Sin número ocho en el césped, pero sí en multitud de camisetas de la grada. Volviendo a cantar una canción que sabe a Premier League y esperando que, por fin, tras nadie sabe cuantos años, éste sea el suyo. ¿Recuerdan ya de qué escenario podemos hablar?

Sin Steven Gerrard pero con once más. Brendan Rodgers no tocaría absolutamente ningún botón, es por ello que el once volvería a ser el mismo de la primera jornada, algo extraño en el fútbol de hoy día. Con Emre Can o Firmino en el banco, Lallana e Ibe volverían a lucir dorsal en el inicio del partido. Esta vez Lallana se desplazaría al centro del campo para dar más libertad ofensiva y liberar de cargas defensivas a Coutinho. Arriba se situaría Benteke, que esperaba ya con ansia poder anotar su primer gol como jugador red.

Para los visitantes era un día especial. Manteniendo el bloque del ascenso casi en su totalidad, debutaba en Anfield con la sobrada ambición de querer hacer cosas grandes y con muy poco que perder y mucho que demostrar en su segundo partido en la Premier League.

Benteke, licencia para marcar

No pasaban ni cinco minutos en el reloj del colegiado antes de que el Bournemouth tuviese que padecer de un gol anulado. Elphick remataba un córner apoyándose en Lovren con un fallo de Mignolet que hacía que un simple remate de cabeza al centro de la portería acabase en un gol que el línea anularía al momento de manera justa, y es que el atacante se había posado sobre Lovren.

Sería una jugada de pizarra, combinada con la falta de concentración de la defensa visitante, la que haría cantar a Anfield el primer gol de la temporada en casa. Colgaría Henderson una pelota tras saque de córner en segunda jugada al área pequeña donde sólo se encontrarían tres jugadores del Liverpool para rematar. Coutinho, en fuera de juego, no logró cazar el balón, sin embargo Benteke sacaría a relucir su particular licencia para estampar el balón en la portería a escasos centímetros de la línea de gol.

Poco más a destacar en una primera parte difícil de recordar, que comenzaría con el dominio del Bournemouth y acabaría con un discreto control del Liverpool que se vino ligeramente arriba, sin excesos, tras anotar un gol polémico para algunos, alegando que Coutinho molestó al guardameta pese a no tocar el esférico se pedía fuera de juego. La norma número 11, encargada de citar esta situación, aclara que en caso de no existir contacto con el esférico, no hay fuera de juego.

Nada, nada, nada y finalmente, final

Nada pasaría y en nada quedarían los intentos de ambos de cambiar el marcador. Un larguero de Benteke incluyendo una mano salvadora de Boruc y unas cuantas ocasiones de los visitantes que bien pudieron asaltar Anfield y cuya falta clara de gol hundió sus esperanzas.

Saldría Emre Can, de nuevo suplente, por el capitán Jordan Henderson, que como declararía Brendan Rodgers en la posterior rueda de prensa, padecía un fuerte dolor en el pie. Además, Firmino saltó al césped por un desacertado Ibe, que no parece encontrar la clave que le ayude a crear peligro en la meta rival, destacando en el regate pero nunca en la definición o en la capacidad de buscar el último pase.

Por parte del Bournemouth, Ritchie fue el mejor del encuentro, llegador, trabajador y acertado en la distribución de la pelota. Pese al resultado, dejó sobre el césped una imagen brillante de lo que puede lograr si su equipo acompaña en labores ofensivas. Fallones en su área y en la contraria, pero acertados en las demás labores. Tendrá que mejorar mucho este equipo en próximas jornadas para presentar su candidatura a la permanencia, antes de que el reloj siga corriendo.