El fútbol es un contraste permanente. En la fresca noche a orillas de la Bahía, en el Iberoamericano de San Fernando, la hinchada de la Real Balompédica Linense se resistía a marcharse del coliseo azulino. Su equipo, la Recia, la Balona, había asegurado su presencia un año más en la categoría de bronce del fútbol español. Un verdadero sueño, teniendo en cuenta la inestabilidad deportiva en la que han estado sumidos los campogibraltareños este curso (mal inicio de temporada y hasta tres entrenadores).

Enfrente, o justo al lado, el aficionado del San Fernando estaba en shock. Habían tenido en la mano garantizar la permanencia. Lo habían preparado todo. El champán estaba en la nevera para descorcharlo en caso de triunfo. Sin embargo, de golpe y porrazo, las sensaciones son bien distintas. La guadaña acecha y esa victoria tan necesaria parece muy complicada teniendo en cuenta que se medirán a Recre y Linares en los últimos 180 minutos de liga regular, rivales directísimos en la pugna por evitar el playout.

Y todo por un gol. Por un detalle. Por una falta magistralmente lanzada por un hombre que llegó a La Línea para marcar diferencias. Y hoy lo ha hecho. Era el minuto 57. Lolo Garrido se vio obligado a detener a Sergio Molina, ya que el ex del Real Jaén ingresaba peligrosamente en el área local. En el primer tiempo, Juampe había probado sin suerte un lanzamiento por encima de la barrera que repelió Salva de manera espectacular. Esta vez, Molina decidió que era su momento. Acarició el esférico y este lo agradeció superando sin dificultad la defensa y besando las redes. 0-1. Y se acabó.

Desorden generalizado

Porque el San Fernando se engarrotó a partir de entonces, a pesar de que quedaba más de media hora de juego. Y porque el partido entró en una fase totalmente contraria a la locura del primer tiempo, donde cualquiera de los dos pudo haberse llevado el gato al agua.

No había centrocampismo, por increíble que parezca, en el primer acto. La Balona adora las transiciones rápidas, algo que también enamora al San Fernando. El cóctel resultó explosivo. El que tenía el balón quería correr. Unos con Zamorano, Stoichkov y Juampe. Otros con Zelu, Dani Martínez y Carralero. Pero nadie acertó a hacer diana.

Dos equipos abonados a las transiciones rápidas apostaron por los espacios en el primer tiempo

No hubo ocasiones clarísimas, aunque no hizo falta para que los entrenadores pidieran desesperadamente calma. El San Fernando buscaba las cosquillas de Rafa Navarro  entrando por la izquierda con Carralero y los desdoblamientos de Vukcevic. Además, Espinar, que se enfrentaba a sus antiguos compañeros, tenía sed de venganza. En el cuarto minuto de juego, el loreño disparó al palo corto, donde respondió Godino, quien mandó a córner.

Foto: Salvi Reyes

Poco a poco el San Fernando se fue asentando en el terreno de juego gracias a la presencia de dos jugadores como Lolo Garrido y Bruno Herrero, que formaban hoy el doble pivote. Cuando ambos están a tope, los azulinos lo notan. De hecho, Herrero trazó una gran jugada individual con pase  al espacio hacia Carralero deshaciéndose de Navarro con un bonito recorte que levantó a la grada.

Eran los mejores minutos locales. Dani Martínez se relamía tras un pase de Lolo Garrido. El madrileño pisó área y no dudó en disparar cruzado el que parecía una ocasión manifiesta de gol. Sin embargo, Joe, providencial al corte, abortó la ocasión.

Pausa y control albinegro

La efervescencia isleña se detuvo de golpe. Pasada la frontera de la primera media hora de juego, la Balona se volvió a encontrar consigo misma. O al menos supo lamerse los rasguños que casi le habían hecho caer para volver más fuerte que nunca.

Sin ir más lejos, Juampe tuvo la ocasión más clara de este periodo con un buen lanzamiento de falta que obligó a Salva a emplearse a fondo. La parada del villarrealense fue descomunal. Bahía Sur tembló de terror y quizás esto provocó que los cañaíllas volviesen a pensar más en guardar sus espaldas. Antes del descanso, el propio Juampe cabeceó un servicio desde la derecha sin mayores consecuencias que una estirada de Salva.

Foto:
Foto: Salvi Reyes

Fue el epílogo de un primer tiempo soberanamente atractivo para el espectador, pero que no tenía contento a nadie. A la vuelta de vestuarios, el guion se tiñó claramente de albinegro. Justo después de que Espinar se revolviese en el área y acariciase el 1-0 y que Castillo culminase un barullo en el área con un disparo desviado, el San Fernando encendió su luz de reserva.

Sergio Molina marcó de falta directa y hundió al San Fernando psicológicamente

Los pupilos de Méndez perdieron el control de la sala de máquinas. La Balona comenzó a mandar, a ser superior en todos los aspectos del juego. Chico y Alfonso dominaban la situación, Juampe se encontraba cada vez más cómodo en la izquierda y Sergio Molina merodeaba la zona de tres cuartos en busca de un zarpazo que llegó en el 57’ con un auténtico golazo de libre directo.

A partir de entonces, el San Fernando entró en pánico. El miedo a perder hizo casi imposible pensar en empatar. Las imprecisiones se multiplicaron y la Balona supo gobernar agazapado atrás y causando cuanto menos respeto a la contra. Cobos dio entrada a Gato para potenciar esa idea, mientras que Méndez volvió a optar por jugar con dos puntas y pasar a Dani Martínez a la banda derecha al sustituir a Zelu por Trujillo.

Impotencia frente a éxtasis

La situación para el Club Deportivo no mejoró, ya que Castillo, tocado en el gemelo desde la primera mitad, no aguantó más. En su lugar, Mario tenía la complicada misión de subir por activa y por pasiva la banda derecha ante una Balona que apenas tenía dificultades para repeler las inocentes acometidas isleñas.

No contento con lo que estaba viendo, el míster azulino decidió gastar sus balas a falta de 20 minutos con la entrada de Javi Medina para dotar de ese último pase a un equipo que echaba en falta a un hombre como Galindo.

La Balona supo cerrarse y repeler los ataques desesperados de un rival engarrotado 

Con más ímpetu que cabeza, el San Fernando empujó a base de balones aéreos. El propio Medina tuvo la más clara al toparse con Godino en un disparo sin apenas ángulo. También Dani Martínez encendió a la grada con un centro-chut que obligó al arquero a estirarse para evitar sorpresas, pero eran simples espejismos en un desierto de ideas ofensivas.

La Balona tiró de veteranía dejando dos cambios (Mauri y Selfa por Stoichkov y Molina) para los últimos compases, esos donde la impotencia del equipo de La Isla contrastaba con el delirio en la hinchada linense.

Foto: Salvi Reyes

Tras el pitido final llegó ese instante de shock. Unos de alegría, de cenar perdices y otros de pánico, de escupir sapos por la boca rumiando su desdicha. La Balona tendrá dos encuentros para disfrutar. El San Fernando sabe que un triunfo le quita de líos, pero, ante rivales directos, tendrá que sudar sangre para conseguirlo. Ya se sabe: nadie dijo que la Segunda B fuese fácil…