El Arsenal se ha empeñado en sumarse a la pelea por el título y lo está haciendo a base de buen fútbol, goles y victorias (ya van nueve seguidas en todas las competiciones) y es que de los equipos de arriba es el que mejor racha lleva. El técnico vasco ha sabido recuperarse de las dos derrotas consecutivas al comienzo de la liga y callar a los críticos que hablaban de su fichaje como un error tras la era Wenger. Pero la realidad es que el equipo carbura y cada partido demuestra más que el relevo en el banquillo era necesario y fue acertado

El partido en Craven Cottage era un derbi y como tal mostró mucha intensidad, un encuentro de ida y vuelta. Los locales salieron a presionar arriba, lo que hizo la primera parte un corre calles, con muchos espacios, algo que en teoría debía beneficiar al Arsenal, pero no se vio reflejado en el juego. A pesar del intermitente juego gunner, un gran movimiento de Lacazzette en el área, al más puro estilo ariete, hizo el 0-1 y los visitantes se encerraron atrás. Pero todo estaba claro en la cabeza de Emery: aguantar el marcador y salir a la contra en la segunda mitad, cuando el desgaste de la presión del Fulham les pasara factura y así fue.

La mejor cara del equipo de Jokanovic la vimos la tener que buscar el empate y al borde del descanso la presión y un clamoroso error de Monreal en la salida de balón propiciaron que Vietto dejara con un gran pase en un mano a mano a Schurrle para que ante Leno picara el balón haciendo el 1-1. Pero ese destello de buen juego fue un espejismo.

Los locales tenían que buscar desesperadamente la victoria para callar los fantasmas del descenso y la segunda mitad fue una prueba de ello, volcados en ataque con un Arsenal muy inteligente esperando atrás. Pero cuando tenía que tocar el equipo de Emery lo hacía bien y con criterio. Por medio de un Iwobi que parece otro futbolista tras la marcha de Wenger y un Torreira que a sus 22 años lleva el peso del medio del campo de un grande de la Premier. Ambos dominaron el medio del campo con criterio. Y ahí fue donde naufragó el Fulham, que siempre fue un equipo partido por la inoperancia de Seri y Aguissa en la medular.

El Arsenal esperó como un león al acecho de su presa y cuando vio su oportunidad, atacó con acierto. Lacazzette emuló la voracidad de un animal de nuevo con un latigazo desde fuera del área que enmudeció a Craven Cottage ante la impotencia de Bettinelli que ya había hecho una parada de mucho mérito a Bellerín minutos antes. Con el 1-2 Emery dio entrada a dos de sus mejores jugadores en ataque: Aubameyang y Ramsey. Los locales seguían atacando sin acierto y esto fue aprovechado por una jugada al más puro estilo tiki-taka, al primer toque, casi parecía tener el sello Wenger, pero ahora lo que manda es la pizarra de Unai Emery. El jugador gales remachó a la red el 1-3 con un taconazo. Golazo y partido sentenciado, pero el Arsenal quería más.

A partir de este punto vimos un Fulham sin ideas y que no hace justicia al desembolso en verano (recordemos que se ha gastado más que los ascendidos de España, Italia, Francia y Alemania juntos). Los espacios que dejaron atrás fueron aprovechados por una auténtica bala: Aubameyang hizo un doblete mostrando la fragilidad defensiva de la que hace gala el equipo más goleado de toda la Premier League. Emery se fue contento, aunque lo intuimos más por su gran racha que por su rostro, que se mantuvo inexpresivo todo el duelo.

El Arsenal se planta arriba con 18 puntos, si puede optar o no a la Premier League es algo que solo el tiempo dirá, pero si hablamos de juego y resultados, ahora mismo los de Emery están intratables. Una goleada la de hoy que solo acrecienta la crisis del Fulham y lo hunde más, no en la tabla, que sigue fuera del descenso, pero si sigue así y despierta uno de los equipos de abajo, el recién ascendido puede verse dentro de poco en la zona de descenso.