En busca de la normalidad

Se abre una jornada atípica que todavía arrastra muchos lamentos por los atentados que también han alcanzado al mundo del deporte. El balón ha dejado de latir, pero Sporting y Levante quieren contribuir a recuperar las constantes vitales debilitadas por tanta barbarie injustificada.

En busca de la normalidad
Ghilas, uno de los muchos franceses que saltarán al césped  tras los atentados en su país. FOTO / Carla Cortés (Vavel)
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Por César Ponce Becerril

El Levante juega el domingo un partido vital para reconducir su rumbo. Se pueden poner muchos calificativos que doten de trascendencia al partido, pero todos se difuminan ante la realidad que azota al mundo y también ha alcanzado, y esta vez no de refilón, a todo el escenario futbolístico. En todos los campos de Primera División, incluido El Molinón, se guardará un minuto de silencio, que pretenderá simbolizar un último suspiro desesperado antes de recobrar la normalidad. Porque precisamente “normalidad” es lo que transmite el rodar del balón. Los aficionados celebrarán los goles, buscando que el eco de sus gritos cierren las grietas que los acontecimientos de la pasada semana dejaron en muchas almas aun pendientes de cicatrizar.

Cuesta hacer un reportaje previo a cualquier partido cuando la locura suicida se apodera de un mundo autodestructivo que se sirve del deporte como único consuelo; cuesta escribir de estadísticas, estados de forma o pronósticos cuando la realidad más cruel ha obligado a suspender dos partidos de fútbol esta semana. En estos momentos en que la barbarie se impone a la razón, hasta el balón llora. El partido del domingo será una final para el Levante. Por muy frívolo que parezca dar tanta trascendencia a un simple juego, es la única manera de recuperar la normalidad arrebatada.

Será una jornada atípica, invadida por la incertidumbre que se cuela por la ventana de cada estadio de fútbol, por la ventana de cada hogar donde aficionados de uno u otro equipo se pensarán dos veces si acudir al partido o verlo por la televisión. El fútbol siempre había salido vencedor en esta partida al escondite, pero esta vez no había rincón para ocultarse. Será complicado escribir de fútbol esta semana sin parecer un autómata sin sentimientos, pero mirar hacia delante es la única opción que resta, y las palabras no pueden ser alcanzadas por el miedo si la condena el firme.

Esta semana los ganadores deben alegrarse más que nunca, por ridículo que parezca celebrar la consecución de tres puntos con sabor intrascendente. Los perdedores también deben lamentarse por su ocasión perdida. Se avecina un fin de semana vital para recobrar la normalidad y empezar a ganarle la batalla al abatimiento. El Molinón se llenará, demostrando que La Mareona es una afición que saborea cada sorbo que puede beberse en Primera. Los granotas también deben acompañar a su equipo, con la ilusión de conseguir un triunfo, el primero a domicilio, que provoque alguna sonrisa sincera. Sólo sonriendo se podrá recuperar el paso, y el deporte brinda continuas carcajadas que no se deben desaprovechar.

Con la mente en las víctimas de París

El deporte no entiende de fronteras; Ghilas en franco-argelino, nació en Marsella. Seguramente ha vivido muy intensamente los últimos episodios ocurridos en su país, y jugar al fútbol, por mucho que sea su trabajo, pueda llegar a parecerle hasta absurdo. En el Levante también juega un marroquí como Feddal, un colombiano (Lerma) y un mozambiqueño (Simao Mate). En el Sporting estará Halilovic, que defiende la bandera croata por muchos años que lleve en España. En la liga habrá un montón de nacionalidades representadas que esta semana se unirán en la condena contra la sinrazón y aportarán su granito de arena por recobrar la normalidad haciendo lo que mejor saben, jugar al fútbol.

El deporte, hasta ahora catalogado como entretenimiento, debe alzarse como arma arrojadiza contra aquellos que quieren privar a la gente de las pequeñas alegrías de la vida que se convierten en grandes celebraciones, como es una victoria del equipo de cada uno. Cada partido suspendido es un mordisco de energía que hay que recuperar uniendo fuerzas.

Dentro de una semana, volverá a apetecer escribir sólo sobre fútbol, pero esta jornada era demasiado pronto para pasar por alto lo sucedido. La normalidad debe volver a los estadios, pero sin olvidar la afrenta vivida estos días atrás que marcarán la historia reciente. Que ruede el balón, sin olvidar, pero que ruede. Sporting-Levante, domingo a las 12:00 horas en El Molinón. Punto y seguido.