Las comparaciones son odiosas, pero inevitables. Hablar de un River copero, armado y potenciado por Marcelo Gallardo, es remontarse a las anteriores consagraciones. Es cierto que el 3-1. Boca en Madrid quedará para la historia y debido al rival y a la magnitud de lo que estaba en juego, supera a cualquier otro laurel conseguido en Núñez. No obstante, el recuerdo de la Copa Libertadores ganada en 2015 continúa latente.

Entre el 5 de agosto de 2015 y el 9 de diciembre de 2018, las fechas donde River levantó su tercera y cuarta Copa Libertadores, pasaron tres años y medio. En ese lapso, el plantel cambió radicalmente, con algunos momentos de transición, refuerzos que no funcionaron, otros que sí, juveniles que se potenciaron, títulos locales de por medio y todo bajo la órbita del Muñeco, que siempre puso el foco en el ámbito internacional. Ahora bien, vamos a analizar ambas campañas que llevaron al Millonario al Olimpo de Sudamérica.

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En la edición 2015, aún se jugaba de forma semestral, con la Copa Sudamericana en la segunda parte del año, aunque en 2015 en particular, se cortó en junio debido a la Copa América en Chile, reanudándose en semifinal. En 2018, la Libertadores y la Sudamericana se jugaron en simultáneo, de forma anual de enero a diciembre, lo que alivió el calendario para todos los equipos participantes. 

Hace tres años, River vencía a Tigres y a la semana debió viajar a Japón para jugar la Suruga Bank (por haber ganado la Sudamericana 2014), todo en el mes de agosto. Recién disputó el Mundial de Clubes (también en Japón) en diciembre, disminuido física y futbolísticamente, sin poder hacerle sombra a Barcelona. En cambio, este año River se consagró en diciembre y ya está viajando, desde Madrid, a Abu Dhabi para el Mundial de Clubes, con toda la energía y euforia tras el logro obtenido en pleno Superclásico, y con un viaje más aliviado.

Las campañas

En 2015, La Banda (que no jugaba Libertadores desde 2009) sufrió para pasar la fase de grupos: de hecho, solo ganó el partido final, 3-0 a San José de Oruro, y recibió la gran ayuda de Tigres, que con suplentes, eliminó a Juan Aurich. Así que con siete puntos, siendo el peor segundo clasificado, se metió en octavos. En cambio, en 2018, River lideró cómodo su grupo, invicto, con 12 unidades fruto de tres victorias y tres empates, por encima de Flamengo, Santa Fe y Emelec.

Foto: LPM.
Foto: LPM.

En la etapa eliminatoria, debido a su posición en la tabla de segundos, River siempre debió definir de visitante, y en 2015 se definían las llaves de antemano emparejando los mejores primeros y peores segundos, (ahora es por sorteo), y al ser el peor segundo, le tocó nada menos que Boca Juniors, el mejor primero de los grupos (con puntaje ideal). Al Xeneize, el Millo había eliminado meses antes de la Copa Sudamericana, y en esta llave particular, el triunfo en la ida por 1-0 con gol de Carlos Sánchez en el Monumental bastó para avanzar, ya que en la revancha en La Bombonera, solo se pudo jugar un tiempo debido al ataque con gas pimienta a los futbolistas riverplatenses. 

Foto: CARP Oficial.
Foto: CARP Oficial.

En cuartos de final, River superó a un karma como Cruzeiro, verdugo histórico, que de hecho ganó en la ida en el Monumental. No obstante, en la vuelta en el Mineirao, La Banda dio una exhibición y goleó 3-0 para pasar a semis. Tras esta serie, se dio el párate por Copa América y hubo mercado de pases, en el cual se fueron Ariel Rojas, Teo Gutiérrez y Germán Pezzella, y llegaron Lucas Alario, Tabaré Viudez, Nicolás Bertolo, Lucho González y Javier Saviola.

