Anuario VAVEL Celta 2016: Iago Aspas, héroe sin capa

Cualquier piropo o alabanza se queda corta para referirse a este jugador. Iago salvó al Celta de la quema en Segunda, lo ascendió y lo colocó en los puestos europeos. Posiblemente el jugador más importante del celtismo en la última década.

Anuario VAVEL Celta 2016: Iago Aspas, héroe sin capa
Fotomontaje: Iñaki Fernández (VAVEL España)
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Por Saúl Cruz

La gente quiere héroes en su vida, enmascarados o no, buscan un patrón a seguir para adorar hasta el fin de sus días. Un espejo lejano donde poner las expectativas y soñar llegar algún día a conseguir ser como el dicho héroe. En Vigo se adoró durante mucho tiempo al zar ruso Mostovoi, pero con el tiempo el fino ruso dejo el testigo en el aire, sin nadie que lo pudiese heredar. Nadie fue digno de tan alto prestigio futbolístico en casi diez años de fútbol celeste, ni por asomo alguien pudo rozar la suela del taco de las botas rusas, hasta que un canterano irrumpió con fuerza, tal elefante en cacharrería. No usa capa, pero voló tan alto como le fue posible, voló del nido y volvió, puesto que como en casa no se está en ningún sitio.

El año 2016 lo empezó y lo terminó con constancia, trabajo y goles. Posiblemente el año más importante de la carrera de Aspas y su forma no para de crecer. Cuando parecía que el fútbol había visto todo del moañés, el propio Aspas se encarga de romper esquemas. Empezó el año como un jugador noble de Primera División y acabó siendo uno de los mejores goleadores de la categoría, peleando de tú a tú con los más grandes. De cabeza, penalti, con la zurda, con su pierna menos buena, de rebote... Aspas ha hecho un pacto con el gol y eso se nota en sus cifras goleadoras (21 goles en el año 2016 entre Liga, Copa, Europa League y selección).

La cabeza en su sitio

El paso más difícil de Iago Aspas este año no ha sido aumentar su rendimiento goleador en una liga poderosa, sino asentar la cabeza en momentos calientes de un encuentro. De sobra conocido fue el cabezazo propinado a Marchena a finales de la temporada 2014/2015 que le costó cuatro partidos de sanción, y eso le hizo reflexionar. El Iago Aspas que salta al campo en el año 2016 es mucho más maduro, más silencioso, más respetuoso...su obsesión son los goles; no las broncas. Tras la partida de Nolito, el Celta necesitaba un héroe silencioso, cabal, pasional pero con formas y Iago ha conseguido moderar su temperamento, tema que muchos entrenadores pensaban que era imposible de dominar.

Su obsesión por mandar en el campo, por defender a muerte la camiseta celeste a veces le juega malas pasadas, como la expulsión por protestar ante el transcendental partido del Standard de Lieja, que se pasó el partido insistiendo fuertemente al colegiado. Deberá manejar esos impulsos enrabietados de alguien que siente los colores celestes como nadie, y el primer paso ya lo ha dado (se ha perdido solo tres partidos de sanción en el año 2016 por sanciones arbitrarias).

Salto de calidad

Con Nolito formaba una dupla letal. Si el gaditano asiste, Iago la enchufa; si el moañés se vestía de asistente, Nolito la metía para adentro. Gran parte de la clasificación celeste en Europa salió de estos dos jugadores y sin el andaluz, el Celta perdía fuelle ofensivo. Se notó en el comienzo de temporada, con un Aspas líder pero fallón de cara a puerta, y sin escuderos que le acompañasen en la tarea goleadora. Tan solo un gol de Orellana en los tres primeros partidos da cuenta de lo difícil que era para el Celta de Vigo enchufar un tanto.

Pero a medida que transcurrían las jornadas, Aspas fue cogiendo forma, liderazgo y puntería. Alguien tenía que dar un paso adelante en la plantilla y fue el moañés, tanto de único punta como escorado a las bandas. Como punta, mucha movilidad entre líneas, presión, descaro y mucha confianza en su disparo. Si la oportunidad no se presentaba, Iago caía a banda, donde su desborde y velocidad hacía estragos entrando desde la banda derecha con pierna zurda en posición de disparo.

Todo lo que intentaba, le salía bien. Con zurda, con diestra, de cabeza, al primer toque...cuando Aspas tocaba el balón, el runrún comenzaba. Algo va a pasar. El público se levanta de sus asientos para ver goles como la vaselina ante Keylor Navas en el Bernabéu o el intento larguísimo desde 40 metros ante el Granada que Memo Ochoa estuvo ágil para despejar el balón. Genialidades de héroe que no están al alcance de los mortales.

No hay quien lo pare

Y la fiesta para Aspas nunca termina. En el final de año 2016 está mostrando un nivel estratosférico. Lo demostró ante el Betis, con dos goles de killer al primer toque. Lo demostró ante el Granada, con un tanto regalado pero que demuestra la intensidad de Iago de cara a gol. Y lo demostró ante el máximo rival, el Deportivo de la Coruña, donde rompió el mal gafe que atesoraba (nunca había marcado en partido oficial a los coruñeses) con un doblete y actuación sensacional, ganándose las alabanzas de Balaídos y los abucheos de los deportivistas que presenciaron el partido en las gradas.

El primero tras un penalti que resolvió engañando al cancerbero y el segundo castigando un error visitante con velocidad y definición. Iago demuestra en cada gol los colores que defiende, besando el escudo cada vez que el balón impacta en la red. Un jugador de la casa, que vive por la casa y para la casa que a pesar de rumores y ofertas recibidas sabe que como en casa, en ningún sitio, siendo el héroe local.

Héroe de selección

Como si fuese ascendido al olimpo de los dioses, Aspas tuvo la ansiada oportunidad de debutar con la selección española. Tal vez su convocatoria fue algo "rebote" pero eso goles también cuentan, y si salvas a tu combinado en el debut, la oportunidad está más que aprovechada. Salió en el descanso del encuentro Inglaterra - España cuando peor lo estaba pasando los pupilos de Lopetegui, y Aspas le puso la marcha que necesitaba y ante el público que tanto se mofaba de su nefasto paso por Merseyside.

Controló un balón en el carril diestro cuando el partido moría en los instantes finales, encaró con confianza a Stones, que reculaba hacia su portería y cruzó el balón a la escuadra para liderar la remontada roja. Era un gol salvador en un partido que estaba perdido, un jugador especial que es capaz de lo mejor en su debut, de marcar diferencias donde sea y de ser héroe de club y selección cuando se le antoje. Eso sí, sin capa.