Los miedos se confirmaron y Bilbao se convirtió en una batalla campal por la llegada de los radicales nazis del Spartak de Moscú. Y la consecuencia más brutal fue la tragedia que se consumó con la muerte de un agente de la Ertzaintza. Según informa EFE y publican una pluralidad de medios, después de que la Ertzaintza dispersara a los miembros de Herri Norte Taldea y a los radicales del Spartak de Moscú, cuando los agentes permanecían en fila vigilando a los hinchas vascos, el agente se desplomó sin recibir impacto alguno.
Sus compañeros intentaron reanimarle y una ambulancia acabó trasladándole al Hospital de Basurto. El ertzaina ingresó en el hospital por parada respiratoria y acabó falleciendo una hora después, según informa el propio centro sanitario. El informe confirmaba que “no presentaba ningún tipo de traumatismo”.
Los altercados
La alarma existía, la esperada presencia de más de un millar de conflictivos hinchas rusos sin entrada auguraba problemas. 600 agentes de policía y 200 personales de la guardia de seguridad privada del Athletic formaban un despliegue de seguridad sin precedentes en Bilbao.
Según narran todos los medios, los incidentes entre ultras comenzaron durante la previa del partido, en la explanada de al lado del estadio. Los radicales del Spartak ya habían comenzado a infundir el terror, atacando con todo tipo de objetos usados como proyectiles. Entonces empezaron las provocaciones y el lanzamiento de envases, pelotas de golf y contenedores. Los relatos sobre esos momentos son diversos, pero las consecuencias objetivas han sido tres heridos, nueves detenidos y el mencionado fallecimiento. Además de los destrozos y el terror generado.
Cuando las fuerzas de seguridad empezaban a controlar la situación fue cuando llegaron a la zona los considerados como los ultras más peligrosos, nazis con tácticas paramilitares con un amplio historial. Entonces empeoraron los enfrentamientos, muchos bares cerraron y se dieron escenas de verdadera batalla campal ampliamente difundidas por los vídeos caseros de los aficionados que los presenciaron.
Al final, la Ertzaintza consiguió dispersar a los grupos violentos y relajar el ambiente. No obstante, fue justo después cuando el agente sufrió el infarto que causó la tragedia de la noche.
El partido se disputó y el Athletic se clasificó, pero no parece importante. Algunos incluso dudamos de que el partido debiera haberse jugado. Después de lo sucedido ayer, el fútbol pasa a un segundo plano y se buscan explicaciones. ¿Cómo es posible que, a sabiendas de la peligrosidad de estos grupos, instituciones como la UEFA no actúen? ¿Cómo se puede permitir que organizaciones así viajen con total libertad con el objetivo de sembrar en caos en otras ciudades?
No merece la pena participar en estas competiciones, ni en ninguna, si van a servir como excusa para llevar el terror a las calles, como pasó ayer. Aunque esto no sea nuevo, la indignación no es por ello menor. Lo que ocurrió ayer es inaceptable. Y, no olvidemos, se llevó una vida por delante.