Guía VAVEL RC Celta de Vigo 2018-2019: una montaña rusa de color celeste

La pasada campaña no fue precisamente el año de los gallegos, eso no es ninguna novedad. El curso fue una montaña rusa constante en la que el Celta no era capaz de coger el camino correcto y finalmente se quedaba fuera de la clasificación europea para este curso.

Guía VAVEL RC Celta de Vigo 2018-2019: una montaña rusa de color celeste
Foto: LaLiga
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Por Paula Anton Gonzalez

La irregularidad ha sido la compañera del equipo gallego a lo largo de la pasada temporada. Con el cambio de entrenador, el Celta buscaba reafirmar su proyecto y colocarse entre los equipos punteros de LaLiga. Pero con el paso de las jornadas, lo que comenzó siendo una apuesta ambiciosa acabó siendo una pesadilla para los aficionados celestes.

El cambio de entrenador influyó en el juego del equipo, que tenía que readaptarse a un esquema diferente al de las últimas temporadas. Siete fueron los partidos que disputó el equipo gallego en pretemporada para adaptarse y coger ritmo competitivo antes de comenzar un ilusionante año. Pero, con tan solo dos victorias, ante el Sporting de Gijón, de Segunda, y la Roma, no vaticinaban una buena temporada.

Se llegaba así al sábado 19 de agosto, día en el que los de Juan Carlos Unzué abrían ante la Real Sociedad en Balaídos la temporada 2017/18. Un partido que dio pistas de lo que sería el rendimiento habitual del equipo a lo largo de todo el año. El Celta ha tenido mucha pólvora arriba, pero atrás han sido uno de los mayores coladeros del campeonato, relegándoles en la tabla y alejándoles de su objetivo al final de temporada.

En las primeras diez jornadas únicamente se habían conseguido once puntos. Una cantidad muy pobre si el equipo quería optar a los puestos que daban el pase a la UEFA Europa League de la siguiente temporada. Tan solo tres victorias y dos empates por cinco derrotas. Derrotas inexplicables como la sufrida ante el Espanyol en RCDE Estadium, siendo superiores, en la cuarta jornada, o ante el Málaga, en La Rosaleda, en la jornada 10, siendo estos los farolillos de la competición, sin ninguna victoria en su haber hasta ese momento.

Una mala dinámica que supo corregir el técnico navarro. El Celta llegaba al ecuador de la temporada en buen estado de forma y cosechando resultados bastante positivos.

La segunda vuelta comenzaba con las mismas sensaciones. Una racha de tres victorias, ante el Levante para cerrar la primera vuelta, Real Sociedad y Betis, les colocaban séptimos en la tabla, con posibilidades reales de conseguir el ansiado pase europeo.

Sin embargo, el equipo no supo mantener esa posición de privilegio y las cosas se empezaron a truncar. Los celestes comenzaron a tener tropiezos ante equipos que estaban por debajo en la tabla. Parecía que el estar tan arriba en la clasificación le había dado vértigo a unos jugadores que no eran capaces de defender su fútbol.

Tropiezos ante equipos, como Alavés, Getafe o Málaga, hacía cada vez más difícil la consecución del objetivo, pero aun no imposible. Con tan solo nueve partidos por disputarse hasta el final de Liga, el Celta seguía décimo, con 39 puntos, a cuatro de la séptima posición, ocupada por el Betis, y a seis del Sevilla, sexto.

El objetivo cambiaba. Con el Barça campeón de la Copa del Rey, a los de Unzué la valía con acabar séptimos. Fue en ese momento cuando se terminó de desplomar el equipo. Llegó el peor Celta de la temporada. 

Se llegaba así al final de campaña, con Balaídos medio vacío, para recibir al Levante sin nada en juego. Un partido que sirvió únicamente para despedir a varios jugadores, que no continuarán en Vigo el año que viene, y al entrenador. 

El curso tubo bastantes noticias malas, sin embargo, también hubo recompensas. Maxi Gómez y Stanislav Lobotka se convertían en referencias del fútbol del futuro mientras que Iago Aspas recibía su merecida llamada para estar en el Mundial de Rusia

Se cerraba así una temporada de muchos altibajos, llena de decepciones. Sin embargo, un verano de cambios ha llegado ha Vigo para luchar por volver a ilusionar a una afición desencantada.