Ni Chelsea ni Liverpool están donde esperaban a principio de temporada. El Chelsea viajó al noroeste inglés con la intención de ganar para seguir garantizando su plaza de Champions y no caer a un infierno de quinta plaza que, por otro lado, tanto anhela el Liverpool, fuera de Europa a estas alturas y sin muchas probabilidades de llegar.

Los londinenses se plantaron en Anfield con su camiseta azul y la portería de Reina como objetivo. Aunque el Liverpool tuvo una ocasión clara al principio, Johnson erró el disparo asistido por Luis Suárez. Inmediatamente después el Chelsea tomó el control del partido, con Ramires en el mediocentro enlazando con el ataque y con el tridente habitual por detrás de Torres: Mata dirigía la línea que completaban Oscar y Hazard. Los cinco mencionados dirigieron ataques contra un área ‘red’ a la que llegaron en muchas ocasiones pero solo consiguieron golear a balón parado. A los diez minutos Oscar y Torres intentaron disparar, pero José Enrique y Reina evitaron cambiar el marcador.

Luis Suárez volvió a marcar y es máximo goleador de la Premier con 23 goles

El dominio del equipo de Benítez se prolongó principalmente desde esa ocasión de Torres hasta pasada la media hora. A los veinte minutos llegó otra oportunidad clara para adelantar al Chelsea: los talentosos enlazaron pases y el último pase de Hazard lo disparó a puerta Ramires, pero se marchó desviado. Oscar y Mata volvieron a avisar, sin premio. A los veintisiete minutos, Juan Mata botó un córner y Oscar marcó con un testarazo imparable cerca de la escuadra.

Luego del gol, David Luiz disparó y puso en apuros a Reina; pero el control y juego del Chelsea fue dejando protagonismo al Liverpool. Y Coutinho, hasta entonces paralizado por Azpilicueta, comenzó a tocar el balón. El brasileño comenzó a intervenir y Luis a rematar. Las dos ocasiones más claras para los ‘reds’ culminaron con dos remates escorados del uruguayo. La primera fue en el minuto 40, Downing la puso al hueco y Luis remató a Cech; en el cuarenta y cinco, Coutinho asumió el papel de Downing y Suárez volvió a rematar sin hueco y sin éxito.

Sturridge y la revolución efímera

Los últimos minutos de Coutinho en la primera parte no fueron suficientes para mantenerle en el campo y Daniel Sturridge salió al campo para revolucionar el partido contra su ex equipo. Nada más salir, entró por la banda derecha y dejó el balón listo para rematar a Gerrard tras el movimiento de desmarque de Luis. A la acción siguiente, disparó desde lejos al palo derecho, provocando una segunda jugada sin remate. Interrumpió el éxtasis una ocasión del Chelsea liderada por Ramires y finalizada con el balón a las nubes por Torres. Tras el saque de Reina, el balón paseó de bota en bota al primer toque para dibujar un gol de antología y para empatar: Downing para Suárez y el uruguayo para Sturridge, el ex ‘blue’ a gol. La igualada hacía intuir otro partido.

Si Sturridge fue el revolucionario, Luis fue el contrarrevolucionario con unas manos en el área que el árbitro convirtió en penalti. Hazard se encargó de engañar a Reina y volver a adelantar al Chelsea. Luis se llevó además una amarilla. Incrédulo, el uruguayo negaba con la cabeza y se quiso dar el perdón haciendo gol en una falta directa posterior, pero disparó directamente fuera. Lo intentó de otro modo, regateó a cinco rivales conforme le iban saliendo y chutó a puerta, pero se vio obligado a usar su pierna zurda y el balón no salió como quería.

A falta de diez minutos, Suárez y Sturridge se quedaron a solas como pareja de delanteros cuando Rodgers quitó a Downing para dar entrada a Jonjo Shelvey. El joven británico sirvió en otros encuentros al entrenador, como el gol contra el West Ham, sin embargo, en este encuentro solo se llevó una amarilla y muchas tentativas de jugada frustradas. Fueron los minutos pasando hasta el descuento.

Luis Suárez, que había dado la asistencia del gol, que había cometido un penalti y había visto una amarilla, que había hecho una jugada espectacular regateando a medio Chelsea, que incluso había mordido a Ivanovic mediada la segunda parte, cuando ya estaba el tiempo cumplido, enganchó un cabezazo desde el área pequeña y salvó un punto; demostró ser el buen bad boy idolatrado por la afición de Anfield.