Bien es sabido en el mundo del fútbol que el mediocentro es la posición más relevante dentro del esquema de cualquier entrenador y que el rival, según éste, variará o no su formación de cara a cualquier compromiso. Trivote, doble pivote, rombo… son tantos los ‘disfraces’ que puede adoptar esta zona que podrían dedicarse cientos de horas hablando de los tipos y de la superioridad de uno sobre otro. Todo radica en los gustos, necesidades y material que disponga el ‘mister’ para poder practicar el fútbol que de verdad funcione.
Muy pocos entendidos podrían haber vaticinado hace poco más de un año que el doble pivote del Getafe para esta temporada estaría formado por Borja Fernández y Pedro Mosquera. La diferencia entre ambos es superlativa, pero su compenetración en el césped cimenta el corazón del juego azulón. Si ellos funcionan, el Getafe funciona. Borja roba, Mosquera hilvana, así de simple y así de complicado. Donde se gesta el verdadero fútbol, la verdadera seña de identidad de este Getafe que a estas alturas de la temporada es el mejor desde que Luis García Plaza está al frente de la nave azulona.
La importancia de estos dos hombres radica en la propia diferencia entre ambos. Una diferencia que los hace complementarios y estrictamente necesarios. Desde que Borja y Mosquera comandan el medio del campo del Getafe, los madrileños han logrado una racha colosal que les ha aupado a la sexta plaza. Exceptuando el partido contra el Villarreal, en el que Míchel suplió a Mosquera sin que este disputase minutos, las demás victorias han tenido en el campo a estos dos hombres.
Mientras Borja se dedica a cerrar las puertas y a cortar el avance rival, Mosquera trabaja en todo lo contrario, distribuir y sembrar el juego del equipo. Típica es ya la imagen de Mosquera bajando a recibir en cada saque de meta de Miguel Ángel Moyá o de las galopadas de Borja para tapar cualquier hueco dejado por algún zaguero. A nadie le sorprende ya encontrar a estos dos hombres en la alineación titular domingo tras domingo, sin nadie que discuta su puesto en ese once titular que tanto les ha costado amarrar y que tan difícil lo van a poner a sus tres compañeros que luchan en cada entreno para desbancar a este tándem.
Pese a su diferencia en el apartado futbolístico, ambos poseen notables similitudes en cuanto a su origen. Gallegos de nacimiento y canteranos del Real Madrid, han tenido que nadar a contracorriente para poder ser, hoy por hoy, indiscutibles del sexto clasificado de para muchos la mejor liga del mundo. Y es que, no hay mejor ejemplo que estos dos jugadores para demostrar que con trabajo, sacrificio y esfuerzo se puede romper cualquier barrera que se ponga por delante.
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