Tras la hazaña del Leicester en la temporada 2015-2016, en la presente campaña podría volver a suceder, y es que tras disputar 19 partidos, los zorros se encuentran en la tercera posición de la Premier League, empatado con el Manchester City que va segundo, y a cuatro puntos del Liverpool que se sitúa en la cuarta posición.  

A pesar de que para muchos el equipo se descompuso, tras la salida de Ranieri y de varios jugadores claves como Mahrez o Kanté. El conjunto se ha consolidado como un equipo fijo en la zona alta de la clasificación, y tras la llegada de Brendan Rodgers como técnico, el equipo siguió a flote, gracias en parte a la ayuda de jugadores veteranos como Vardy o Schmeichel. A estos se les sumaron varios jugadores jóvenes con una calidad extraordinaria, entre los que esta James Maddison, el protagonista de esta nota.  

El mediocentro ofensivo de 24 años se ha pasado su carrera cambiando de equipos cada temporada, desde la cantera del Coventry llegó al Norwich, equipo que lo cedería al Aberdeen y posteriormente lo vendería a los Zorros. En su primera temporada nos dejó ver pequeños destellos de su calidad, a pesar de que se esperaba que en este campaña evolucionase su estilo de juego, no se esperaba el impacto que ha tenido en el conjunto ingles.  

  • Estadísticas

Ha disputado 17 partidos, en total ha jugado 1189 minutos, en los cuales ha anotado 6 goles y ha repartido 4 asistencias, superando las estadísticas que consiguió en la pasada campaña.  

  • Estilo de Juego

Su principal virtud es su gran visión de juego, esta le permite buscar al delantero centro titular, el cual acostumbra ser Vardy, para poder asistir a su compañero y dejarle solo frente al arquero. En los contraataques es el pilar del equipo, y es que su espectáculo principalmente es conseguir filtrar a Vardy balones en profundidad. 

Su diestra mágica permite que posea un remate a balón parado, y que actualmente sea una de las mayores amenazas en tiros a balón parado del campeonato. 

La capacidad de no retener demasiado el balón es algo que se le da sorprendentemente bien, y es que es más propenso a actuar como pegamento en el centro del campo, que de conducir mucho con el balón.