivos del partido.

La lesión de Peterson, cuya fecha de vuelta todavía está por determinar, agrava la situación de Minnesota tras perder hace poco más de dos semanas a Teddy Bridgewater para toda la temporada, su QB titular. Con una ofensiva entre algodones apareció la figura de Sam Bradford, a quien contrataron de urgencia para suplir a Bridgewater tras un traspaso exprés con los Philadelphia Eagles. Bradford, quien fuese primera elección en el Draft de 2010, se apoyó en Stefon Diggs para echarse el equipo a la espalda y retomar el control del partido, donde acabó acumulando 286 yardas y 2 anotaciones.

A Bradford, todavía aprendiendo el libro de jugadas, le toca una situación tan crucial como comprometida: será el encargado de tomar las riendas del ataque y llevar a Minnesota a buen puerto mientras buena parte de la ofensiva aún sigue convaleciente. El impacto de Peterson en su juego es claro, es el caballo de guerra de una ofensiva que canaliza gran parte de sus jugadas por tierra, teniendo en el RB uno de los mejores atacantes de toda la liga. 7 veces All-Pro y MVP en 2012, la baja de “AP” lastrará en gran manera los planes de Mike Zimmer, entrenador de la franquicia de Minneapolis.

Si la secundaria consigue mantener tal nivel de intensidad y rigor, y la ofensiva termina rindiendo con solvencia, los Vikings son favoritos para revalidar el título en el norte de la Conferencia Nacional, pero queda mucha liga y será interesante ver la evolución de ambos equipos.

La lucha de Minnesota es mantener el nivel, Green Bay debe centrarse en encontrar su ritmo de juego. El Lambeau Field de Green Bay ya espera la revancha en la semana 16. Queda mucha liga.