Como aquella vez

El Athletic Club debe mirarse en un espejo no demasiado lejano. Fue el 29 de marzo de 2012 cuando consiguieron una gran gesta en un estadio como Gelsenkirchen, ante el Schalke 04. Aquel día, dos goles de Fernando Llorente, uno de De Marcos y otro de Iker Muniain, neutralizaron el doblete de Raúl González Blanco y acercaron un poco más el sueño del que todo el mundo rojiblanco se despertó en Bucarest.

Como aquella vez
Raúl tras el partido ante el Athletic Club | Fotografía: FIFA
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Por Aitor Sánchez-Rey Larrea

El Athletic es uno de los equipos grandes del fútbol internacional y resulta complicado pensar en hechos que aumenten aún más esa grandeza. Pero los hay. A medida que se desarrollan los partidos, que transcurren las temporadas y que pasa el tiempo, hay momentos que se hacen especiales. Momentos que hay que volver a recordar o, quizás, momentos que nunca se deben olvidar. Uno de ellos engloba el transcurso en una competición a lo largo de la temporada 2011/2012. Aquella que quedará marcada por las dos finales alcanzadas. Finales que, si bien acabaron en derrotas, supusieron una página más en el libro histórico rojiblanco.

Aunque es cierto que nadie recuerda a los subcampeones, hay aficiones que por el hecho de ser diferentes les merece la pena, al menos, quedar en segunda posición. Porque son aficiones que no están acostumbradas a ganar. Aficiones que, por encima de los resultados, sienten los colores de su equipo. Que están en los momentos buenos y en los malos. Que intentan hacer las cosas como aquella vez.

Y aquella vez no es otra que la visita a Gelsenkirchen. Un campo alemán imponente como pocos, con una afición similar a la del cuadro vasco, con un sentimiento arraigado de la misma forma y con una historia rellena a base de sudor de hombres que trabajaban en una mina. Las similitudes entre el Schalke 04 y el Athletic Club saltan a la vista y el partido que brindaron difícilmente saldrá de los ojos de los aficionados.

Seguía un sueño

Transcurrían los últimos días de marzo cuando en Bilbao aún se recordaba la gesta de Old Trafford. Los niños repetían el gol de Llorente al borde del descanso, el pase filtrado de Ander Herrera hacia el ‘correcaminos’ De Marcos y la ilusión de un Iker Muniain que llegó antes que De Gea para situar un 2-3 histórico en Old Trafford. El que era hasta ese momento el mayor desplazamiento de una hinchada española por Europa mereció la pena, y de qué manera. El Athletic de Marcelo Bielsa bordaba el fútbol y lograba clasificarse para la siguiente ronda tras volver a ganar a los de Ferguson en San Mamés.

Los aficionados desplazados a Old Trafford animaron al Athletic Club | Fotografía: Athletic Club
Los aficionados desplazados a Old Trafford animaron al Athletic Club | Fotografía: Athletic Club

Se despertaba la gente en el Botxo y se enfundaban las camisetas rojiblancas para realizar sus quehaceres. El tiempo corría a un paso desmedido y en un abrir y cerrar de ojos todos sentados ante la televisión. El Athletic Club volvía a jugar en Europa y, esta vez, estaban un paso más cerca de la final de la UEFA Europa League. Las manos se quedaban frías, los rituales comenzaban y los ojos se abrían para volver a ver una exhibición en tierras alemanas.

La alineación del Athletic Club en la Europa League quedará para la historia

Los que estaban sobre el terreno de juego no estaban menos nerviosos. En sus cabezas solo se repetía la idea de volver a hacer historia en el Viejo Continente. Devolver el nombre de su amado club a lo más alto del fútbol europeo. Dar un paso más junto a los desplazados al templo alemán. Iraizoz volvía a colocarse bajo palos. Iraola y Aurtenetxe ocupaban los laterales de una línea defensiva completada por Javi Martínez y Amorebieta. En el centro del campo se disponían jugadores con gusto por el balón. De Marcos e Iturraspe escoltaban a un Ander Herrera que se relamía cada vez que veía venir hacia él el esférico, mientras que Susaeta y Muniain deseaban conectar con Fernando Llorente, el hombre más adelantado del cuadro rojiblanco.

