Cuando te empatan un partido en los últimos minutos del descuento, se te queda un mal sabor de boca. Cuando esto sucede en un derbi, la sensación amarga se aumenta exponencialmente. La moral de la afición de Villanueva de la Serena durante toda la semana no era la de "un ganador de Champions", ni mucho menos. Los aficionados más radicales no ocultaban su opinión. Ninguno daba por bueno los empates de las últimas jornadas y no aprobaban el juego de su equipo en las pasadas jornadas, el cual era catalogado como excesivamente defensivo.

Frente a ellos se presentaba la que deseaban que fuera su próxima víctima. Parecía la ocasión oportuna para volver a la senda de la victoria, y las cinco derrotas fuera de casa que llevaban lo corroboraban. Pero había que luchar contra unos factores muy correoso en el mundo futbolístico. La presión y la frustración.

Ante todo, dominar los nervios

Y, como era de esperar, sucedió. El poder desbastador de la frustración modificó totalmente la imagen de los de Iván Ania. No parecía un equipo ganador, y, lo que es peor, no parecía un equipo luchador. Una baja moral se oteaba en las caras de los jugadores que daban los pases con miedo, ante la presión exhaustiva de sus contrincantes. Unos contrincantes que tampoco querían el dominio del cuero. El minuto cinco del partido se confundía con el 70 de cualquier otro. Estaba totalmente "roto". El juego era incierto y ninguno de los dos llegaba al área rival con claridad. De hecho, ni siquiera llegaban. 

Los sistemas eran similares. Los locales, para no salirse de su línea, continuaban con un 4-5-1. Pero el juego, a diferencia de las últimas jornadas, era mucho más lento. Un juego que se veía sobrepasado por el del rival, mucho más rápido con transiciones en dos o tres toques. Estos mostraban en el campo algo más parecido a un 4-3-3. Cabe destacar los grandes espacios que dejaban entre sus líneas, desaprovechados por el equipo rival. Cualquiera que entienda un poco de fútbol sabe que el juego verticalizado es extremadamente peligroso. Peligro que radica en la concentración y rapidez del rival, ya que se trata de utilizar los espacios que se dejan. Cosa que los locales no han hecho. 

Las sensaciones que dejaron ambos equipos no eran muy positivas. Ante todo mostraron una imagen un tanto caótica. Ninguno de los dos estaba bien plantado en el campo, los extremos se retrasaban, los centrales de incluían en el ataque y el medio del campo se basaba en perder y rifar el balón.

En definitiva, el choque no aparentaba ser muy interesante. Ustedes creerán que un servidor puede estar exagerando, pero lo cierto es que se han visto muy pocas ocasiones en la primera mitad. 

Persistir para vencer

Tal y como se estaba desarrollando el partido se podían predecir dos situaciones. La primera, aparentemente más sencilla, era que el partido estaba destinado a terminar en empate a cero. Ninguno de los dos estaba haciendo méritos por conseguir la victoria, por lo que sería el resultado esperado y justo. La segunda, que conllevaba una teoría más enrevesada, era creer en el dominio de los locales y consecuente victoria, aunque según lo visto hasta el momento en el plantel era difícil creer esto. El motivo de esta segunda posible situación era la táctica empleada por el Betis. Era tal la presión ejercida por los jugadores, que sus contrincantes apenas podían avanzar dos metros con el balón antes de verse rodeados y sobrepasados. Pero este tipo de presión conlleva una consecuencia, el cansancio físico, por lo que se preveía un bajón en la forma de los jugadores sevillanos. 

Aún así, como era de esperar, los primeros compases del segundo tiempo fueron más de lo mismo. En las gradas se escuchaban comentarios poco ortodoxos. Pero llegó el revulsivo. De hecho, llegó uno que nadie esperaba. El primer cambio que decidió realizar Iván Ania marcó la diferencia, aunque de primeras el público no lo aprobara. Dieguito, quien ha encandilado a la afición con sus últimas actuaciones, se marchaba dejando su lugar a Osterhölm. Y aquí llegó la sorpresa. Las actuaciones del jugador sueco habían sido un tanto inciertas hasta la fecha, daba la sensación de que no entendía bien la estrategia y no conseguía entrar en el juego, pero hoy ha conseguido entrar en la dinámica del equipo. A su entrada el juego cambió. Osterhölm le dio un toque enérgico al juego que contagió a todos los jugadores, a pesar de que el juego seguía siendo un tanto caótico. Pero dicen que dentro del caos siempre hay una pizca de organización y cordura. Así, hacia el minuto 75, hacía Carlos Andújar un gol esperanzador para la grada. 

Esto fue un punto de inflexión para lo que restaba de partido. Bueno, digamos que fue eso. Aunque en realidad no podemos hablar de punto de inflexión puesto que no hubo un cambio a partir de este momento. Ambos equipos se limitaron a seguir creando ese juego incierto e inseguro que habían generado durante todo el encuentro, pero al menos los locales contaban con un tanto en el electrónico. Una auténtica victoria pírrica. 

 

MEJORES ACTUACIONES

3 PUNTOS: Javi Barrio

2 PUNTOS: Francis

1 PUNTO: Leandro