Este año, luego de la fase de grupos, se realizó un sorteo entre los primeros y segundos, y a River no le favoreció para nada, porque fue primero en su zona y le tocó Racing Club, uno de los mejores segundos (no lideró su grupo solo por diferencia de gol) y gran candidato. Al conocer a su rival, se disputó el Mundial de la FIFA en Rusia. Luego de la aventura copera, pasó el mercado de pases en el cual no se adquirió a ningún jugador, ya que la inversión fuerte se había dado en el invierno 2017 (Nacho Scocco, Rafael Borré, Nicolás De La Cruz, Javier Pinola) y el verano 2018 (Lucas Pratto, Franco Armani y Juan Quintero).

El duelo ante la Academia, duro en la ida en el Cilindro (0-0), se resolvió en el estadio Antonio Vespucio Liberti con una gran goleada por 3-0 y pase a cuartos. Entre los ocho mejores, esperaba el otro gigante de Avellaneda, Independiente, campeón de la Sudamericana 2017. La ida también terminó sin goles, en el Libertadores de América, y en la vuelta, el Millo fue eficaz y vapuleó 3-1 al Rojo. De nuevo entre los cuatro mejores del continente. Lo curioso es que en ambos casos, River definió de local porque los dos equipos argentinos habían salido segundos en su grupo.

Foto: Identidad Monumental.
Foto: Identidad Monumental.

En la semifinal 2015, tocaba Guaraní, rival paraguayo sin historia copera pero que había dejado en el camino a Corinthians y Racing. Esta vez, River sacó la diferencia en casa, ganando 2-0 y luego empatando en Asunción. En contraste, en 2018, el rival en semifinal fue Gremio, el último campeón de la Libertadores, que obtuvo mejor puntaje en zona de grupos y por ello primero se jugó en Núñez, y los brasileños ganaron 1-0. En la vuelta en Porto Alegre, el conjunto gaúcho volvía a adelantarse en el marcador y parecía que dejaba afuera a River, que con actitud, logró dar vuelta el partido sobre el final y pasar por los goles de visitante. Este triunfo se asemeja un poco al de Cruzeiro.

Y en las finales, contextos sumamente disímiles: hace tres años tocaba Tigres, el equipo que le dio vida a River en la primera fase. El equipo mexicano jugaba su primera final de Libertadores, y a pesar de haber sido el segundo mejor primero, debió ceder la localía ya que la Copa debía entregarse en territorio de la Conmebol, no de Concacaf. En el primer partido, hubo empate sin goles en Monterrey. La vuelta, bajo la lluvia del 5/8/2015, Alario, Sánchez y Funes Mori ponían le daban, con sus goles, la tercera Libertadores de su historia al Club.

Foto: LPM.
Foto: LPM.

En 2018 se vivió una final inédita, entre dos equipos del mismo país, cosa que solo había sucedido en 2005 y 2006. River vs Boca, con todo el componente emocional que implica eso, con una campaña Xeneize que casi queda afuera en primera ronda (como River en 2015), y que debió definir todo de visitante. Este Superclásico fue atípico por diferentes circunstancias. Luego del vibrante empate 2-2 en la ida en La Bombonera, un mes después de jugó la revancha en España (violando la máxima de Conmebol de "entregar la Copa en Sudamérica"), por los incidentes con el micro de Boca cuando se dirigía al Monumental, donde debía disputarse la finalísima. En el Bernabéu, el Millonario venció 3-1 a Boca en tiempo suplementario, triunfando por cuarto mano a mano consecutivo ante su máximo rival. 

Foto: AFP.
Foto: AFP.

La defensa

El punto más alto de 2015 fue sin duda su última línea. Con la labor de Marcelo Barovero bajo los tres palos y una defensa sólida y que se conocía de memoria (Gabriel Mercado-Jonatan Maidana-Ramiro Funes Mori-Leonel Vangioni), era impenetrable, con decir que en toda la fase eliminatoria, solo recibió dos goles y ninguno en las finales. Sí estuvo endeble en los grupos (siete goles recibidos en seis partidos). En los 14 partidos jugados, River recibió 9 goles, con 7 vallas invitas. Además, Maidana, Mercado y Funes Mori marcaron goles clave en instancias decisivas.

