Poco a poco 2016 se va terminando, las horas se van descontando y la aparición de las luces y árboles navideños dejan un resultado por delante: el fin de una temporada para que en breve se ponga en marcha otra. Como no podía ser de otra manera, cuando una campaña baja su telón se debe hacer un balance, con las luces y sombras que ha deparado la temporada, y donde por detrás del británico Andy Murray y el serbio Novak Djokovic, que han estado a un nivel estratosférico, han aparecido otros tenistas encargados de disputarse el resto de torneos que el número uno y dos del mundo dejaban libres, pero en este caso Pablo Carreño ha dado un puñetazo encima de la mesa. A sus veinticinco años el tenista gijonés tenía ante sí una tempoada ilusionante, llena de torneos en los que demostrar su valía como una de las mejores promesas del tenis nacional, y habiendo cambiado de técnico durante la pasada temporada, Carreño obtuvo finalmente el paso hacia delante que le ha llevado a codearse con las mejores raquetas del mundo.

Primeros destellos de calidad a cuenta gotas

Una vez finalizada su etapa con Javier Duarte, Carreño tomaba la siempre complicada decisión de cambiar de residencia, yéndose de Barcelona a Alicante para empezar una nueva aventura con Samuel López y César Fábregas, sus nuevos técnicos, poniéndose a pruebas los entrenamientos realizados durante el invierno en Qatar, torneo donde el gijonés se despedía a las primeras de cambio al caer ante Rafael Nadal por 7-6 (5), 3-6 y 1-6, poniendo rumbo a continuación al primer Grand Slam de la temporada, el Open de Australia, cita en la que tampoco conseguía superar su primer encuentro, al perecer frente a Nick Kyrgios por 2-6, 5-7 y 2-6.

La gira de tierra batida por sudamérica traería los primeros frutos del curso para un Carreño, que en Quito caía en cuartos de final ante Thomaz Bellucci por 6-7, 6-4 y 2-6, para perder en Argentina a las primeras de cambio frente a Dominic Thiem por 0-6, 6-3 y 3-6, despidiéndose días después del Río Open contra Rafael Nadal, al caer por 1-6 y 4-6, llegando a su ultimo compromiso en el Brasil Open, torneo en el que Pablo se deshacía de cuatro compatriotas para en la gran final no poder conquistar el título al perder ante Pablo Cuevas por 6-7 (4) y 3-6. Cerca viajaría Carreño para disputar sus siguientes compromisos, y es que en Indian Wells el gijonés perdía en segunda ronda contra Gael Monfils por 5-7 y 6-7 (1), para a continuación en Miami sucumbir frente a John Millman por 3-6 y 2-6.

Carreño sigue rodando a trancas y barrancas con algún que otro gran resultado, combinado con pasos atrás

Sin duda alguna la superficie predilecta por antonomasia de Carreño es la tierra batida, y el gijonés volvería a intentar explotarlo con una gira de torneos muy importantes. En Marruecos Pablo llegaba hasta cuartos de final donde Federico Delbonis le derrotaba por 5-7 y 2-6, para llegar al Masters 1000 de Montecarlo con confianza, cayendo ante Jo-Wilfried Tsonga por 6-7 (1) y 6-7 (5), siendo Philipp Kohlschreiber el encargado de vencerle en Barcelona por 2-6 y 1-6, llegando por ende el gijonés al ATP 250 de Estoril sin resultados destacables, pero cuajando una fabulosa semana que le permitía llegar a la final del torneo, quedando el título en manos de Nico Almagro, que le vencía por 7-6 (6), 6-7 (5) y 3-6.

El Mutua Madrid Open supondría un nuevo paso atrás para el gijonés, sucumbiendo en segunda ronda ante Gilles Simon por 6-2, 3-6 y 4-6, mejorando sus prestaciones en Génova, pero en cuartos de final Stan Wawrinka hacía valer su mejor ránking y su localía para imponerse por 3-6 y 1-6, finalizando en Roland Garros la nueva gira de tierra batida perdiendo ante Aljaz Bedene en una fabulosa batalla que caía del lado del británico por 6-7 (4), 3-6, 6-4, 7-5 y 2-6. De un extremo a otro de las superficies, Carreño pondría rumbo a la hierba con convicción, asumiendo la necesidad de obtener una regularidad en sus resultados, lo cual no llegaba en el Nottingham, donde perdía ante Mikhail Youzhny por 1-6 y 4-6, para despedirse a continuación de Wimbledon a las primeras de cambio, cuando ni más ni menos que Milos Raonic le vencía por 6-7 (4), 2-6 y 4-6.

El gran momento de gloria para Carreño llegaría en la Copa Davis con su debut oficial con la camiseta nacional ante Rumanía, disputando un punto con la eliminatoria sentenciada venciendo a Adrián Ungur por 6-3 y 7-6 (5). Hasta cuartos de final conseguiría llegar Pablo en Umag, perdiendo frente a Gastao Elias por 4-6 y 4-6, poniendo rumbo el gijonés hacia el Abierto Mexicano, cita en la que firmaba un fabuloso papel hasta llegar a semifinales, donde nada podía hacer frente a Feliciano López, que se imponía por 6-2, 3-6 y 3-6, dando un nuevo paso atrás en el Masters 1000 de Cincinnati, cita en la que hacía las maletas en su primer partido al caer contra Gael Monfils por 3-6 y 4-6.

Llegan los primeros triunfos a final de año

Los mimbres estaban puestos, los resultados de nivel iban llegando a cuenta gotas, pero sin ninguna duda alguna Carreño debía dar un paso hacia delante con la conquista de algún título, y en Winston-Salem el gijonés conseguiría salir por la puerta grande, conquistando el título al derrotar a ni más ni menos que Roberto Bautista por 6-7 (6), 7-6 (1) y 6-4, pagando el cansancio de tener un torneo tan importante en el US Open, donde doblegaría a dos contrincantes para perder en tercera ronda frente a Dominic Thiem por 6-1, 4-6, 4-6 y 5-7. Los torneos iban poco a poco pasando hasta llegar a los últimos compromisos del curso, cayendo en Chengdu Pablo a las primeras de cambio ante Marcos Baghdatis por 7-6 (5), 6-7 (5) y 6-7 (5), para llegar de nuevo a tercera ronda en el China Open, donde perecía frente a Milos Raonic por 4-6 y 4-6, sin poder pasar de su primer choque en el Masters 1000 de Shanghai, donde sucumbía ante Gilles Simon por 0-6 y 3-6.

Ya en el ATP 250 de Moscú Carreño tendría un nuevo momento de gloria en su carrera deportiva, llegando a la final para batirse en duelo por el cetro con Fabio Fognini, conquistando el título el gijonés al imponerse por 4-6, 6-3 y 6-2, poniendo rumbo a continuación a Basiléa, donde Pablo no podía superar a Marin Cilic por 0-6 y 6-7 (4), disputando su último torneo de la temporada en el Masters 1000 de París-Bercy, cita en la que Milos Raonic era una vez más su bestia negra al derrotarle por 6-7 (5) y 4-6. Al final, un fabuloso balance de 41 triunfos y 26 derrotas dejaba a Pablo Carreño en el número treinta del ránking ATP, quedando por delante un 2017 prometedor para que el tenista gijonés, a sus veinticinco años, pueda dar un nuevo paso hacia delante que le termine consolidando como una de las mejores raquetas.