Existen dos tipos de agradecimientos. Los que se dan antes y los de después. Son diferentes. El primero suele ser realmente sincero y humilde. Cuando el 23 de julio de 2013, Gerardo Martino aterrizaba en el FC Barcelona, el técnico agradecía al club la oportunidad que le concedía. Cuando el 17 de mayo de 2014, el argentino anunciaba que dejaba, de mutuo acuerdo, el banquillo azulgrana, también fue agradecido. Al presidente, a Zubizarreta y a Sandro Rosell. La despedida era triste. Era el adiós a una temporada y a un año nefasto en la Ciudad Condal.
Como si cosa del destino se tratase, el técnico se despedía ante la afición blaugrana dejando escapar un título. Meses antes, la misma afición le daba la bienvenida con el primer y único título de la temporada. Era un agradecimiento sincero y humilde. "Gracias por haber confiado en mí. Lamento no haber ayudado a los muchachos", se despedía el Tata.
Quizás el cruce de caminos no fue en el mejor momento. Gerardo Martino llegaba a Barcelona con el reto de sustituir a un técnico que dejó huella en Can Barça: Tito Vilanova. Reto tras reto. Los que no superó. Tras cinco años imprimiendo el mismo tipo de juego, ya conocido por los rivales, el técnico tenía que dar un golpe sobre la mesa. Pero nunca aparecieron sus manos.
Sin la ambición del que quiere ganar
Quizás no fuera únicamente su culpa. A su llegada, solicitó a la junta directiva una serie de refuerzos que nunca llegaron. Ni el central, ni el delantero centro. El sistema de rotaciones funcionó, pero no dio los resultados que se esperaban. Y que se necesitaban. La temporada se complicaba en un año marcado por la tragedia.
Pero mientras había vida, había esperanza. Pese a todo, el Barça seguía disputando las tres competiciones. Pero el equipo, como aquella cuerda que estiras, se acaba rompiendo. Y en apenas una semana, el equipo decía adiós al título de Copa del Rey en la final. Y a la Champions.
El carácter dócil del técnico rosarino se implantó en una plantilla que no tenía fuerzas. Martino no aterrizó en el vestuario. No logró hacerse respetar. Si hubiera impuesto la personalidad con la que llegaba a principio de curso, tal vez el desenlace hubiera sido otro. Pero bajó los brazos. Se rindió demasiado pronto.
Fin a la primera aventura en Europa
No llegó en el mejor momento. Ni del Barça, ni de jugadores importantes. La plantilla se encontraba con el estómago lleno de títulos. Y él, acabó siendo devorado por unas circunstancias que no le acompañaron.
Tras perder la Liga en casa ante el Atlético de Madrid, Martino se ha despedido del FC Barcelona. Emocionado, el 'Tata' se disculpó ante la afición por no haber logrado los objetivos marcados. Emocionado, tras haber dirigido desde la admiración, a los mismos jugadores a los que un día, les vio ganarlo todo durante los mejores años. Y que por unos u otros motivos, en su año se quedaron sin hambre.