El argentino causante de tanta euforia, ajeno a ello, recorría con sus ya conocidas costumbres la zona técnica que delimitaba el espacio vasco en territorio alemán. Las gargantas bávaras dejaban salir tradicionales cánticos a medida que se hidrataban con la también tradicional cerveza. El colegiado portugués, Pedro Proença, ya anunciaba la nacionalidad del último rival rojiblanco antes de la gran final en Bucarest. Todo estaba preparado. Se apagaron las luces y se subió el telón con el pitido inicial.

La hora de la verdad

No pasaron ni diez minutos cuando el Athletic ya dominaba. El cambio en la filosofía de un equipo que se había resignado a defender en su área y aprovechar errores del rival era un hecho. Llegaba el momento de dar un paso al frente. De tener el balón. De ser, simplemente, los protagonistas. Y vaya si lo fueron. El marcador de Gelsenkirchen reflejaba el minuto 19 cuando Fernando Llorente ponía en ventaja a los visitantes. De Marcos encuentra en el área grande a un Susaeta que dispara de primeras. Hildebrand no acierta a la hora de blocar la pelota y el riojano aprovecha su físico para hacer el primer tanto. Qué importancia tiene marcar fuera y más si es tan pronto. Los jugadores lo sabían y lo celebraban emocionados.

Raúl González Blanco consiguió un doblete ante el Athletic Club

Fuera por la emoción o no, el que no podía faltar a la cita era otro histórico. Raúl González Blanco había dejado el Real Madrid para empezar un periplo en Alemania. Como había venido haciendo a lo largo de su carrera, fue el más listo dentro del área y se adelantó a una defensa que debía estar avisada de quien tenían enfrente. El madrileño empataba el partido un minuto más tarde, pero su cuenta goleadora no se quedaba ahí. Lo que sí iba a tener un punto y final iba a ser la primera mitad, no sin antes vivir ocasiones para uno y otro equipo. El sueño rojiblanco estaba un poco más cerca, pero la segunda mitad iba a empezar de la peor manera posible.

Llorente celebra el primer gol del partido | Fotografía: FIFA
Llorente celebra el primer gol del partido | Fotografía: FIFA

Como es habitual en las grandes novelas, hay un momento en el que todo se pone cuesta arriba. Y ese momento llegó en el minuto 60 de partido. Los alemanes llevaban asediando la portería de Gorka Iraizoz el cuarto de hora que se había disputado tras el descanso. Que el gol iba a llegar era cuestión de minutos. Fue de nuevo Raúl el que lo encontró tras un rechace en la frontal del área. El ‘7’ del Schalke golpeaba de forma extraordinaria un balón que se coló en la portería vasca. Se situaba el 2-1 en el marcador, pero los leones no habían dicho su última palabra.

La reacción estaba en la grada

Los aficionados desplazados a tierras alemanas ya se habían impuesto a los hinchas locales. Ahora le tocaba el turno a los jugadores sobre el terreno de juego. Había que brindar una victoria a esas personas que habían acompañado al equipo para demostrarles el porqué de su diferencia con otros clubes. Para recordarles la grandeza de la institución bilbaína. Para decirles hasta dónde querían llegar.

Fruto de este ánimo, Fernando Llorente situó el empate en el minuto 72 de partido. El saque de esquina botado desde el perfil izquierdo fue rematado de manera excelente por el ariete rojiblanco. Era difícil imponerse a una hinchada alemana, pero se consiguió. Era complicado derrotar a un equipo bávaro en jugadas aéreas, pero se logró. Tocaba poner la guinda al pastel. Había un cuarto de hora por delante para llegar a Bilbao con una cómoda ventaja. Y vaya si se aprovechó.

Primero fue De Marcos el que cazó un despeje de Schober para culminar una excelente contra originada por Gorka Iraizoz. El guardameta también fue protagonista en los últimos minutos, cuando lograba detener el tercer tanto del delantero español. En el tiempo de descuento, Iker Muniain se encargaba de situar el definitivo 2-4 en el marcador tras recibir un excepcional pase de Markel Susaeta. Se quedaba en silencio el estadio alemán mientras las voces de los athleticzales desplazados retumbaban en sus muros. El banquillo no se lo podía creer. Otra gran noche llevaba tintes rojiblancos.

Ahora, con muchas caras nuevas en el terreno de juego, con otra idea en el banquillo pero con la ilusión y grandeza de siempre, el Athletic Club quiere dar otro golpe sobre la Europa League. Quiere volver a saborear una final europea pero, para ello, debe eliminar al Sevilla. Un equipo que es el vigente campeón y que tiene un idilio especial con el segundo torneo europeo. Los leones quieren mostrar sus uñas y quieren hacerlo como aquella vez.