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El Girona sentencia el derbi desde los once metros

El Girona se lleva los tres puntos del derbi gerundense gracias al penalti de Aimar Jaime Mata a cinco minutos del final del encuentro, que terminó transformado Àlex Granell. Los de la capital gerundense continúan con la buena racha de resultados, y ya son siente sin conocer la derrota. Cada día  el sueño del play- off  se acerca más  mientras el Llagostera vuelve a la cola de la tabla.

El Girona sentencia el derbi desde los once metros
Los jugadores del Girona celebran el gol de Granell. // Foto: Andrea Ruiz (VAVEL)
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Por Joan Baixeras Marin

Un auténtico derbi de altos vuelos pudimos vivir esta jornada en Palamós. Sufrimiento, lucha, intensidad máxima y mucha rivalidad fueron los elementos que se conjuraron en la Costa Brava. La igualdad entre ambos conjuntos, con ocasiones para ambos extremos dejaron la sensación que las tablas serían las protagonistas del duelo gerundense. Pero no fue así, el colegiado andaluz Munera Montero, decidió que una acción dentro del área del Llagostera protagonizada por Aimar y el delantero madrileño Mata, debía ser penal. La decisión encendió a los jugadores y a la afición del Llagostera, que veían como una semana más como volaban los tres puntos

Granell fue el escogido para sentenciar en la pena máxima, y así fue. Un disparo con la pierna izquierda dio la victoria y los tres puntos para el cuadro blanc-i-vermell. Los de Pablo Machín supieron aguantar la gran intensidad de los blaugrana y en la segunda parte dieron un paso adelante en busca de la recompensa tan ansiada. Los de la capital gerundense siguen en estado de gracia en el momento clave de la temporada. Y es que ya son siete las jornadas sin conocer la derrota. Con el triunfo de ayer, el Girona podría acercarse al play-off, una zona que meses atrás era inalcanzable. Todo un auténtico reto para los gerundenses  que vivieron una primera vuelta notando las brasas del infierno

Una primera mitad coast to coast

El partido empezó con algunos cambios en los onces de ambos equipos. Mas fue el elegido para suplir Alcalá haciendo pasar Lejeune al eje y también entraron en el equipo inicial Eloi Amagat, en el puesto de Borja García, y Javi Álamo, en el de Clerc. Por parte local, Alsina estuvo a punto de repetir once por primera vez esta temporada. Sólo la lesión en el calentamiento de Masó lo impidió.

El encuentro empezó de lo más revolucionado  por ambas partes, con un par de intentos seguidos del Girona y un remate dentro del área de Imaz, que salió alta por poco. Era un derbi, y en juego había tres puntos tan valiosos para mirar arriba por parte del Girona, como para aferrarse a la salvación por parte del Llagostera. Además ya no solo se jugaban los puntos, sino el honor. El derbi es una lucha de egos y de identidad, la afición busca saber cuál es el mejor.  Pese a eso, esa intensidad terminó calmándose. 

Pasaban los minutos y ninguno de los 22 era capaz de crear ninguna jugada de calidad capaz de desestabilizar la balanza del marcador. El conjunto de machín lo intentaba con balones aéreos largos buscando la velocidad de Cristian Herrera, mientras que el Llagostera lo probaba a balón parado a las botas de Pitu. Con tan solo 30 minutos de enfrentamiento, los de la Costa Brava ya habían servido cuatro saques de esquina. Pasado un periodo muy monótono el partido recuperaría dinamismo y después de que René desviara con problemas un disparo lejano de Eloi Amagat con la izquierda, el Llagostera tuvo la ocasión más clara de la primera parte, en la jugada siguiente, al contragolpe. Fue Querol que se plantó solo en un mano a mano con Isaac Becerra pero el arquero evitó el 1-0 con la pierna y jugándose el físico después de recibir los tacos del jugador blaugrana. 

El Llagostera vivía el cómo de vida o muerte, el poder escalar el clasificatorio y dejar atrás la zona de descenso pasaba por marcar un gol. Los de Oriol Alsina habían logrado tapar las llegadas por las bandas de Javi Álamo y Aday, además que por dentro el Girona no conseguía encontrar el espacio. El Llagostera se acercaba cada vez con más peligro al área de Becerra, sobre todo por el lado derecho donde Aday y Mas sufrían mucho. Juanjo, de cabeza, y Imaz con un disparo raso y seco, volvieron a avisar antes que el colegiado pitase el final de la primera mitad. 

Un penal que vale una victoria 

Antes de empezar la segunda parte, Pablo Machín hizo saltar al césped de Palamós a Richy en  el lugar de Carles Mas. Fue el vigués quien se situó en el eje haciendo que el central galo se quedara en el lado izquierdo de la defensa. La segunda mitad se inició como los primeros 45 minutos, con varias opciones para ambos equipos, pero poca elaboración de fútbol, con llegadas constantes a las dos áreas, pero sin demasiado control en el centro de campo. Cinco minutos después Borja García, reemplazaría Eloi. La lluvia sería el último condimento para darle aún más emoción a este derbi que no conseguía pasar del empate. En el minuto 50, Juanjo disparó a la media vuelta contra la portería de Becerra y apenas dos minutos después Àlex Granell disparó desde fuera del área y obligó a intervenir a René.

Mata perdonó un gol cantado tras un error de Tito. En cambio, en Llagostera, las sustituciones les habían hecho perder un poco de fuelle y no tenía esa chispa de la primera parte. El Girona cogió las riendas del juego y empezaba a pisar con peligro la zona de influencia. Mientras el Llagostera, resistía en espera de poder hacer la mordedura letal. La tuvo De los Reyes con un disparo que escupió el palo, con Becerra batido, y Chus Herrero falló el rebote y no consiguió mandar la pelota al fondo de la red de la portería visitante en una magnífica oportunidad.

El último cuarto de hora fue frenético para ambos equipos dónde los nervios fueron los protagonistas de este último tramo de partido. Pasaban el tiempo y veían el punto de poco les servía. El equilibrio era máximo sobre el césped y todo dependería de una acción milagrosa que desharía las tablas en el marcador del Nou Estadi de Palamós. Benja a punto estaría de conseguirlo tras un mal despeje de Richy pero Becerra, muy seguro, lo impidió. La tensión aumentaba igual que los nervios,  hasta que a cinco minutos del final el colegiado andaluz vio penalti en una caída de Mata entre Aimar y Escassi. La acción fue muy protestada por los blaugrana y su afición, que reclamaban al árbitro que eso no podía ser penalti. Granell no falló ni perdonó después que con su pierna izquierda dejara tirado al lado derecho al cancerbero local René. La euforia se desató en la afición blanc-i-vermella que se había desplazado hasta Palamós, y el Llagostera se veía una semana más condenado en el infierno de 2ª B y esta vez, siendo colista