Si uno habla del Liverpool hoy en día surgen inmediatamente tres apellidos: Salah, Mané y Firmino. Y es lógico, entre los tres llevan marcados en la temporada 88 goles en todas las competencias y además son clave en el esquema de Klopp, porque son los primeros en ir a presionar al rival cuando pierden la pelota.

¿Pero qué ha pasado a lo largo de la presente campaña cuando los reds debieron retroceder metros en la cancha para proteger la ventaja que habían logrado en el marcador? La respuesta es que sufrieron. En todos los casos confiaron demasiado en las capacidades individuales de sus delanteros y los dejaban solos para que manejasen los contragolpes y los mediocampistas se dedicaban exclusivamente a la parte defensiva.

El equipo de Klopp tiene un sistema de juego muy agresivo, tanto cuando el partido se encuentra en condiciones igualadas como cuando su equipo va en desventaja, pero a lo largo de esta temporada hubo partidos en los que ganaba fácilmente y el rival lo incomodó, especialmente ante equipos importantes que salen a buscar el resultado cuando están perdiendo.

El ejemplo más claro fue el que se presentó en la instancia de semifinales de la Champions League cuando en el partido de ida el Liverpool goleaba a placer a una Roma indefensa, pero sobre el final el equipo de la capital italiana logró descontar en dos ocasiones y así pudo darse un poco más de vida para la vuelta. En el partido disputado en Roma, los dirigidos por Klopp se vieron arriba del marcador en dos ocasiones, pero retrocedieron demasiado y la loba casi logra empatar el resultado global.

Otro ejemplo de esto fue la serie ante el Manchester City en cuartos de final; el Liverpool había goleado en el encuentro de ida por 3-0 y su pase a semifinales estaba casi sellado, pero en el partido de vuelta disputado en Manchester, los de Guardiola anotaron el primer tanto a los dos minutos y luego, aún en el primer tiempo, el árbitro anuló un gol legítimo de Leroy Sané, lo que hubiese puesto a los Citizens a un gol de empatar la serie, finalmente el Liverpool logró reponerse y dar vuelta el partido.

A lo largo de la temporada este patrón de comportamiento en los partidos se ha repetido en más ocasiones: otro ejemplo de la Champions fue durante la fase de grupos, ante el Sevilla en España. Los Reds ganaban 3-0 a los 30 minutos del primer tiempo, pero el partido terminaría en un empate histórico para los blanquirrojos.

Pero no solo en la competición continental sufriría este “adormecimiento” cuando va en ventaja, en la Premier League también le pasaría. Arsenal le dio vuelta un partido, que finalmente terminaría en empate, convirtiéndole tres goles en cinco minutos. Tottenham le empataría un partido en Anfield en el minuto 95. Manchester City luego de ir perdiendo 4-1 lo acorralaría y lograría descontar en dos ocasiones. Incluso el West Bromwich, equipo que terminó último, le empató luego de ir perdiendo 2-0.

Al equipo que hace de local en Anfield le ha costado sufrir cuando el rival envía todos sus jugadores al área para buscar el empate. Tendrá que trabajar mucho el aspecto defensivo de cara a la final ¿Se imaginan qué pasaría si el Madrid se ve obligado a buscar el resultado, con Ramos y Varane en el área contraria? Cuesta imaginarse al equipo de Klopp saliendo bien parado de esa situación, y a eso hay que sumarle que en los últimos partidos sus delanteros fueron amonestados muy rápidamente cuando iban a presionar al contrario, por lo que quedaban condicionados durante gran parte del partido.

Calidad, experiencia y juventud. Todos esos atributos tiene la defensa del Liverpool. Si Klopp logra explotarlos bien y si los mediocampistas acompañan a sus delanteros en los contragolpes, el Real Madrid deberá cuidarse aún más de que no le conviertan el primer gol.