Foto: Goal.
Foto: Goal.

La defensa 2018 fue de mayor a menor. El invicto de Franco Armani (atajó en los 14 partidos), cuyas grandes actuaciones lo llevaron al Mundial, fue elocuente en los grupos (solo tres goles encajados) y en las series ante Independiente y Racing (solo un gol recibido). La línea de cuatro siempre se mantuvo con Gonzalo Montiel (jugó los 14 partidos), Jonatan Maidana, Javier Pinola y Milton Casco; algunos de ellos resistidos por el hincha, como Casco, quien se ganó el puesto tras la venta de Marcelo Saracchi. Sin embargo, en los últimos partidos de la Libertadores, los definitorios, se mostraron baches importantes: Gremio marcó dos veces (de no ser por Armani habrían sido más) y en las finales ante Boca (en la ida Gallardo puso línea de tres centrales, con Lucas Martínez Quarta), tres veces fue vencido Armani, que igualmente se lució. Las principales fallas fueron en la pelota parada, que en 2015 eran resueltas, tanto en ataque como en defensa. En resumen, en los 14 cotejos de este certamen, el Millo recibió 9 tantos, con 7 vallas invictas. Números idénticos al 2015, pero en otro contexto.

Foto: ZImbio.
Foto: ZImbio.

Los volantes

El medio campo difiere notablemente entre un equipo y otro. El de 2015 contaba con Carlos Sánchez, un doble cinco compuesto por Leonardo Ponzio y Matías Kranevitter, y Ariel Rojas en la izquierda (hasta semifinal, cuando arribó Nicolás Bertolo, más algún destello de Leonardo Pisculichi). De todos ellos, el uruguayo era el único con llegada al arco rival (Sánchez marcó cuatro goles en aquella campaña), siendo un bloque más de contención que de juego. La solidez para recuperar la posesión y auxiliar tanto a la defensa como al ataque era la principal característica de este bloque.

Foto: Zimbio.

En 2018, el medio es el alma y motor del equipo, que cuenta con volantes hábiles en el manejo de pelota, con remate de media distancia, conducción y vocación ofensiva. El típico 5 para cortar y marcar sigue siendo Ponzio, acompañado de Enzo Pérez. Por los costados, aparece el juego asociado con Ignacio Fernández (que domina ambos perfiles), la grata aparición de Exequiel Palacios (otra variante para generar peligro al arco rival, y en esta Copa facturó contra Racing) y el indiscutible Gonzalo Martínez, el abanderado de la dinámica, el cambio de ritmo y la explosión, sumado a su rol de referente que adquirió en los últimos años al destacarse contra Boca. 

Foto: Los Andes.
Foto: Los Andes.

También hubo soluciones en el banco de suplentes: respondió bien Bruno Zuculini, el sustituto natural de Ponzio, y un as en la manga como Juan Fernando Quintero, el colombiano dotado de una calidad excepcional, que rindió más entrando desde los relevos y anotando goles fundamentales, ante Independiente y Boca. Asimismo, respondió Camilo Mayada cada vez que era solicitado. La combinación ideal entre experiencia y juventud, lucha y juego lúcido, equipo de memoria y rotación. De los 19 goles marcados en esta Libertadores, siete fueron obra de volantes (uno de Mayada, uno de Palacios, dos de Quintero y tres de Pity).

Foto: Trome.
Foto: Trome.

