Un estreboscopio es un instrumento que a partir de observaciones intermitentes facilita el ver objetos o cuerpos que se mueven de forma rápida, generando la percepción de que se mueven de forma lenta o que están inmóviles. Es un medio que se utiliza con el fin de estudiar y observar algunos movimientos que son demasiados rápidos para que nuestros ojos los puedan registrar.

Con el estroboscopio es posible observar con detalle la vibración de la cuerda de la guitarra, las ondas que se producen en una tinta con agua o, como en el caso que nos ocupa, los fulgurantes quiebros de un genio de Akron afincado en San Francisco.

El mundo del básquet, hasta tres días después, se ha armado con estreboscopios. Hasta los dientes. Con cámaras “Phantom”, superlentitudes y similares. Sólo para determinar, en tuiter y mil foros más, que el baile entre Stephen Curry y Lebron James son dobles del primero y no sé cuántas faltas más del segundo.

La acción es fulgurante. Flash en carrera paralizando el tiempo. Se detiene en manos de Curry y Lebron baila con él. A su paso. Superado y exhausto. Braceando agresivo. Moscas a cañonazos. Y Steph baila. Y en un suspiro, el famoso segundo 21, el dedo pulgar de su mano izquierda roza el balón. En acción de bote con la derecha y mientras el Rey sigue braceando. Buscando su cadera. Su posición respecto al aro. Está perdido…

…la finta vale y Stpeh encuentra el pasillo que se ha trabajado durante casi 20 segundos. Eternos. A cámara lenta. A la velocidad del sonido. Como el estreboscopio. Dos puntos y el mundo estalla. En todos los sentidos.

Tuiter arde y los tabloides digitales analizan cada segundo. Cada gesto. La red se llena de haters y fans. De uno y otro lado. Y nadie se acuerda del baile. De la poesía. De la lucha y la garra del Rey. De la sutil danza de Steph.

Según el reglamento de este deporte, que por cierto se inventaron en USA para mal de aquellos que se quejan amargamente de los pasos que, de existir, harían campeón de la NBA a cualquier equipo europeo, son dobles “cuando un jugador bota la pelota, la coge y la vuelve a botar; cuando un jugador salta con la pelota y no la suelta; o bien cuando realiza más de un bote con las dos manos. La posesión del balón pasa al equipo contrario, quien lo pondrá en juego mediante un saque de banda”. No parece que el 30 de los Warrios haga ninguna de esas cosas.

El análisis no es fácil. Lo sencillo es quedarse en la esencia. En la pureza del movimiento y la armonía del juego. Lo demás son añadidos. Estreboscopios artificiales que impiden ver el arte.