Tras la remontada histórica ante el PSG, justo después del gol de Sergi Roberto, muchos creían que lo difícil ya estaba hecho y que lo imposible se había logrado. Que esa noche se llevó a cabo un verdadero milagro, y que los tres tantos en apenas siete minutos no volverían a repetirse en un largo tiempo. Sin embargo, el fútbol da todas las vueltas que él quiere, y si en octavos de final puso a los azulgranas frente a una tesitura que albergaba un final dramático; esta vez parece que la función no tendrá más actos heróicos.
Y es que el Barça consumó una gesta contra los franceses, quienes, presas del impactante escenario, se agazaparon y rechazaron salir en el plano, escondiéndose como buenos extras. Este panorama no volverá a repetirse, pues existen evidencias de que los italianos son unos actores más experimentados, e incluso varios de sus miembros pueden presumir de galardones en sus vitrinas. La Juventus no querrá ser protagonista, ese papel será, por incercia, de los locales; pero tampoco se saldrá del plano, e intentará aparecer en el máximo número de escenas posibles.
No encajar, ¿una utopía?
Si el Barça fija su objetivo en la remontada, debe partir con la premisa básica de no encajar ningún gol. Eso hicieron los italianos en la ida (3-0), al igual que el PSG en su momento (4-0). No es tan difícil, pensarán algunos. Estoy seguro de que Ter Stegen no opinará lo mismo. El conjunto de Luis Enrique es un experto recibiendo goles; tan sólo en los últimos tres encuentros ha encajado siete: es decir, 2´3 goles por partido.
Datos alarmantes que hacen pensar que la Juventus de Turín, con su temible potencial ofensivo, con poco que ataque, mojará en el Camp Nou. Pronto o tarde, en los primeros minutos o en los finales, pero lo hará. Porque con la fragilidad defensiva ofrecida por los de Luis Enrique durante toda la temporada -y acrecentada en las últimas fechas- sería muy raro que hombres como Higuaín, Mandžukić o Dybala se marchasen de la ciudad condal sin dejar su sello personal.
Desde la debacle de París, solo se ha dejado la portería a cero en dos ocasiones de 12: ante Celta (5-0) y Sevilla (3-0)
Por ello, el FC Barcelona deberá hacer un doble esfuerzo. Partiendo de la base de que las probabilidades de gol juventino son elevadas, tendrá que compensar ese déficit marcando más goles que los inicialmente calculados. Si con un 3-0 el cuadro azulgrana forzaría la prórroga y con un 4-0 zanjaría la eliminatoria, los futbolistas están obligados a pensar en un 5-1, como ya ocurrió ante el PSG, donde la situación fue aún más grave, pues tuvieron que llegar al sexto.
La Juve no es el PSG
No hay muchos indicios positivos de que el Barça pueda consumar una segunda remontada. Indudablemente, el equipo no aprendió de la lección y del correctivo recibido en Francia y volvió a caer en los mismos errores. Por el contrario, Allegri, como técnico inteligente que es, sabe cómo jugó el PSG de Unai Emery el encuentro de vuelta en el Camp Nou; y, por ende, evitará cualquier acercamiento a dicho planteamiento.
Además, la jerarquía y veteranía de los hombres de la zaga supera claramente a la de los parisinos. La pareja Chiellini-Bonucci domina a la de los brasileños Thiago Silva-Marquinhos; Alex Sandro es un lateral mucho más completo que Kurzawa; y Dani Alves se come con patatas a Thomas Meunier. Por último, no olvidemos la figura de Buffon, uno de los mejores porteros (puede que el mejor) de las últimas décadas. No es moco de pavo.
El Barça necesita otro milagro, esta vez uno aún mayor que el vivido el ocho de marzo. La Juventus de Turín, tácticamente, es un conjunto sobresaliente; mientras que los blaugranas han destacado por su irregularidad y sus noches aciagas. Dicen que en el fútbol y en la Champions League todo puede suceder, pero en esta ocasión, ese pensamiento puede quedarse en un mero deseo.