Delanteras

En la campaña 2015, hubo dos dúos de ataque marcados, antes y después de las semifinales. En fase de grupos, octavos y cuartos, los titulares eran Rodrigo Mora y Teófilo Gutiérrez, siendo Fernando Cavenaghi y Sebastián Driussi las opciones de recambio, que jugaban más en el campeonato local que en la Libertadores. Entre el uruguayo y el colombiano, River anotó seis tantos, siendo claves en los últimos dos partidos de los grupos (Tigres de visitante y San José de local) para avanzar a octavos. En cuartos, Teo la rompió ante Cruzeiro, anotando un golazo para pasar a semifinal (luego se iría a Sporting de Lisboa). Ya entre los cuatro primeros, llegó Lucas Alario para acompañar a Mora. La Pulga marcó su cuarto gol en la Copa ante Guaraní, en la primer semi, mientras que en la revancha en Paraguay, el Flaco anotó el tanto del empate (cuando se venía complicando la serie) para pasar a la gran final. En la revancha contra Tigres, abrió la cuenta de cabeza el propio Alario, que en un puñado de encuentros, fue determinante para la consagración. Aquella noche, Cavenaghi jugó su último partido en River, sin haber podido marcar tantos en este certamen. Entre tres delanteros, facturaron nueve veces

Foto: Diario Registrado.
Foto: Diario Registrado.

El poder de fuego del River 2018 es más fuerte que el de hace tres años, ya que cuenta con artilleros con la experiencia de Ignacio Scocco y Lucas Pratto, más la explosión de Rafael Santos Borré y el aporte de Rodrigo Mora, sobreviviente de 2015. Hubo dos duplas definidas y tácticas con cinco volantes y solo un punta a lo largo de este camino. El goleador de esta Copa del campeón fue el Oso, muy cuestionado debido a la inversión que se hizo por su ficha (14 millones de dólares) y por su irregularidad en el comienzo. Sin embargo, marcó cinco tantos: Emelec, Santa Fe, Racing y en las dos finales a Boca. Su aporte en los duelos decisivos, que lo ponen a la altura del Búfalo Funes y Crespo, fue determinante, al igual que su regularidad en cada fase, siempre bancado por Gallardo.

Foto: Infobae.
Foto: Infobae.

Otro delantero que fue fundamental es Borré, de poca participación en la primera ronda, cuyo aporte lo hizo en las llaves ante Independiente, Racing y Gremio, liquidando las primeras dos y dando vida en Brasil, ya que él anotó el 1-1 parcial que permitió luego darle vuelta el encuentro al campeón de América 2017. El colombiano se complementó muy bien con Pratto, arrastrando marcas, ofreciéndose como opción de pase y siempre atento para facturar. Hizo tres goles y River lo extrañó en la finalísima (no jugó por suspensión), a pesar del final feliz.

Foto: Olé.
Foto: Olé.

El caso de Scocco es curioso. De ser la figura en el último semestre de 2017 a estar relegado de la titularidad este año, ofreciendo soluciones ingresando en los segundos tiempos. Anotó un gol en esta Libertadores, muy importante, ya que él abrió la cuenta en el Monumental contra Independiente en cuartos de final, una serie muy cerrada. Y se perdió ambas finales por un desgarro del cual nunca llegó a recuperarse del todo.

Por último, hay que mencionar a Mora, titular junto a Pratto en la primera mitad del año, autor del primer gol del Millo en este torneo (a Flamengo), aunque luego su nivel decayó y prácticamente no tuvo acción en las últimas instancias. De hecho, en el alargue en Madrid, ingresó el juvenil Julián Álvarez en lugar de él. Su aporte fue más emotivo por todo lo que le tocó vivir y por su vínculo con el hincha que futbolístico.

El River de 2015, envalentonado por la Sudamericana y la Recopa, tenía un componente anímico de gran fortaleza mental y grupal, al igual que el River 2018, con la diferencia que éste cuenta con un plantel más rico en cuanto a calidad y recursos, y es más vistoso. En los dos se puede observar el aporte del semillero, con Balanta, Funes Mori, Kranevitter y Cavenaghi en aquel; con Montiel, Martínez Quarta y Palacios en este. Los dos planteles llegaron a lo máximo de América habiendo superado a todos sus rivales, en lo futbolístico y en lo mental. El primer éxito copero engendró al siguiente, en una cadena que llega hasta estos días y con la ambición de ir por más, lo que caracteriza a cada equipo de Gallardo.

 

 

 

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