El gol, ese acto tan efímero que consigue aflorar un sentir difícilmente descriptible. Una acción que hace despertar dos sentimientos tan extremos como son la alegría y la tristeza. Esa décima de segundo en la que el esférico traspasa la línea de cal y la garganta se proyecta para clamar a los cuatro vientos o las manos intentar tapar una realidad que se deja ver entre los dedos entreabiertos de una mirada curiosa que no puede evitar ver.

Esa sensación tan efímera, es la que ha anhelado el Getafe durante la temporada pasada. La ilusión del gol. La marcha de un frustrado Paco Alcácer y la vuelta de Arizmendi y Güiza con un presumible billete de ida además de la de Miku no termina de envolver a la afición del sur de la capital en esta nueva temporada que está a punto de comenzar. Mientras ve como el Celta blinda su artillería con la llegada de Rafinha o Charles así como las contrataciones de Gio o Suso por parte del Villarreal y Almería respectivamente, el Getafe, y sobre todo, la afición observa como esos puestos de ataque no toman ese tinte de ilusión que despierta de manera frecuente el mercado estival.

El gol. El grave problema del Getafe la pasada temporada. Si en un tramo de la Liga la zona defensiva suma más goles que el ataque es un claro síntoma de que algo no va bien en las zonas mas adelantadas del campo. Esta temporada los deberes están muy claros: el gol. Álvaro Vázquez deberá tomar galones en el equipo y demostrar todo lo que ha demostrado en forma de goles en las categorías inferiores de la Selección Española. Sin ir más lejos, su socio en el único gol, así como su único partido, en la pasada Eurocopa Sub-21 fue Sarabia, jugador que Ángel Torres ha calificado en varias ocasiones este verano como el ‘sustituto natural de Abdel Barrada’. El gol no corre de manera exclusiva a cargo de Álvaro Vázquez. Adrián Colunga, la gran sensación en tres cuartos de campo la segunda vuelta es otra de las piezas claves del ataque azulón. Además,  la llegada de un defenestrado Miku de tierras escocesas completan así el cupo de delanteros que Luis García quiere en su equipo. El Getafe ni contratará ningún punta a no ser que uno de estos tres salga.

De Ángel Lafita se observa la misma situación que en Pablo Sarabia. La marcha de Abdel abre las puertas por un puesto a un gran número de jugadores entre los cuales se encuentra el maño, muy titubeante por el césped el curso pasado. Y se llega a Jaime Gavilán. Un capitán desbancado. Las lesiones lo han mermado y su continuidad el año próximo no está ni mucho menos asegurada pero de seguir, su papel deberá parecerse al de grandes nombres que han cautivado el corazón azulón por su casta y entrega y sobre todo, liderazgo.

En un punto intermedio entre los puros atacantes y los extremos convencionales se encuentra Diego Castro. El asturiano atesora un gran número de cualidades de ambas posiciones que lo hacen un jugadior único, diferente e indispensable. Máximo goleador la campaña pasada y un verdadero ejemplo de sacrificio y compromiso con el club. Su continuidad, clave para el devenir del club que aseguraría un peso pesado del vestuario y un jugador que marca la diferencia en el terreno de juego.